Marihuana o alcohol, ¿cuál afecta más al cerebro?
Con la legalización del uso de la marihuana para fines medicínales o recreativos en varias partes del mundo ha aumentado el interés por conocer sus efectos, especialmente en los jóvenes. De hecho, aunque en Colombia no es legal, según el Reporte de Drogas Colombia 2016, del total de quienes usaron drogas en el último año, el 87 % consumió marihuana.
Un estudio reciente sugiere que el alcohol puede tener un mayor impacto en el cerebro que el cannabis, sustancia que ya se usaba hace 8.000 años en China. Este efecto se da especialmente en los adolescentes.
Una de sus conclusiones sugiere que “la severidad de beber alcohol se relaciona con un volumen menor de materia gris y afecta la integridad de la sustancia blanca en los adultos. En los adolescentes, se asocia con un menor volumen de materia gris, que consiste en cuerpos de células cerebrales y sinapsis”.
Justamente la materia gris se encuentra en las regiones del cerebro implicadas en el control muscular, ver y oír, la memoria, las emociones, el habla y la toma de decisiones.
En los adultos, el consumo de alcohol también se relacionó con la disminución de la integridad de la sustancia blanca del cerebro, que se compone principalmente de largas fibras nerviosas que
transmiten la información de las diferentes partes del cuerpo hacia la corteza cerebral.
El consumo de cannabis, por otro lado, no se asoció con disminuciones de materia gris o blanca. “La diferencia entre el alcohol y la marihuana es dramática”, dijo el autor principal del estudio, Kent Hutchison, profesor de neurociencia en la Universidad de Colorado al portal LiveScience.
Otros estudios han sugerido que los efectos de la marihuana en el cerebro dependen
de factores como la genética.
Una investigación de 2016, por ejemplo, no encontró cambios en la sustancia gris después del consumo de marihuana, pero descubrió que la droga estaba relacionada con la disminución de la calidad de las conexiones entre las células cerebrales, especialmente para las personas que comenzaron a usarla en edades tempranas.
Los investigadores controlaron estadísticamente el consumo de alcohol mientras buscaban los efectos del cannabis y viceversa. Lo que encontraron para el alcohol no fue sorprendente, considerando que este es una neurotoxina conocida. El documento sugiere que el mayor consumo de alcohol condujo a mayores disminuciones en la calidad de las conexiones en la sustancia blanca