¿CUÁNTO VALE LA VERDAD?
Querido Gabriel, Te cuento que esta semana vi The Post y además tuve la fortuna de conversar con dos periodistas de vocación y carrera. Personas que trabajan por sus ideales, como nos gusta. Creo que un tema de conversación para tu tertulia puede ser la búsqueda de la verdad en la era de las mentiras que se riegan como pestes y de la proliferación de información de dudosa procedencia e intención que desborda nuestras redes. Añadiría que esa búsqueda de la verdad, si realmente es en serio, implica aprender a contribuir con las noticias veraces y el análisis de calidad, así como deberíamos valorar el producto del campo que compramos en el mercado o una canción que nos genera placer. Todo ello es resultado del noble trabajo de muchos.
Imagino que un grupo como el que convocas no duda de la función social del periodismo: incomodar a los poderosos e investigar todo lo que merezca interés público. Pero quiero proponerte una reflexión menos común y tan importante como el valor ético y social de los medios. Me gustaría hablar de la sostenibilidad de la prensa. Vemos en todo el mundo empresas periodísticas que despiden gen- te poco a poco y finalmente cierran. Eso cuando no son compradas a bajo precio por grupos económicos que las ven como un mecanismo para administrar su reputación ( soy eufemístico). Colombia no es la excepción.
¿No te parece raro que ahora a la gente no le gusta pagar por la información? Debe ser por la percepción que tenemos (acertada) de su abundancia y facilidad para fluir en el mundo digital. ¿Pero es lo mismo información que opinión? ¿Es veraz lo que vemos y leemos? ¿Tiene intención de educar y construir o confundir y destruir? ¿Qué poderes hay detrás de un video, un texto o una encuesta?
El buen periodismo es tan fundamental como el aire, pero no se da naturalmente. Hay que estudiar para ser periodista. Encontrar lo esencial de una noticia demanda tiempo y dinero, ni se diga investigar una verdad que alguien quiere ocultar. Me gustó mucho la historia del New York Times que nos compartió el catalán Ismael Nafría esta se- mana. Contó que más que un medio que se volvió digital se trata de una empresa periodística que sobrevivió al ser consciente de que sus principios y fines son más importantes que su manifestación: ayer fue impreso, hoy digital, mañana quién sabe. Millones de lectores que buscan calidad, pagan por leerlo en línea.
Por eso propongo un tema para tu tertulia, donde periodistas, empresarios y educadores puedan conversar sobre cómo enseñamos a valorar y pagar por el trabajo detrás de cada gramo de alimento, cada pieza musical y, por supuesto, detrás de las noticias de la mañana. ¿Qué tal si aprendiéramos a pagar por una suscripción digital de EL COLOMBIANO, La Silla Vacía, The Conversation, o cualquier otro medio que con trabajo serio nos permita comprender mejor el complejo mundo en que vivimos y hacernos más dueños de nuestro destino?
Se despide, tu contertulio epistolar
* Director de Comfama
El buen periodismo es tan fundamental como el aire, pero no se da naturalmente. Hay que estudiar para ser periodista. Encontrar lo esencial de una noticia demanda tiempo y dinero ni se diga investigar.
¿No te parece raro que ahora a la gente no le gusta pagar por la información? ¿Es veraz lo que leemos? ¿Tiene intención de educar y construir?