¿QUÉ PASÓ CON LA REFORMA A LA JUSTICIA? (I)
Decía cierto analista: en Colombia todo es grave, pero nada es importante. Significa que frente a hechos de distinta índole que permanentemente ocurren en nuestra convulsionada sociedad, suele presentarse una inmediata y en ocasiones desproporcionada reacción. Cualquier suceso origina una intensa corriente de opinión, los medios se mueven presurosos y con gran diligencia, la sociedad se confunde, la clase política reacciona más con la pasión que con la razón, los analistas devoramos la información y plasmamos nuestros comentarios a través de medios físicos y virtuales. Es decir, se genera una enorme reacción en cadena, de manera que lo ocurrido suele presentarse como algo muy grave, en ocasiones con visos de catástrofe.
Lo curioso es que el hecho, no importa su naturaleza, conmueve y remueve la conciencia colectiva pero sólo en forma fugaz y momentánea. Su “gravedad” cesa muy pronto. Sólo se necesita que ocurra algo nuevo, así sea sin importancia. Un partido de fútbol de la selección nacional, el triunfo de uno de nuestros ciclistas en alguna prueba internacional, el destacado papel de un atleta en algún torneo, el triunfo de nuestra reina nacional de la belleza en un evento internacional o de uno de nuestros consagrados artistas populares del canto u otra disciplina, en fin, basta con que ocurra algún acontecimiento que medianamente afecte o interese al ciudadano común, o simplemente llegue un periodo de vacancia como fin de año, Semana Santa, in- cluso fin de semana, o que ocurra algún otro hecho nuevo de mediano interés mediático, para que aquel “grave” evento, que definitivamente nunca fue importante, pase a un segundo o tercer plano y del mismo poco se vuelva a saber.
Esto ocurre con el trajinado y preocupante tema de la reforma a la justicia. El país entró en una especie de estupor, cuando se destapó el escándalo por la corrupción en el caso Odebrecht, al que han sido vinculadas altas personalidades de la justicia como el tristemente célebre fiscal anticorrupción, un cuestionado expresidente de la Corte Suprema de Justicia y de su Sala Penal, un expresidente del Consejo Superior de la Judicatura, así como algunos abogados, congresistas, gobernadores, alcaldes y otros servidores públicos aún en ejercicio. Todo hizo pensar que los actos de corrupción que se vivían tenían como núcleo principal los altos mandos de la rama judicial, lo que obligaba a re- plantear su institucionalidad, su integración y sus funciones. Las reuniones y foros adelantados por el Gobierno a través del Ministerio de Justicia y del Derecho y por la Procuraduría General de la Nación, constituyeron muestra clara de la necesidad de analizar y buscar soluciones a un asunto que dejaba de ser simplemente grave para convertirse en definitivamente importante.
Lamentablemente con el paso de los días el tema perdió importancia, no ha vuelto a ser tratado por el Gobierno ni por las Altas Cortes ni por los distintos sectores de la política. Parece que simplemente permanece como un hecho grave pero no importante
Con el paso de los días, el tema de la reforma a la justicia perdió importancia, no ha vuelto a ser tratado por el Gobierno ni por las Altas Cortes ni por los distintos sectores de la política.