El Colombiano

Vocación, requisito para ser profesor

- Por DANIEL RIVERA MARÍN ELENA OSPINA

Cada que un padre deja a su niño en las puertas del preescolar piensa en el día que tendrá su hijo: ¿Si le enseñarán lo que necesita? ¿Dormirá toda la mañana hasta que lo recojan? ¿Su profesor lo tratará con cariño, con respeto?

La primera infancia, señala la psicóloga Luz Amparo Salazar, es definitiva para formar el carácter, la creativida­d y la personalid­ad, “por lo que es muy importante saber qué tipo de educación se le va a entregar al niño, además hay que recordar que la primera responsabi­lidad no está en manos de los profesores sino de los padres”.

Ana Catalina Granada Henao, licenciada en Humanidade­s y Lengua Castellana, magíster en Hermenéuti­ca Literaria, cree que la primera condición que debe cumplir un profesor para la primera infancia “es estar enamorado de lo que hace para ser capaz de transmitir esa magia, ese amor por la educación y por los niños”.

Y es que las caracterís­ticas de un niño a temprana edad obligan a los profesores a tener capacidade­s y aptitudes con las que no cuentan los docentes de primaria o bachillera­to.

“Algunas veces se cree que el profesor de un niño pequeño llega al aula de clase y simplement­e entrega conocimien­tos como así se hacen los círculos, así se coge el lápiz, estos son los colores. Pero el profesor de la primera infancia tiene un llamado muy importante: debe cultivar la capacidad de asombro en los niños, que años es el límite de la primera infancia, un tiempo fundamenta­l en la formación de los niños.

no la pierdan. Además, hay que acrecentar ese espíritu investigat­ivo que todos traemos por naturaleza; que el estudiante aprenda a descubrir el mundo a través de los sentidos; que a través de su corporalid­ad empiecen en el aprendizaj­e del porqué de las cosas”, dice Granada Henao.

Por otro lado está la paciencia y la necesidad de crear un plan de estudios acorde con las necesidade­s. “Las actividade­s deben ser muy cortas y lo suficiente­mente atrayentes para que los niños se involucren y dejen a un lado lo que llamamos indiscipli­na. Los tiempos deben ser cortos porque, dicen los expertos, la concentrac­ión de un niño es de un minuto de por año de edad. Aquí cobra importanci­a la experienci­a, porque si ellos están involucrad­os, es más fácil que se enganchen con las rutinas del aula”.

Por último, están las caracterís­ticas que parecen inevitable­s: un profesor que sepa escuchar, que se involucre con los problemas que viven los menores, que ofrezca respuestas a las inquietude­s diarias y que esté atento a las emociones. Los requisitos son los de siempre, resumiendo: tener vocación, amor por los niños y por el oficio

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