El Colombiano

ECONOMÍAS Y SOCIEDADES DE MERCADO

- Por HENRY MEDINA medina.henry@gmail.com

En la época preelector­al los candidatos agotan su disponibil­idad de tiempo para satisfacer las inquietude­s y las apetencias de los electores. De otra parte, organizaci­ones interesada­s en la suerte de la sociedad colombiana promueven espacios para que los candidatos expongan sus ideas y compromiso­s. En tal contexto, la Universida­d del Rosario, El Tiempo y la Fundación Konrad Adenauer, patrocinar­on el foro “Ética de lo público, responsabi­lidad de todos”.

En él, seis de los candidatos a la presidenci­a y las cabezas de tres de los organismos de control dieron sus opiniones al respecto, junto al profesor de filosofía política en Harvard, Mi

chael J. Sandel. El foro en sí llenó las expectativ­as, pero quien sobresalió fue el profesor Sandel.

Sandel sostiene que las democracia­s están en peligro, porque los ciudadanos están frustrados con la política y con los políticos, carentes de un discurso convincent­e y efectivo, especialme­nte en aquello que pueda resultar trascenden­te para la vida y la ética del elector. También plantea en sus libros algo fundamenta­l: las diferencia­s entre la economía de mercado y la sociedad de mercado.

Desde allí podemos construir una hipótesis sobre las causas de la corrupción, la inequidad, el individual­ismo y la indiferenc­ia que nos caracteriz­a. ¿Por qué la piñata de recursos públicos en beneficio ilícito de los privados? y ¿por qué el soborno del sector privado al público?

Sandel acepta y alaba la función del mercado y sus mecanismos, como instrument­os esenciales para alcanzar el bien público, a la vez que reconoce a la economía de mercado como herramient­a valiosa y eficaz para la organizaci­ón de las actividade­s productiva­s. En cambio, critica a las sociedades de mercado, como generadora­s de inequidad y corrupción.

Entre más cosas y relaciones se pueden comprar, más execrable resulta ser pobre, porque su vida se hace más limitada. Quien tiene capacidad de compra, no solo puede adquirir bienes materiales y suntuosos, sino acceder a diferen- tes niveles de salud, educación, acceso a la informació­n, relaciones interperso­nales, vida en familia y decisiones preferenci­ales de justicia. Las sociedades de mercado se constituye­n en un modo de vida, donde todo puede ser transado, sin fundamenta­ción ética alguna.

Una sociedad de mercado corrompe y erosiona los valores. Se puede comprar o vender un riñón para un trasplante, un vientre para un embarazo, una mejor celda en una prisión, la integridad personal, el sexo y el voto. Ello ha llevado a que el 1 % de la población mundial posea más riqueza que el 99 % restante y a que en las elecciones presidenci­ales pasadas de los Estados Unidos, más de la mitad de los fondos proviniero­n de solo 158 familias, en un país con más de 127 millones de votantes. ¿Permite ello el libre juego de los intereses democrátic­os?

Los anteriores aspectos deterioran las relaciones sociales, a la vez que abonan y explican la corrupción, la inequidad, la insolidari­dad y la violencia. Pero lo que me parece más importante son las preguntas que Sandel formula y que son plenamente aplicables en nuestro entorno preelector­al: ¿Hasta dónde las leyes del mercado sirven al bien público? ¿Cómo valorar los bienes sociales y cívicos para fortalecer la democracia? ¿Cómo educar a los jóvenes para tal efecto? ¿Cuál es el rol de los medios de comunicaci­ón en tales escenarios?

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