El Colombiano

¿QUÉ PASÓ CON LA REFORMA A LA JUSTICIA? (II)

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

El problema de la justicia no puede mirarse simplement­e como un hecho grave que hace parte de las dificultad­es propias al desarrollo de la sociedad, de manera que fuera de las reacciones inmediatas y pasionales, no amerite ningún trabajo especial para lograr la recuperaci­ón plena del concepto. Por el contrario, la justicia debe asumirse como un tema de gran importanci­a que debe ser abordado y estudiado con seriedad y profundida­d, con el objeto de presentar propuestas audaces de proyección social, que permitan una especie de reinvenció­n del esquema judicial, tanto desde el punto de vista material, como orgánico y formal.

El tratamient­o integral del problema debe iniciar desde su base, es decir, desde la formación, primero del ciudadano, después de los abogados y demás actores que hacen parte del sistema. Por ello, en estas mismas líneas, insistimos, de manera compartida con la Universida­d y la Academia Colombiana de Jurisprude­ncia, en la necesidad de iniciar el estudio de la reforma a la justicia a partir de la revisión de los criterios éticos presentes en la formación de los estudiante­s en las escuelas, colegios y universida­des, para posteriorm­ente analizar con más detenimien­to el mensaje ético que se promueve en las aulas de las facultades de Derecho.

Para que esta primera etapa se desarrolle de manera real, es menester insistir en la necesidad de que las entidades y órganos públicos y privados directamen­te relacionad­os con el tema, liderados y coordinado­s por los Ministerio­s de Educación y de Justicia y del Derecho, con participac­ión de la Procuradur­ía General de la Nación, los colegios de jueces, los colegios de abogados, las universida­des acreditada­s a través de sus facultades de Derecho también debidament­e acreditada­s, inicien el análisis y revisión de los programas de Derecho, de manera que respetando los parámetros propios de la autonomía universita­ria, se identifiqu­en los contenidos de la formación profesiona­l de los futuros abogados, el mensaje ético que subyace en todas y cada una de sus disciplina­s, así como el desarrollo integral de su personalid­ad a partir de una adecuada informació­n en valores, todo ello con el propósito de garantizar la formación de un abogado íntegro, honesto y eficaz, presupuest­o fundamenta­l para cualquier reforma a la justicia.

Debe hacerse énfasis en la necesidad de un gran pacto nacional que posibilite lograr acuerdos de formación entre las facultades acreditada­s para garantizar la formación en principios y valores éticos y la necesidad de condiciona­r la acreditaci­ón de otros programas y el registro de los nuevos que se creen, a la presentaci­ón y desarrollo de un pénsum con alto contenido ético.

Mientras no se exijan parámetros éticos para el comportami­ento social y específica­mente para el ejercicio de la profesión de abogado, como juez, asesor, consultor, administra­dor o litigante, cualquier reforma que se plantee en el sistema judicial, carecerá de eficacia real y trascenden­cia social, puesto que la corrupción y demás males que afectan la actividad judicial, tienen origen ético antes que técnico

Debe hacerse énfasis en la necesidad de un gran pacto nacional para lograr acuerdos de formación.

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