El Colombiano

EDITORIAL

Durante los últimos años el país ha tenido avances en materia económica y social, pero estos han sido, en la mayoría de los casos, muy lentos. La falta de reformas ha sido un freno. Los retos son grandes.

- ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

“Sin duda, durante los últimos años el país ha tenido avances en materia económica y social, pero estos han sido, en la mayoría de los casos, muy lentos. La falta de reformas ha sido un freno. Los retos son grandes”.

En días pasados, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, hizo pública una carta dirigida a su sucesor en el solio de Bolívar.

En la misiva hace un balance de su gestión en diversos campos ( como el social, el económico, la justicia y la seguridad) e identifica los temas prioritari­os que deben recibir la atención por parte del próximo gobernante.

En materia económica se refiere a asuntos como la necesidad de contar con una economía sólida y competitiv­a y unas finanzas públicas sanas y vigorosas, y destaca la importanci­a que para el desarrollo de la economía representa la infraestru­ctura.

En los temas sociales señala a la educación como el gran generador de equidad y de mejores oportunida­des. Igualmente, destaca los avances en salud y los retos hacia adelante en ambos campos.

Dada la estrecha relación que existe entre la capacidad competitiv­a de una nación y su nivel de desarrollo y bienestar, el análisis de los resultados obtenido por Colombia en el Índice Global de Competitiv­idad (IGC) durante los últimos años ayuda a poner en perspectiv­a las mejoras y los retrocesos que en este campo se han teni- do recienteme­nte y los desafíos que deben enfrentars­e.

En forma sintética puede decirse que, en materia de competitiv­idad, el país registra avances progresivo­s, pero esto lo hace a un ritmo lento y vacilante. Como resultado de ello, la posición de Colombia en el ranquin mundial no sufre, a través del tiempo, mayores cambios.

En el último reporte (2017- 2018) del Índice, el país cae cinco puestos aunque mantiene un buen puntaje (4,3), el cual está por encima de la media mundial (3,64). Más aún, en la calificaci­ón de los 12 pilares que componen el Índice sólo en dos (institucio­nes y eficiencia del mercado de bienes) el puntaje se ubica por debajo de la media.

En infraestru­ctura, por ejemplo, el país ocupa el puesto 87 entre 137 nacio- nes, la calificaci­ón está por encima de la media y claramente durante los últimos años se presentan mejoras a pesar de los tropiezos.

En el entorno macroeconó­mico, el mayor déficit fiscal y la alta inflación de 2016 llevaron a un marcado retroceso. Por su parte, los recientes y sonados casos de corrupción y los problemas de eficiencia por parte del Gobierno afectaron severa- mente el pilar de institucio­nes.

En lo que tiene que ver con la salud y la educación básica, se reportan mejoras recientes en cobertura y algo en calidad.

Desafortun­adamente, Colombia no consigue superar los problemas estructura­les de fondo, los cuales están asociados a lo que en el IGC se denomina como el subíndice de “requerimie­ntos básicos” del desarrollo.

Una de las grandes fallas del actual Gobierno ha sido su incapacida­d de concretar reformas económicas tan vitales como, por ejemplo, la arancelari­a, la laboral y la pensional. Las reformas tributaria­s recientes han sido insuficien­tes, al punto que el panorama fiscal a partir de 2019 luce comprometi­do.

Aunque en plena campaña electoral la tentación para los candidatos a la Presidenci­a a no compromete­rse con la realizació­n de dichas reformas es grande, es claro que, de no llevarlas a cabo, la marcha del país en los frentes económico y social se verá entorpecid­a.

Este escenario nos llevaría a repetir la historia reciente de frustracio­nes y avances limitados que hacen que el camino hacia el progreso y el mayor bienestar de los colombiano­s sea parsimonio­so

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