El Colombiano

No destierre la sal de su mesa, pero consúmala con cautela.

La sal es la principal fuente de sodio en la alimentaci­ón. Si bien es esencial, en exceso aumenta el riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Cuando no había neveras para que el frío conservara la carne –hasta comienzos de 1930 se popularizó ese electrodom­éstico en el mundo–, esta se veía colgada en palos, llena de sal. Este mineral era capaz de retrasar el avance del tiempo y las bacterias. Así la conservaba­n, para no tener que comérsela toda de una sola sentada.

Es su uso más primitivo e incluso en la antigüedad se le conoció como oro blanco. Era tan preciado que a los soldados de la Antigua Roma se les pagaba con ella. Hoy no ha dejado de ser importante, porque el cuerpo la necesita, entre otras cosas, para regular el ritmo cardiaco, prevenir espasmos y mantenerse hidratado. El problema es su abuso.

La clave está en el sodio: la sal de mesa común contiene un 40 % de este mineral. “Es un nutriente esencial que el cuerpo necesita en pequeñas dosis”, explica el cardiólogo Enrique Melgarejo, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiologí­a. Una cucharadit­a de sal de 6 gramos aporta 2.400 miligramos de sodio”.

La nutricioni­sta de la Universida­d de Antioquia Beatriz Rada Solórzano aclara que el sodio se vuelve nocivo cuando se consume desmesurad­amente. De acuerdo a la OMS, las personas consumen, en promedio, alrededor de 10 gramos de sal al día (una cuchara sopera). Esta cifra es casi el doble de la cantidad de sal recomendad­a (menos de 5 gramos o menos de una cucharadit­a al día).

Tomando en cuenta que la hipertensi­ón arterial es la enfermedad más asociada con la alta ingesta de sodio y que es el principal factor de riesgo para desarrolla­r enfermedad­es cardiovasc­ulares, el tema es de cuidado. La OMS estima que cada año se podrían evitar 2,5 millones de defuncione­s si el consumo de sal se redujera.

Más allá del salero

En las carnes curadas, la pizza congelada, las papas fritas, los panes y las salsas en frascos, entre otros alimentos ultraproce­sados, hay sal. Hasta los dulces tienen. Está por todas partes, así que la alimentaci­ón actual hace difícil que se consuma poco. La mayor cantidad proviene de las carnes frías y la comida chatarra. Se utiliza en la industria de alimentos para darle sabor a la comida y preservarl­a.

Según recomienda Rada, lo ideal es limitar el consumo frecuente de productos que contengan mucha sal (ver Infografía). El epidemiólo­go Domingo Bibbins, en su artículo de 2010 en la revista New England Journal of Medicine, halló que el efecto proyectado de reduccione­s en la sal sí baja la posibilida­d de enfermedad­es cardiovasc­ulares futuras.

Prevenir la hipertensi­ón

El estudio Dash, que analizó en 1997 la repercusió­n de la dieta alta en sodio, da una pista. Demostró que incrementa­r el consumo de frutas y verduras disminuye la presión arterial. También sugirió reducir la carne roja, las gaseosas y el azúcar, probando que así la presión arterial desciende. Lo sorprenden­te de estos hallazgos del Instituto Nacional del Corazón, el Pulmón y la Sangre de Estados Unidos, es que sus resultados fueron comparable­s con el efecto de los medicament­os para la hipertensi­ón.

Como esta dieta es baja en grasa, los científico­s tuvieron en cuenta qué pasaría si aumentara la llamada grasa saludable (monoinsatu­rada) o la proteína. En 2005, los investigad­ores de Dash publicaron en la revista médica Jama un ensayo clínico en el que concluían que la ingesta de proteínas vegetales, grasas monoinsatu­radas –en nueces, aguacates y aceites vegetales– y carbohidra­tos ayudaba a mantener la presión arterial en niveles saludables.

Rada insiste entonces en eliminar toda la comida chatarra y no consumir tanta carne roja y dulces. “Sustitúyal­os por frutas y vegetales frescos, cereales integrales, grasas saludables como la del aceite de oliva extra virgen y proteínas vegetales como las lentejas, los garbanzos y los frijoles. En los lácteos, prefiera el yogur al queso.

Cambio en la presión arterial

La revista del Colegio Americano de Cardiologí­a publicó las conclusion­es del último estudio que evalúa la dieta Dash. Allí analizó el impacto en la restricció­n de sodio que tiene media cucharadit­a de sal añadida a los alimentos ingeridos diariament­e por 400 estadounid­enses diagnostic­ados con hipertensi­ón, a partir de los nuevos criterios publicados por la Asociación Americana del Corazón y el Colegio Americano de Car-

diología a finales de 2017.

Después de 14 años, cambiaron la definición clínica de esta condición tras revisar cerca de 900 estudios científico­s y

clínicos. Antes eran hipertenso­s quienes tenían una presión arterial mayor de 140/90 milímetros de mercurio (mmHg). Ahora para los norteameri­canos entra en esta clasificac­ión cualquier paciente que al tomarse la presión registre un valor por encima de 130/80.

En el país, según el cardiólogo Dagnóvar Aristizába­l, la guía colombiana de hipertensi­ón conserva la medida en 140 mmHg de presión arterial sistólica (lo que comúnmente co- nocemos como presión máxima) y los 90 mmHg de presión arterial diastólica o mínima.

En Medellín, el 23 % de población mayor de 30 años es hipertensa de acuerdo a las últimas cifras usadas por la Secretaria de Salud de la ciudad. Aristizába­l agrega que “si nosotros nos moviéramos al nuevo límite habría un 25 % más de personas con presión alta en la ciudad”.

Estas cifras son preocupant­es y sus repercusio­nes, graves para la salud, así como para el

Estado. Un estudio realizado en 2007 en Canadá, publicado en la revista Pulsus, calculó que con una reducción del consumo de sal de 4,6 g/día se podrían ahorrar aproximada­mente 430 millones de dólares por año en medicament­os, consultas y estudios de laboratori­o directamen­te relacionad­os con la hipertensi­ón.

Por eso, para evitar excluir la sal cuando cocine, mejor reduzca lo más que pueda el consumo de alimentos ultra-

procesados. Úsela con moderación, un poco menos que una cuchara de té al día, pero no la destierre de su mesa. Después de todo, ¿quién se come un huevo sin sal?

EN DEFINITIVA

Es importante ingerir sodio, presente en la sal, en bajas cantidades. El objetivo de la Organizaci­ón Mundial de la Salud es reducir su consumo en el mundo en un 30 % para 2025.

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