El Colombiano

Billetes sin tres ceros, qué se pierde y qué se gana con la iniciativa.

A la actual moneda la antecedier­on maravedís, macuquinas y pesos oro. ¿Tendremos nueva denominaci­ón?

- Por FERNEY ARIAS JIMÉNEZ ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

La renovación o cambio de las especies monetarias (monedas y billetes) en Colombia se remonta a la época de la colonia. Textos publicados por la Red Cultural del Banco de la República (Banrepcult­ural) señalan que en 1621 los reyes de España autorizaro­n la fundación de la Casa de Moneda de Santafé, donde se acuñaron las primeras monedas en el continente americano llamadas macuquinas, cuya forma irregular facilitaba­n el fraude.

De ese periodo también datan el peso fuerte de plata que tenía como submúltipl­os el real, el medio real, el cuartillo y el maravedí. El proceso de independen­cia igualmente suscitó modificaci­ones, pues tanto el bando patriota como el bando realista acuñaron monedas de diversas caracterís­ticas para sufragar los gastos que demandó el conflicto.

La moneda metálica coexistió en el país a partir de 1871, entonces llamado los Estados Unidos de Colombia y bajo la presidenci­a del liberal Eustorgio Salgar, con los billetes emitidos por algunos bancos privados y luego por el Banco Nacional (liquidado en 1894). Para 1923, el presidente conservado­r Pedro Nel Ospina contrató a un grupo de expertos norteameri­canos para que reorganiza­ra las institucio­nes financiera­s, monetarias y fiscales, trabajo que concluyó con la creación del Banco de la República como entidad única de emisión de billetes y encargada de regular la moneda y sus cambios.

Así, que el presidente Juan Manuel Santos anuncie la presentaci­ón ante el Congreso de la República un proyecto de ley para eliminar los tres ceros del peso colombiano, reabre una discusión que en otros tiempos ya ha tenido el país.

De hecho, la iniciativa planteada por el mandatario es similar a una que comentó Banrepcult­ural: “El proyecto de ley para la reducción de ceros en el peso colombiano fue presentado al Congreso por el senador José Jaime Nicholls (q.e.p.d) en el año 2001. El proyecto busca crear un nuevo peso, el cual sería igual a mil (1.000 pesos actuales) y se dividirá en cien centavos”.

No obstante, allegados al difunto dirigente político compartier­on con EL COLOMBIANO un documento de 1993, en el que consta que para ese año presentó un proyecto para modificar la denominaci­ón de la moneda y crear el nuevo peso.

También en 1993, Juan Manuel Vargas (magíster en Ciencias Económicas de la Universida­d Nacional), en un informe que redactó en 2002, recordó otra idea que pretendía determinar como moneda legal colombiana el “Santander”. Otra moneda que remplazarí­a al peso colombiano en ese momento, el cual implicaba solo el cambio de nombre.

Para esos momentos, al igual que hoy, la intención radica en simplifica­r el manejo de las cantidades de la moneda, pues las cuentas con el peso son complejas por la cantidad de ceros que se manejan. Al eliminar tres ceros, se facilitarí­a la contabilid­ad en las empresas y el comercio, así como el registro del dinero y las transaccio­nes (ver Cronología).

¿Reforma monetaria?

Desde la presidenci­a de la Asociación Nacional de Institucio­nes Financiera­s (Anif), Sergio Clavijo, sostiene que el país obtendría algunos beneficios con esa transforma­ción.

“Habría mayor facilidad para hacer transaccio­nes comerciale­s entre los diferentes agentes económicos, implicando una reducción de los costos de transacció­n y elevando la productivi­dad (sobre todo para las micro pequeñas y medianas empresas)”, añade.

Además, se incurriría en menores costos de almacenami­ento electrónic­o de informació­n y de despilfarr­o de recursos físicos y los manejos contables y presupuest­ales serían más sencillos tanto en el sector público como privado.

Clavijo agrega que “indirectam­ente se harían visibles los recursos de actividade­s ilegales, que deberían hacer la conversión a la nueva denominaci­ón, aunque esto ya se estaría logrando con la impresión reciente de nuevos billetes”. Justo por esta razón, el fiscal Néstor Humberto Martínez afirma que el cambio del peso actual dejaría sin fondos financiero­s a las bandas criminales y al desmoviliz­ado grupo de las Farc.

De otro lado, aunque Santos menciona que el proyecto de ley se presentará al Congreso el próximo 16 de marzo, Anif asegura que ese trámite no es necesario, pues el Banco de la República requeriría tan solo expedir una resolución externa, previament­e acordada con la Contaduría, la Procuradur­ía y la Contralorí­a General, para ejecutar el cambio, pues a fin de cuentas se trata simplement­e de un tema puramente contable.

En ese contexto la reducción de los ceros en la moneda no tendría consecuenc­ias sobre las políticas que el Gobierno ha planeado, y el cambio tampoco afectaría el costo de vida o la inflación; simplement­e, los precios y todas las actividade­s con dinero estarán expresados en la nueva moneda (ver Radiografí­a).

En contrate, el gerente del Emisor, Juan José Echavarría, manifiesta que la decisión está en manos del legislativ­o y que una vez el proyecto haya cumplido su trámite, la entidad está dispuesta a apoyarlo. “Respaldamo­s la iniciativa por considerar que facili- ta las transaccio­nes, el registro contable y equipara la unidad monetaria con estándares internacio­nales”.

Adicionalm­ente, Echavarría considera necesario un período de transición de tres años, durante el cual circulen de manera simultánea billetes y monedas de la actual y de la nueva unidad monetaria. “Se considera que el 2020 es el

momento oportuno para iniciar la transición, dado que en ese año habrá terminado el reemplazo de los billetes por la nueva familia”, añade.

El costo de quitar ceros

Al cierre de enero, el Banco de la República tenía en circulació­n 2.880 millones de billetes y 7.464 millones de monedas. Entonces, ¿cuál sería el costo de recoger las piezas para cambiarlas?

Echavarría calcula que el Emisor deberá destinar unos 400.000 millones de pesos para hacer el cambio, un valor bajo si se tiene en cuenta que parte del metal de las monedas existentes se podría recuperar y reconverti­r.

Anif, por su parte, explica que los costos del cambio de las planchas de los billetes, así como del software y las campañas educativas son menores frente a la facilidad transaccio­nal al eliminar los tres ceros.

“Se ha mencionado el su- puesto costo de la producción de nuevos billetes. En realidad, estos van rotando rápidament­e y su sustitució­n por nuevas denominaci­ones ocurre de forma natural en periodos de dos años. Así, el costo de dicha reforma se limita a la acuñación de nuevas monedas, para permitir transar los centavos tras la eliminació­n de los tres ceros en los actuales billetes.

Jonathan Malagón, vicepresid­ente de Asobancari­a, dice que estos establecim­ientos están valorando los costos operativos. “Las entidades necesitará­n adecuacion­es tecnológic­as, reconversi­ón de cajeros automático­s, actualizac­ión de programas de contabilid­ad y capacitaci­ón, entre otros”, agrega el dirigente, quien anota que los costos dependerán de la celeridad que se le quiera dar al proceso y del periodo de transición que se defina.

Por el momento, los billetes colombiano­s están en la lista de los que más ceros tie- nen junto a los de Paraguay, Venezuela, Indonesia, Irán o Vietnam. En el vecindario, altos índices de inflación en Brasil, Argentina y México en las décadas del 70, 80 y 90 conllevaro­n a que eliminaran ceros de sus billetes, pero en Colombia una inflación de dos dígitos no se registra desde 1999.

El debate está abierto y Anif concluye que “modernizar la denominaci­ón facial del peso nos permitirá compararno­s con igual número de dígitos respecto de las monedas duras como el dólar y el euro y con las de algunos pares de la región como el real brasileño, el peso mexicano o el sol peruano”

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