DE ESO TAN BUENO NO DAN TANTO
Lo dice una adicta, que no esclava: Internet nos ha facilitado la vida, pero… hay que cogerla con pinzas y abrirla con destornilladores de precisión, so pena de terminar esquilmados, estafados y adoloridos, entre muchos otros posibles estados. El periodista Jonathan Mon
toya García, en este periódico, nos ha presentado en las últimas semanas dos informes muy interesantes al respecto. En ambos, los titulares lo dicen todo: “Los algoritmos lo conocen más que su mamá”, y “Que no le vendan humo en internet”.
Un algoritmo es un conjunto de reglas definidas, ordenadas y finitas, en cristiano se llaman huellas, que vamos dejando en cada entrada a internet, donde ojos que no vemos ni sospechamos, nos vigilan con lupa, nos siguen, nos persiguen y, si nos descuidamos, nos atrapan. Y las reforzamos con fotos, datos personales, infidencias que dejan de serlo, gustos, hábitos, creencias y hasta la ubicación. El humo que compramos hace referencia a la facilidad con la que caemos en las redes. La duda, bendita duda, tiene que ser directamente pro- porcional al resplandor de lo que nos ofrecen. Casi nada de lo que brilla es oro en ese mundo. Oro son los datos que uno deja regados y que a los dueños de las aplicaciones les arrojan ganancias ultra millonarias.
Al correo electrónico y a Twitter les debo algunos de los amigos más queridos y valiosos de mi vida, pero por Facebook no paso ni a leguas. Sigo creyendo que, aun si estuviera buscando un amor, esa sería la canasta donde nunca esculcaría, por más que haya estadísticas que “demuestren” que es posible encontrar la pareja perfecta rellenando un formulario de 145 preguntas y poniendo la fotico menos fea. A veces no hace falta ni llenar el formulario. Basta aceptar una solicitud de amistad de cualquier desconocido para empezar a tejer la red donde pronto caerá otra víctima de un embaucador profesional, como un tal Kelvin Donald, un supuesto militar norteamerica- no que contacta mujeres, les escribe bonito, las conmueve con cuentos de soledad y después las vacuna: Cuando ya las tiene chorreando la baba, les pide plata para viajar al país de la mujer amada, pero una vez transferida la platica, se desaparece.
Otro caso es el de las herencias. Tiene que ser uno muy ingenuo, me da pena decir pendejo, para creer que una viejita postrada en una cama de hospital, en un país lejano y tan desconocido que a veces ni sabemos pronunciar, nos va a dejar una herencia millonaria previo depósito de dinero, casi siempre en dólares, con el fin de iniciar los trá- mites. Caen y seguirán cayendo.
La policía lo sabe. “Es una modalidad de estafa denominada ‘Carta Nigeriana’. La finalidad de este tipo de fraude es engañarlo a fin de que usted consigne cierta cantidad de dinero u obtener datos personales para utilizarlos de manera fraudulenta. Por favor, haga caso omiso a ese tipo de comunicados. Todo correo electrónico que haga promesas de herencias, fortunas, loterías o cualquier otro fin fraudulento, debe ser reportado inmediatamente a servicio 24/7 Caivirtual a través del correo caivirtual@correo.policia.gov.co para que se realicen las validaciones, alertas y reportes teniendo en cuenta que podría tratarse de una estafa”.
Aceptémoslo. Las abuelitas tenían razón cuando decían “de eso tan bueno no dan tanto”. Abramos los ojos, tamicemos las publicaciones, no contemos todo y no comamos cuento. Bobitos no, pues
El humo que compramos hace referencia a la facilidad con que caemos en las redes.