Cuando los crocs son obras de arte
Movimientos de la Imagen II se inaugura en el Museo de Antioquia. Un proyecto en el que se llevan otras artes al mundo de la plástica.
De lejos es una foto de la selva. Enredos de verde por aquí y por allá. Nada más. De cerca hay nueve guerrilleros. Se pueden contar, aunque los últimos dos están más perdidos que los otros siete. Es la foto favorita del fotoreportero Federico Ríos, eso dice.
Huele a selva. Literal desde que se entra a la sala temporal norte del Museo de Antioquia, y más si se mira esa fotografía de cuatro metros y medio que está al frente de la puerta y que tiene en la mitad una línea de fotos más pequeñas, pero que es la selva misma congelada con sus árboles de verdes distintos, con sus pedazos de color café, con las pocas sombras y los pocos huecos.
Huele a laurel cuando se en-
tiende que detrás de la exposición de fotografías de Federico, Venus 41. Entre trochas e incertidumbres, hay un teatro y una obra montada, O marinheiro, del Matacandelas, que es también una pieza de arte que se llama El escenario. Instalaciones alrededor del teatro y la danza contemporánea en el Museo. Las dos son parte de Movi
mientos de la Imagen II, una plataforma pedagógica –dice
Carolina Chacón, cocuradora con Nydia Gutiérrez de este proyecto, mientras camina entre las imágenes– y no tanto una exposición.
– Lo que hace la plataforma es preguntarse qué pasa cuando disciplinas que no son de las artes plásticas y visuales, por ejemplo el teatro y la danza contemporánea, vienen al museo –comenta Carolina.
Por eso al final de la sala está el escenario y el lugar donde los espectadores van a ver esa puesta en escena que ahora está colgada (eso sí es un decir) y estructurada para ser obra de museo.
–Es la repetición de una estrategia pedagógica del museo que busca reflexionar sobre las mutaciones en los lenguajes del arte, es decir, cómo el teatro se vuelve instalación, la fotografía documental se vuelve pieza de exhibición. Se trata de revisar esas transformaciones en los lenguajes y el cambio que generan en la institución museo –señala Nydia.
Porque durante tres sábados de marzo (3, 10 y 17), Oh marinheiro sí se presentará como cuando se sube a las tablas, con sus temporalidades y demás, pero sin dejar de estar ahí, donde no suele estar ni presentarse. Donde no suele haber escenario.
Esas preguntas
Movimientos de la imagen II es eso: exploraciones que en- cuentran al espectador en la otra sala con unas pantallas entre las que camina, mientras ve el proyecto del colectivo Mapa Teatro: durante muchos años documentaron la transformación del barrio Santa Inés de Bogotá, conocido como El Cartucho, en lo que ahora es el parque Tercer Milenio, o un no lugar, como lo llaman ellos. En esas pantallas está la historia de las personas que vivieron allí, que fueron desalojadas, que cuentan cómo era vivir en ese espacio. Hay sillas, porque el que ve es cómplice de esas ruinas.
–En una exposición tradicional –explica Carolina– las imágenes estaban quietas en un lugar y había una disposición espacial para que como espectador te quedaras en una posición fija contemplando un objeto. Nuestra pregunta es qué pasa cuando los medios audiovisuales habitan el museo y las imágenes se mueven y el espectador se tiene que mover.
Nydia dice que hay un tema transversal a estos primeros tres componentes que se ven desde hoy en el de Antioquia –hay más que se irán abriendo en los próximos días como La Esquina (ver informe)–: la pregunta por el uso político del territorio.
Nada aquí parece quedarse quieto. Porque luego hay que volver a la exposición de Fede
rico Ríos y mirar, sin afán, para descubrir, por ejemplo, que esas botas pantaneras que ya no son botas porque les cortaron la parte de arriba y les hicieron huecos para poder ir con ellos a lavar al río –eso lo cuenta el fotógrafo–, se han convertido en unos crocs