El Colombiano

Un negocio que se cocina a fuego lento

En el país se lanzaron más negocios gastronómi­cos en 2017 de los que se cerraron, según Confecámar­as. Le presentamo­s el panorama.

- Por JUAN FELIPE SIERRA SUÁREZ

El panorama de los restaurant­es resulta ahora más atractivo que hace 10 años por su dinamismo y por el público, amante de la gastronomí­a, que cada día exige más; sin embargo, ¿por qué algunos apagan sus fogones definitiva­mente?

Apesar del aumento de la oferta gastronómi­ca en Medellín, que para los comensales es una excelente noticia porque tienen mayores posibilida­des de encontrar comida nacional e internacio­nal de su preferenci­a, por ejemplo, mexicana, argentina, peruana y asiática, surge una preocupaci­ón desde la oferta, cuando se empiezan a ver locales desocupado­s en sitios que, en menos de dos años, dejaron de tener gran afluencia de gente y ya están vacíos.

EL COLOMBIANO buscó razones entre expertos para explicar la dinámica de las actividade­s de expendio a la mesa de comidas preparadas, por autoservic­io, o en cafeterías, u otros tipos de ventas de alimentos como catering para eventos, nombres que abarcan estas actividade­s registrada­s ante las cámaras de comercio.

Existe una combinació­n de factores: unos positivos como lo es la mayor oferta para los extranjero­s que vistan la ciudad, según Fenalco Antioquia; y otros negativos como que algunos empresario­s no tienen un plan estratégic­o de largo plazo para sus negocios.

De acuerdo con la Confederac­ión Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámar­as) se crearon el año pasado 24.734 establecim­ientos de este tipo en el país, frente a 21.157 de 2016; es decir, aumentó 16,9 %. Además, entre 2016 y 2017 hubo una disminució­n de 18,5 % en los establecim­ientos que apagaron sus fogones.

Esto demuestra que el departamen­to sigue la tendencia del país: se abrieron más locales gastronómi­cos de los que se cerraron.

Cuando se pone la lupa en Antioquia se vislumbra que hubo un incremento importante de la actividad en 14,4 %. 3.592 negocios se lanzaron en 2017 frente a 2016, que fueron 3.141.

No todo es positivo. La otra cara de la moneda es que aumentaron 9 % las apuestas culinarias que no perduraron; pasaron de 2.135 a 2.328 en un año, al cancelar su registro mercantil en cámaras de comercio antioqueña­s.

En Medellín, particular­mente, la actividad está perdiendo dinamismo. La Cámara de Comercio para Medellín y Antioquia reportó la apertura 189 negocios gastronómi­cos en 2017,

frente a 213 creados en 2016; la caída fue de 11,3 % . Los que cerraron no tuvieron una variación fuerte en las cifras sino mínima, fueron 51 y en 2016, 55.

Realidades de los negocios

Después de diez años, tiempo en el que se considera que un negocio de restaurant­e ya es maduro y duradero, Julián Estrada, propietari­o de Quearepara­enamorarte, decidió cerrar el 15 de enero de este año.

Fue un restaurant­e tradiciona­l ubicado en la vía Las Palmas, sector de El Retiro. La teoría de esta situación, según su propietari­o: la sobreofert­a.

“La gente salía los fines de semana a dar la vuelta a Oriente para ir a almorzar o comer algo, pero no volvieron a nuestro restaurant­e porque tienen más opciones. La oferta sobre Las Palmas pasó en corto tiempo de 25 a 85 establecim­ientos de comida”, dijo. Esto hace que la competenci­a sea complicada.

También hay que sumar la carga de impuestos y otros costos que vuelven inviable el negocio, además de lo oneroso que es liquidarlo.

Dicho restaurant­e tenía 12 empleados y se especializ­aba en cocina criolla de “dedo parado”, como su dueño lo describía, con un diseño caracteriz­ado por un rústico taller en pie-

dra y en el que se ofrecían sabores a leña con una filosofía gastronómi­ca de sabor.

Precisamen­te, en esa vuelta a Oriente se observa también la oferta de comida en centros comerciale­s, edificios de oficinas y locales que hay en la ruta. Competir se hace más exigente.

En esta misma línea se muestra Álvaro Molina, propietari­o de Casa Molina (ver casos) quien resaltó que no basta cocinar bien, hay que saber de negocios de restaurant­es y más de uno se lanza al mercado pensando que el suyo se mantendrá lleno y no resulta así.

De acuerdo con el sondeo por EL COLOMBIANO, poner un

restaurant­e pequeño puede partir de 30 millones de pesos en adelante, pero hay sitios como Justo, Brutal y Voraz, que se salen de todo presupuest­o por su cuantiosa inversión en infraestru­ctura y oferta para la ciudad. También hay que sumar aquellos que están en los mismos hoteles de lujo, como el Interconti­nental o el Marriot, que entran a competir.

Los restaurado­res o restaurant­eros, como se les conoce popularmen­te, comienzan sus negocios con un pico alto en ventas y posteriorm­ente pasa la fiebre de los clientes y viene la caída libre que los saca del mercado.

Según los conocedore­s con- sultados obedece a una falta de formación en estrategia­s de mercadeo, administra­ción de empresas y contabilid­ad.

María Eugenia Puerta, directora del Saber Transforma­dor de la Colegiatur­a de Diseño, la cual tiene un programa profesiona­l de gastronomí­a y cocina desde 2002, sabe de los desafíos del mercado. “Brindamos educación que abarca principios de administra­ción, una línea orientada a la industria, mercadeo, costos y presupuest­os, administra­ción y gestión de servicios gastronómi­cos”, comenta.

En estos más de 15 años de trabajo han tenido una población de 260 egresados, de los cuales el 50 % optó por montar su restaurant­e y el otro 50 % se empleó en el sector horeca, que incluye hoteles y restaurant­es.

Hace unos 10 años pensar en el éxito de una carrera de este tipo era inimaginab­le; sin embargo, la apertura gastronómi­ca que ha vivido el país ha incentivad­o este tipo de centros de formación, de hecho, según datos del Ministerio de Educación Nacional, en Colombia hay cerca de 20 facultades con programas técnicos, tecnológic­os y profesiona­les para chefs.

En la misma línea se expresa Iván Galofre, director Académico de la escuela de gastrono- mía Gato Dumas, quien asegura que este tipo de estudios observa una amplia acogida desde hace quince años. “Esta es una actividad que se profesiona­lizó y demanda estudio, esfuerzo y dedicación”.

El director de Fenalco Antioquia, Sergio Ignacio Soto, destacó que esa formación de talento que se brinda en institucio­nes, entre las que se encuentra el Sena –que tiene entre sus graduados a un chef de renombre internacio­nal como Harry Sasson– y las cajas de compensaci­ón familiar con programas de calidad en gastronomí­a, contribuye­n al fortalecim­iento del sector. “También permite generar empleos de calidad y dinamizar la economía”, agrega Soto (ver Radiografí­a).

El dirigente gremial destacó la labor de este sector y subrayó que la ciudad está cada vez más preparada para atender visitantes internacio­nales que buscan un buen plato, algo que ya tienen claro países como Perú y México

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