UNA CUMBRE COMO DISTRACCIÓN
El gobierno de Perú, anfitrión de la próxima Cumbre de las Américas a celebrarse en abril, anunció que Nicolás Maduro no será bienvenido en la cita y no podrá asistir “ni por aire, ni por mar, ni por tierra”. Que las fronteras peruanas están cerradas para su comitiva, considerada inconstitucional y antidemocrática. El venezolano, feliz con discusiones inocuas que desvíen el foco de la catástrofe social y económica de su país, replicó con sorna su deseo de entrar a la fuerza a la reunión. “Me van a ver”, amenazó. “Llueva, truene o relampaguee”.
La verdad es que esta Cumbre, dispuesta cada tres años como un encuentro diplomático y comercial de los presidentes de América, sirve para poco y se le recuerda más como un foco de pequeños escándalos o momentos diplomáticos bizarros. Se habla más del libro que Chávez le dio a Obama en Trinidad y Tobago en el 2009, o del humillante episodio del Servicio Secreto estadounidense con un grupo de prostitutas en Cartagena en el 2012, que de los acuerdos logrados por las cancillerías. Y en ese mismo camino, la VIII Cumbre construye su propio show.
Ya se vienen las declaraciones cruzadas entre Caracas y Lima. La alharaca vergonzosa de un lado y las formas incómodas del otro. La bipolaridad de Maduro con sus risas y sus gritos y sus amenazas de conspiraciones que brotan de cada rincón, interno y externo.
La cita será el 13 y 14 de abril, tan solo unos días antes de las absurdas y monopartidistas elecciones presidenciales venezolanas. Parecería entonces un disparate creer que el chavismo se aventure a un desgaste internacional en esa época, cuando la crispación política alcance su máximo nivel. Sin embargo, con Maduro nada se sabe. Podría confabular algún tipo de reunión paralela en tierra peruana y un escándalo de llantos y amenazas cuando no se le permita aterrizar su avión. O podría, simplemente, despotricar desde su silla en Miraflores y evitar el papelón.
De cualquier forma, todo bullicio externo le viene bien y empezaremos dentro de poco a escuchar el tire y afloje de la ridiculez. Porque son los juegos que le encantan al régimen, los que le dan oxígeno, en los que se mueve como jugador despiadado: riendo y bailando e insultando al aire con micrófono en mano mientras su gente se muere de hambre
Con Maduro nada se sabe. Podría confabular algún tipo de reunión paralela en tierra peruana o un escándalo de llantos y amenazas.