Empleo a la mujer, ¡qué trabajo!
Ecos de un estudio de la Cepal sobre indicadores económicos en Latinoamérica y el Caribe.
Un reto económico importante supone ser mujer y estar en el mercado laboral de América Latina. Así se puede percibir en el Anuario Estadístico (ver Causas) publicado esta semana por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
En la Región, cinco de cada diez mujeres están ocupadas, mientras que al menos siete de cada decena de hombres pertenece a alguna actividad económica.
En Colombia la distancia es mayor y mientras 58,4 % de las mujeres están ocupadas, el mismo indicador en hombres es de 81,2 %. El desempleo abierto se registra en 11,1 % para la población femenina frente al 8,1 % del indicador masculino (si bien las cifras fueron publicadas en 2018, los datos comparados que se toman son de 2016).
El índice de desocupación en las ciudades también predomina en el segmento femenino con una tasa media de 7,5 % anual en comparación con 6 % del sexo opuesto; el caso más crítico está en las jóvenes, identificadas en un rango de edad entre 15 y 24 años, con 18,6 %.
La desventaja es aún mayor cuando se analiza su actividad, incluso en sectores de baja productividad. La Cepal demuestra que 51 % de las mujeres se encuentra en este indicador, mientras que la tasa de los hombres se da en menor proporción: 44,1 %. En el mismo segmento, se evidencia que 2,2 % son empleadoras y 3,6 % son los hombres que otorgan trabajo.
La proporción diferencial es mayor cuando se habla de asalariados en actividades poco productivas en una distancia de 9,8 % para la población femenina y 14,4 % para el sexo opuesto.
Para el docente de la Universidad Eafit, Ramón Javier Mesa, “el mayor nivel educati- vo de las mujeres no se ha visto compensado por un ingreso masivo del mercado laboral”.
El problema es también cultural, cuando “se observa que en estos países los puestos más representativos están en cabeza de hombres y el acceso de las mujeres no es fácil”, complementa Mesa.
Por sectores con baja productividad, comercio y servicios son actividades dominadas por las mujeres (23,15 % frente a un porcentaje de 15,9 %). También lo son en el empleo doméstico ( 9,6 % versus 0,4 %), — ver Microhistoria—. Entretanto, los trabajos pertenecientes a la actividad agropecuaria están más cerca del género masculino ( 3,4 % frente a 1,3 %), al igual que industria y construcción (6,3 % versus 4,5 %).
Por otra parte, “la brecha salarial de género por mes se redujo de alrededor de 20 % al 15 % (...) porque los ingresos de las mujeres crecieron a una tasa mayor que la de los hombres (25 % y 18 %, respectivamente). No obstante, el pago a las mujeres continúa siendo más bajo que el de los hombres”, se sostiene en el análisis publicado a finales de 2017 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y que comprende un periodo de 10 años, entre 2005 y 2015.
Diferencial entre 2008 y 2016
En una mirada histórica de la Cepal se demuestra que actividades como comercio y servicios han aumentado su participación en detrimento de los demás. Construcción fue una de las labores que más disminuyó: de 9,1 % a 7,3 %.
En 2008, el comercio representaba 21,2 % y ocho años después el porcentaje aumentó a 24,7 %. Otros servicios se comportaron con la misma tendencia y aumentaron de 21,3 % a 24,7 %.
“Históricamente, la pérdida de empleo se ha dado en sectores derivados de la producción exportable”, afirma Mesa; la nueva realidad “suscita la vinculación a micronegocios, que han adquirido importancia y en toda América Latina, la informalidad ha venido aumentando, y la economía, popularmente conocida como ‘del rebusque’ es una alternativa de generación de ingresos”.
Hacia adelante
La OIT prevé que en 2018 seguirá la recomposición de sectores generadores de empleo, con un enfoque en los servicios “mientras que sigue disminuyendo en la agricultura y en la manufactura”.
En el promedio de América Latina y el Caribe, se prevé una tasa de desempleo que “debería descender solo marginalmente”, de 8,2 % en 2017, a 7,7 % en 2019.
“Este año va a ser de mucha volatilidad, sobre todo por cuenta de las elecciones en la Región, lo que afectará el desempeño económico de las naciones, así como la empleabilidad”, afirma Iván Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
La OIT también recalca en la necesidad de poner atención al envejecimiento que no solo afecta los sistemas pensionales, sino también el trabajo.
“Además del desafío que representa un número creciente de jubilados para los sistemas de pensión, una fuerza de trabajo cada vez más vieja también podría tener un impacto directo sobre los mercados laborales. El envejecimiento podría mermar la productividad y ralentizar los ajustes del mercado laboral después de las crisis económicas”, afirma el Director interino del Departamento de Investigación, Sangheon Lee, en la presentación de perspectivas de enero de este año.
En América Latina, la distribución etaria en la actividad laboral tiene su participación más alta entre los 35 y 44 años (82,2 % ), seguida por la población entre 25 y 34 años, y el grupo comprendido entre los 45 y 59 años.
Finalmente, en Colombia, la expectativa de generación permanece en el sector agropecuario con la previsión puesta en el posconflicto como jalonador de la economía