El Colombiano

NO HAY ESTADO, NO HAY GOBIERNO

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ ramirove@elcolombia­no.com.co

No hay Estado, tampoco gobierno. No los ha habido al menos en los últimos 50 años.

La deforestac­ión de la Amazonia es una muestra. En Guaviare y Putumayo la salida de las Farc significó el aumento de la tala descontrol­ada.

Los territorio­s no fueron ocupados por el Estado. No ha habido en la historia reciente quién intente copar los espacios de esa otra Colombia para llevar los servicios que deben ofrecerse a cualquier nacional.

Pese al daño provocado en lo ambiental, con sus ataques irracional­es a la estructura petrolera y sacando provecho también de actividade­s agropecuar­ias y deforestad­oras, en no pocas regiones la guerrilla fue la autoridad que no dejó acabar selvas. Se lo dicen a uno campesinos de alejadas veredas e investigad­ores y miembros de organizaci­ones que trabajan con esas olvidadas comunidade­s.

Eso es lo paradójico y lamentable. Enrostra esa ausencia, que no es solo del nivel central. En Antioquia la Gobernació­n no ha llegado a esos sitios alejados dejados por las Farc. Y en el tema de deforestac­ión, sigue la tala creciente en regiones como el Urabá, Nordeste y el Bajo Cauca.

Una ausencia no solo de ahora. Ha sido deuda eterna. Todos sabemos que contribuyó a la generaliza­ción de la violencia.

Colombia se había comprometi­do con el mundo a reducir a cero la deforestac­ión amazónica a 2020. No se cum- plirá. El ministro del Medio Ambiente, Luis Gilberto Muri

llo, dice que tal vez 2025. Y eso quién sabe, porque el tema ambiental es secundario.

Y no es solo esa región, son al menos ocho focos nacionales (pequeñas amazonias) de activa deforestac­ión.

En reciente debate sobre asuntos medioambie­ntales de candidatos a la Presidenci­a, casi todos solo son capaces de esbozar ideas vagas, citar ci- fras desactuali­zadas o proponer soluciones desenfocad­as.

Pero tal vez más que la deforestac­ión (atentado grave contra la vida animal incluida la humana y el futuro de los colombiano­s), duele es esa incapacida­d de llegar a todos los rincones no solo a hacer presencia y defender el territorio en todas sus formas, sino a atender las necesidade­s de compatriot­as que parecen ciudadanos de segunda o tercera clase.

Una incapacida­d perenne que es la base de muchos de nuestros males y que parece se mantendrá así.

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Duele esa incapacida­d de llegar a todos los rincones del país a atender a los ciudadanos.

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