El Colombiano

LA SALUD EN NUESTRAS MANOS

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO david.escobar@comfama.com.co

Me gustaría acudir a tu sabiduría y a la ciencia de tus amigos para ver si se nos ocurre algo mejor que “pedirle acciones urgentes” al gobierno de turno. Me sorprendió que las personas no estamos mencionada­s como parte del Sistema de Salud Colombiano: somos apenas “usuarios” de las IPS y EPS. Se habla de beneficios, planes y regímenes.

Querido Gabriel, El Adriano de Yourcenar, luego de visitar a su médico Hermógenes, escribe: “Es difícil seguir siendo emperador frente a un médico, y también es difícil guardar la calidad de hombre”. Crecimos en un mundo que respeta mucho a los médicos. Valoro eso, porque no hay una profesión más valiosa que la de aquellos que cuidan. Tal vez pondría a su lado la de aquellos que nutren, los maestros. Pero tal vez sea hora de que esa veneración mediante la cual les otorgamos toda la autoridad y responsabi­lidad sobre nuestro cuerpo evolucione a otro nivel ¿No piensas que debemos hacernos cargo de nuestra salud?

Me tienen preocupado las noticias recientes sobre el tema. Precisamen­te esta semana quisiera proponer una tertulia diferente, a partir de preguntarn­os qué podemos hacer las personas comunes para que los colombiano­s seamos más sanos. Me gustaría acudir a tu sabiduría y a la ciencia de tus amigos para ver si se nos ocurre algo mejor que “pedirle acciones urgentes al gobierno de turno”.

No desconozco la responsabi­lidad del Estado en algo tan importante para una sociedad. Solo quisiera actuar como si algo pudiéramos hacer. De pronto aparece algo nuevo… o antiguo.

¿No será que eso de asimilar el cuerpo humano a una máquina ha tenido el efecto de quitarnos agencia sobre nuestra salud?

Fui a Wikipedia para leer sobre el Sistema de Salud Colombiano. Sé que me puedes criticar por buscar allí, pero es bueno para saber qué dice la gente y me sorprendió que las personas no estamos mencionado­s como parte del mismo: somos apenas “usuarios” de las IPS y EPS. Se habla de beneficios, planes y regímenes. No encontré nada de responsabi­lidades y deberes. Tampoco pude encon- trarlos en el sitio web del Ministerio, solo algo sobre la participac­ión ciudadana, pero nada como: cuidarse, no fumar, tomar licor con moderación, comer sano, dormir bien o hacer ejercicio frecuente.

Me podrías decir que voy por el sospechoso camino de prohibir hasta el ron y los pasabocas de las tertulias. No tengas cuidado. Huyo, como tú, de los fundamenta­lismos y creo que hay que disfrutar la vida. Pero temo aún más a quienes niegan la ciencia y no leen las etiquetas de los productos que consumen ¿No crees que nos deberíamos informar y educar mejor sobre lo que nos conviene o no, sobre lo que debemos comer o lo que podemos hacer para cuidarnos? Imagina por ejemplo que desde el colegio haya educación para enseñarnos a escuchar el cuerpo, sentirlo, alimentarl­o, ejercitarl­o y gozarlo. ¿O qué tal enseñar lo mismo en las empresas?

La salud es inseparabl­e de la educación. Por eso me gustan los médicos y enfermeras que son maestros de sus pacientes y les entregan poder sobre su propia vida.

Hagamos una tertulia sobre cuidado y salud, sin perder de vista el placer del encuentro. Te diría, parodiando a Clemenceau, que la salud es un asunto demasiado importante para dejarla solo en manos de médicos y políticos.

Se despide, tu contertuli­o epistolar

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