¿QUÉ PASÓ CON LA REFORMA A LA JUSTICIA? (II)
El problema de la justicia no puede mirarse simplemente como un hecho grave que hace parte de las dificultades propias al desarrollo de la sociedad, de manera que fuera de las reacciones inmediatas y pasionales, no amerite ningún trabajo especial para lograr la recuperación plena del concepto. Por el contrario, la justicia debe asumirse como un tema de gran importancia que debe ser abordado y estudiado con seriedad y profundidad, con el objeto de presentar propuestas audaces de proyección social, que permitan una especie de reinvención del esquema judicial, tanto desde el punto de vista material, como orgánico y formal.
El tratamiento integral del problema debe iniciar desde su base, es decir, desde la formación, primero del ciudadano, después de los abogados y demás actores que hacen parte del sistema. Por ello, en estas mismas líneas, insistimos, de manera compartida con la Universidad y la Academia Colombiana de Jurisprudencia, en la necesidad de iniciar el estudio de la reforma a la justicia a partir de la revisión de los criterios éticos presentes en la formación de los estudiantes en las escuelas, colegios y universidades, para posteriormente analizar con más detenimiento el mensaje ético que se promueve en las aulas de las facultades de Derecho.
Para que esta primera etapa se desarrolle de manera real, es menester insistir en la necesidad de que las entidades y órganos públicos y privados directamente relacionados con el tema, liderados y coordinados por los Ministerios de Educación y de Justicia y del Derecho, con participación de la Procuraduría General de la Nación, los colegios de jueces, los colegios de abogados, las universidades acreditadas a través de sus facultades de Derecho también debidamente acreditadas, inicien el análisis y revisión de los programas de Derecho, de manera que respetando los parámetros propios de la autonomía universitaria, se identifiquen los contenidos de la formación profesional de los futuros abogados, el mensaje ético que subyace en todas y cada una de sus disciplinas, así como el desarrollo integral de su personalidad a partir de una adecuada información en valores, todo ello con el propósito de garantizar la formación de un abogado íntegro, honesto y eficaz, presupuesto fundamental para cualquier reforma a la justicia.
Debe hacerse énfasis en la necesidad de un gran pacto nacional que posibilite lograr acuerdos de formación entre las facultades acreditadas para garantizar la formación en principios y valores éticos y la necesidad de condicionar la acreditación de otros programas y el registro de los nuevos que se creen, a la presentación y desarrollo de un pénsum con alto contenido ético.
Mientras no se exijan parámetros éticos para el comportamiento social y específicamente para el ejercicio de la profesión de abogado, como juez, asesor, consultor, administrador o litigante, cualquier reforma que se plantee en el sistema judicial, carecerá de eficacia real y trascendencia social, puesto que la corrupción y demás males que afectan la actividad judicial, tienen origen ético antes que técnico
Debe hacerse énfasis en la necesidad de un gran pacto nacional para lograr acuerdos de formación.