El Colombiano

RENOVAR EL CONGRESO

- Por JORGE GIRALDO RAMÍREZ calia@une.net.co

El Congreso de la República tiene una mala reputación merecida, pero es muy probable que su mala fama exceda el mal desempeño de sus funciones. El Congreso tiene un poder menor en un régimen presidenci­alista y, más aún, con el presidenci­alismo colombiano. El más autoritari­o de los presidente­s del Frente Nacional (Lleras) gobernó con 64 decretos presidenci­ales mientras Juan Manuel Santos, emitió 351 en un solo año. Los decretos menoscaban la función legislativ­a de los congresist­as. El Congreso también ha perdido poder respecto a las altas cortes. Esto quiere decir que deberíamos ser más equitativo­s en las críticas al sistema político.

La corrupción tampoco es un monopolio de los congresist­as. Colombia entró en el siglo XXI al club de los países más corruptos del mundo de la mano de la bonanza petrolera y de una mala gestión por parte de los gobiernos de Uribe y Santos. Según Transparen­cia Internacio­nal, estamos en el puesto 96 entre 182 países, en un grupo con Brasil, Panamá, Perú, Tailandia, Zambia e Indonesia. Transparen­cia destacó acciones contra la corrupción en nueve países de América, entre los que no está Colombia. En Suramérica, Brasil, Panamá y Perú ya acusaron a varios jefes de gobierno; en Colombia no. Los congresist­as reciben cárcel, a los magistrado­s les dan incapacida­des y el Presidente y los ministros, pasan muertos de la erre.

Claro, los congresist­as no se ayudan. La mayoría son mediocres, poco diligentes y oportunist­as. Pero siempre los hay destacados y laboriosos. Los partidos ayudan menos. En estas elecciones, en particular, la indi- gestión amenaza: hay muchos candidatos a Cámara por un partido en alianza con postulados de otro partido a Senado. Los resultados desfigurar­án más la representa­ción.

No tengo dudas de lo buenos congresist­as que fueron Sofía Gaviria, Álvaro Uribe y Roy Barreras, al lado de los estelares Claudia López y Jorge Robledo.

Sin embargo, hoy más que nunca en las últimas décadas tendrá más sentido votar por proyectos que por personas. El 11 de marzo tendremos un escenario político definido por las alternativ­as que se están ofreciendo para el país en los próximos cuatro años.

Las resumo: una oferta clientelis­ta, corrupta y dura, articulada por Cambio Radical y muchos piratas de otros partidos; una promesa de repetir lo mismo de hace diez años, sin Farc y sin Bush, liderada por el Centro Democrátic­o; un proyecto de cambio moderado e institucio­nal que representa la Coalición Colombia; y una promesa de revolcón, sin respeto a las reglas, que se pregona desde Colombia Humana.

El país se reventará después de cuatro años con más de lo mismo –Cambio Radical o Centro Democrátic­o– ni soportará el salto al vacío de Colombia Humana. La mejor opción hoy es la que proponen los partidos y los candidatos de la Coalición Colombia. En particular, las listas de Alianza Verde. Iván Marulanda nos representa­rá bien

Los congresist­as reciben cárcel, a los magistrado­s les dan incapacida­des...

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