Haga ejercicio, le hace bien incluso a su memoria.
Si desea aumentar su concentración, le resulta difícil relajarse o está dispuesto a dejar de fumar, abandonar el sedentarismo es la solución.
Hacer deporte es inteligente: disminuye la ansiedad y lo hace ver mejor, por ejemplo. No es nuevo decir que los cerebros de los deportistas son diferentes a los de las personas sedentarias. Sin embargo, muchos de sus efectos han pasado desapercibidos.
Durante años hemos escuchado que el ejercicio es mejor medicina que cualquier pastilla (ver Para saber más), especialmente el aeróbico. La ciencia ha demostrado que la actividad física reduce el deterioro cognitivo asociado con la demencia, la enfermedad de Parkinson y la depresión. Además ha encontrado que esto se debe a que el bombeo de sangre aporta más oxígeno, hormonas y nutrientes al cerebro, lo que lo lleva, como a sus músculos, pulmones y corazón, a crecer más fuerte y ser eficiente.
Ahora bien, un nuevo capítulo está comenzando en cuanto a la comprensión de la influencia del ejercicio físico en la cognición. Los investigadores han encontrado efectos más específicos relacionados con diferentes tipos de ejercicio.
De hecho, al mirar dentro de las cabezas de las personas a quienes les gusta mantenerse activas, se puede ver que diferentes tipos de ejercicios fortalecen y esculpen a este órgano del sistema nervioso central de muchas maneras. Por esto, algunos investigadores trabajan en mirar más allá de los 30 minutos recomendados por la OMS para mantenerse saludable.
Una de ellas es Teresa Liu-Ambrose, de la University of British Columbia en Vancouver, Canadá, quien se preguntó qué beneficios podría acarrear la práctica de ciertas disciplinas. Esto partiendo de que hay indicios de que el ejercicio aeróbico como correr y montar bicicleta podría evitarle sufrir de la Enfermedad de Alzheimer hasta en un 40 %, según un trabajo realizado en 2006 por el equipo de investigación del Group Health Cooperative en Seattle.
A partir de su pregunta por los tipos de ejercicio, la investigadora y su equipo de trabajo comenzaron a buscar maneras de detener la demencia en gente con deterioro cognitivo leve (MCI), una población de adultos con un riesgo incrementado de desarrollarla.
Para probar la idea, Liu-Ambrose comparó los efectos del ejercicio aeróbico y el entrenamiento de fuerza en 86 mujeres con deterioro cognitivo leve. Ella midió su impacto en dos habilidades que se sabe que disminuyen a medida que avanza la condición: memoria y función
ejecutiva, que abarca procesos de pensamiento complejos como el razonamiento, la planificación, la resolución de problemas y la multitarea.
Haciendo seguimiento encontró diferentes tipos de mejoras. En el grupo que levantaba pesas las identificó en la función ejecutiva (ver gráfico), y también les fue mejor en las pruebas de memoria asociativa. En el dedicado al ejercicio aeróbico halló avances en la memoria verbal, y a los que solo se estiraron no les vio ninguna mejora.
Los beneficios se mantienen en la salud de adultos en general, según las investigaciones de Liu-Ambrose. No obstante, los estudios no han demostrado por cuanto tiempo duran los beneficios, pero resultados preliminares sugieren que los adultos tienen que ejercitarse continuamente para mantenerlos