PARA LOS CANDIDATOS “NORMALES” HABRÁ CONTROLES, PARA LOS DE LAS FARC, NO
La débil democracia nuestra ha fallado en el proceso de candidatos por firmas. Teniendo esta vía una buena intención, se ha pervertido, pues no tiene controles y sirve para colar candidaturas sin fuerza política ni moral. Otro aspecto relevante es que los acuerdos de La Habana fueron más allá de las buenas intenciones -por decir- lo de alguna manera- de los negociadores del Gobierno. Los de las Farc vieron mejor las perspectivas políticas que había y hoy reclaman todos los dividendos. En el acuerdo quedó que tenían derecho a presentar candidatos sin cortapisa alguna. Quedó la aporía lógica de que los candidatos normales tienen todos los controles, y los de las Farc, ninguno. Es probable, por eso, que algún partido político tradicional, pequeño, no pueda participar de la vida política en las elecciones legislativas, y un partido nuevo, derivado de un grupo terrorista, tenga una presencia extraordinaria en el Congreso de mínimo diez miembros (cinco en el Senado y cinco en la Cá- mara de Representantes).
La izquierda latinoamericana que apoyó este proceso sabía muy bien qué vendría. De lo que se trata es de asaltar el discurso, e imponer el de un grupo que se va a mostrar como el que representa de verdad al pueblo y viene a rescatarlo de los partidos que lo sometieron al escarnio y al dolor