Virtualidad, aliada de la técnica
Este es el camino de la formación terciaria para fortalecer su presencia.
La formación virtual es más que ver videos en Youtube, hacer los trabajos en Google Docs y enviarlos por correo electrónico o comunicarse con el tutor o docente por Whatsapp.
Plantea Sebastián Echeverri, director de eCesde, que esta herramienta educativa, que en la educación técnica es muy aplicada para dictar cursos, seminarios, diplomados o módulos de algunos de sus programas formativos, debe ser más una experiencia para el alumno que simplemente un canal de comunicación.
Antes, Camilo Castaño, comunicador del Censa, aclara que la educación técnica virtual no existe legalmente. Es decir, por regulación estas instituciones no pueden ofrecer alguno de sus programas como educación virtual; por el contrario, cursos de actualización profesional como seminarios o diplomados, incluso módulos dentro de sus pro- gramas, están permitidos.
La virtualidad, agrega Jorge Bejarano, gerente de Compuestudio, les ha permitido reunir en una misma sala a estudiantes ubicados en Medellín, Cali, Montería o Urabá, siempre con la intermediación de un docente o tutor.
Esta herramienta cada vez es más utilizada en las instituciones de educación técnica para el trabajo, dadas las facilidades para los estudiantes en movilidad, tiempo y acceso oportuno a la información, pero el éxito de esta estrategia depende de varios factores.
No solo es tecnología
Para ver un video grabado en una clase presencial, existe YouTube. Sebastián Echeverri, de eCesde, asume la formación virtual como una experiencia, más que una herramienta tecnológica.
Cerca de 7.000 alumnos en las sedes de Perú y Colombia de dicha institución se forman en ambientes virtuales mediante una plataforma propia,
hecha a la medida de sus necesidades y de la institución. En este punto, Echeverri hace énfasis en que la estrategia no solo apunta a colocar contenidos, sino a dinamizarlos. Por eso la intermediación de un docente es tan importante, aun cuando hay usuarios que son muy autónomos en sus actividades. “La virtualidad no debe ser vista como un asunto de costos, sino de cultura”, plantea el director del eCesde.
En esa cultura el compro-
miso del estudiante es clave. Camilo Castaño, del Censa, cuenta que cerca de un 70% de los 15.000 alumnos que están activos en la formación presencial hacen uso de la virtualidad, y los cursos que realizan son homologables como guías de la presencialidad; es decir que deben convalidar mediante un examen lo aprendido en los ambientes virtuales.
Otra faceta con esta herramienta son los cursos personalizados que les ofrecen a las empresas, con contenidos propios en una plataforma de elearning. Los más demandados son los cursos de normas Niif, de calidad ISO 9001, de contabilidad y contaduría, y los de ofimática.
Un complemento
Jorge Bejarano, gerente de Compuestudio, señala que la balanza entre los alumnos que estudian en la presencialidad y quienes lo hacen de forma virtual es de un 80%-20%; una y otra modalidad deben complementarse, de manera que haya un seguimiento más exhaustivo a sus deberes pero también se les colabore para que las puedan desarrollar aún cuando tengan dificultades de tiempo y espacio