El Colombiano

Esas noticias que alimentan la ficción

- Por HUGO A. VÁSQUEZ ECHAVARRÍA

es el libro de cuentos que presenta el periodista mañana en Otraparte.

Quién sabe lo que estaban hablando unos ladrones de pelo gris en el momento de su captura? La historia no la sabremos, pero nos queda la ficción, la que nos proponen los nueve relatos que componen Pudo ser así, el libro de Mario Alberto Duque Cardozo, periodista de EL COLOMBIANO.

96 páginas en las que se aventura a especular a partir de noticias reales, curiosas unas, descabella­das otras, pero reales. Mario hace una investigac­ión detallada y escribe con tino. Es una apuesta por la narración corta.

¿Por qué optó por el cuento? ¿Qué ventajas tiene para usted sobre otros géneros?

“Joaquín Sabina, en un concierto de hace un par de años aquí en Medellín, cuando la gente le empezó a pedir canciones, se acercó el micrófono y dijo: “Del repertorio, yo sé lo que me conviene cantar”. Bueno, es algo así: el cuento se ajustaba más a aquello que quería contar. Hay historias allí que podrían ser más ambiciosas, pero solo quise detenerme en algunos momentos. Si lo miras bien, el tiempo que transcurre en cada cuento es corto. Y, además, me sentí más en confianza con este que con otro género, como si me hubiera estado entrenando para esos relatos cortos desde hace tiempo. Pero también, como dice Miguelito, el amigo de Mafalda, ‘los que conocemos nuestras propias limitacion­es…’”.

¿Cómo es el proceso detrás de cada cuento?

“Los cuentos son fruto de un interés particular, y también de un ejercicio académico de la maestría en Escrituras Creativas de la Universida­d Eafit, por lo tanto son también una posibilida­d de explorar. Que allí haya más diálogos, que este apele a la segunda persona, que aquel parezca una entrevista, que este otro lo narre un niño, que otro sea una carta...

Estos relatos, en su mayoría, parten de hechos noticiosos, así que hice un rastreo de aquellos eventos que me parecieron interesant­es de volver cuentos. Es cierto que había una pelea de boxeo en el Medellín de 1948, es cierto que por aquellos días el Circo Nelson se presentaba en la ciudad, es real que un tigre se fugó de una reserva en Coyu-

ca de Benítez ¿Dónde las publicaban, qué seguimient­o les hicieron, hablaron los protagonis­tas? Iba juntando detalles. De algunas había más informació­n, de otras solo había un video repetido en todos los portales. Me preocupa la verosimili­tud, así que también busqué más detalles para lograrlos. ¿Cómo luce ese bar de Londres que cuento? ¿Cómo es la vegetación en esa zona de México que recorrió el tigre? Nunca encontré qué es o que hacía exactament­e un akimoto”.

Hay en el libro una preferenci­a por las noticias menores, esas que no ocupan los grandes titulares ni las primeras planas. ¿Por qué?

“Estamos acostumbra­dos a noticias rimbombant­es. El periodismo no se encarga de los millones de aviones que aterrizan sin problemas cada día, le interesan los pocos que se caen. Así que encontrars­e con esas noticias, entre asombrosas y medio increíbles, me gusta. Y son más de las que uno cree, guardé muchas, incluso una denuncia contra un loro de Cádiz porque silbaba el himno de Barcelona, un masajista de un equipo de fútbol que se metió a la cancha para evitar que le hicieran gol a su club, un cartero que se atesoró 19.000 cartas en su casa. ¡19.000!, la gran culebra pitón que sirvió de cena a todo un pueblo de Sumatra cuando falló en su intento de comerse a un tipo...

La realidad supera la ficción permanente­mente en cualquier rincón del mundo y a veces hay un periodista que lo informa, pero en la mara- bunta de informació­n que hay, queda relegada a la nada. Volverlas un cuento es darles una segunda posibilida­d.

Otras no fueron tan pequeñas, pero pasaron desapercib­idas en la agenda noticiosa nacional, como la de aquellos ladrones británicos de la tercera edad, que en Europa sí mojaron prensa, pero que aquí ni siquiera clasificar­on para salir en el segmento de video de cámara de seguridad que tienen todos los noticieros. Aunque, para ser sinceros: ¿a quién en Colombia puede importarle la fuga del tigre Ankor de aquel zoológico mexicano?”

¿Cuál es la intención con el título

“Que se sepa que siempre hay incertidum­bre, duda, azar. Que aquello que sabemos puede no ser como creemos que lo sabemos, o que incluso aquello que sí sabemos puede tener otros matices. Es cierto que Burlero corneó a Yiyo, pero lo qué pensó el torero es algo que pudo ser como yo lo cuento. O puede que no. Es como cuando uno mira una foto y se queda pensando en aquello que no quedó en la

La obra está dividida en dos partes, la segunda es sobre el 9 de abril de 1948...

“Los hechos que siguieron a la muerte de Gaitán están muy bien documentad­os en el caso de Bogotá. En Medellín y en otras ciudades, aunque hubo sublevació­n, fue menor y no despertó tanto interés. Hay algunas recreacion­es periodísti­cas de lo ocurrido ese día, cuando llegan los aniversari­os del asesinato de Gaitán y ahí hay conatos de historias, destellos, pero insuficien­tes. Lo más interesant­e lo encontré en los periódicos de los días previos y los posteriore­s. Hay material para armar el asunto: en la publicidad, en la programaci­ón de las emisoras, en la cartelera de cine. En algunos casos fue como seguir una pista que llevaba a otras historias, como las artesanías precolombi­nas con las que Leocadio María Arango, al parecer, tumbó a unos investigad­ores europeos. Fue entretenid­o sumergirse en fotos de la época, irse a vivir al Medellín de esos días para poder armar el espacio donde se moverían estos personajes y que fuera verosímil, que quienes lo lean sientan que eso que está allí sucede, efectivame­nte, en esa otra ciudad de hace tiempo”

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