EL “PAPELITO”
Un secretario de seguridad acepta cargos penales en un arreglo con la Fiscalía. Siempre se ha dicho que ese funcionario es una “cuota” del empresariado, ¿dónde tienen metida la cabeza los avestruces? ¿Y aquellos que fueron elegidos en las urnas y elevaron a Gus
tavo Villegas a tan alto rango? Nadie explica nada. En una llamada interceptada al ganadero Juan Gui
llermo Villegas, se oye la voz de un senador, cabeza de partido y expresidente de la República, diciendo: “Esta llamada la están escuchando esos hijueputas” (entiéndase por “hijueputas”: magistrados de la Corte Suprema de Justicia). Para defender su inocencia, Álvaro Uribe se vale de videos con los testimonios de un exparamilitar.
Primero, ¿cómo así que un expresidente “defiende su inocencia” en una red social (como si se tratara de una disputa de barrio)? y, segundo, ¡¿el testimonio de un exparamilitar como prenda de garantía?! ¿Dónde queda el sentido de la Dignidad?
La culpa es del papelito. Pero no el que Juan Gómez
Martínez le entregó a Uribe en una fiesta, el mismo que advertía sobre interceptaciones; sino aquel que cada cuatro años tachamos con un marcador.
Nos es indiferente el silencio estatal ante el caso de Gustavo Villegas. Aceptamos con resignación que los escándalos que rodean a Álvaro
Uribe se reduzcan a “persecución”. Parecemos olvidar que es por obra de la democracia que personajes como Villegas y Uribe llegaron al poder. Uno, nombrado, y el otro, elegido en las urnas.
El certificado electoral es una garantía: si depositamos votos por estas personas, tenemos el derecho legítimo a exigir que nos expliquen su proceder. No estamos reclamando un favor.
Pensar las elecciones en Colombia como una fiesta democrática es bastante complejo. Descendamos un poco en el nivel de expectativas, retornemos a lo fundamental: ¿acaso los partidos se preocupan por lo mínimo, como hacerles control político a los integrantes de su partido en el Congreso, revisar su asistencia a las sesiones o llevar cuenta de los proyectos en los que han participado o de los que son autores? ¿Acaso nosotros, ciudadanos críticos, lo hace- mos? ( Congreso visible es una buena opción de seguimiento del proceder de senadores y representantes).
Estos descuidos de los ciudadanos y de las instituciones en los sistemas democráticos son los que dan cabida al discurso de la desesperanza, de gran acogida en época preelectoral: “Todos son corruptos”, “los mismos con las mismas”. Basta con mirar los nefastos resultados que arrojó este tipo de discurso en Estados Unidos: Donald Trump es, en buena parte, el resultado del apocalipsis político, la negación de la racionalidad.
Después de estudiar las propuestas de diversos candidatos, votaría sin dudarlo por Daniel Duque, a la Cámara de Representantes. O para el Senado, por Antanas Mokus, Angélica Lozano, Jorge
Robledo o Iván Marulanda. Pero antes que sugerir nombres a los lectores, mi intención es otra: no hacerle el juego al abstencionismo y menos a quienes piensan que están por encima de la norma, aquellos que se empeñan en desconocer el deber sagrado de responderles a sus votantes ■
Mi intención es no hacerle el juego al abstencionismo y menos a quienes piensan que están por encima de la norma.