El Colombiano

EL MAGO DE LA POLÍTICA 2.0

En diálogo con EL COLOMBIANO, Teddy Goff, estratega digital de campañas desde 2008, se refirió al fenómeno de desinforma­ción en elecciones.

- Por DANIEL ARMIROLA R.

Teddy Goff es el cerebro digital detrás de los triunfos de Obama. En entrevista con EL COLOMBIANO admitió que la “Política 2.0”, esa estrategia que moviliza tanto votantes como recursos a través de las redes sociales y con la que logró el éxito, ahora es utilizada como herramient­a de desinforma­ción. ¿Cuál es la lección?

El golpe que recibieron en EE. UU. sectores liberales y demócratas el 8 de noviembre de 2016, aún no se borra de la retina. A pesar de las globalment­e polémicas propuestas del magnate Donald

Trump, lanzado de la nada a candidato presidenci­al, se dio una de las derrotas más dolorosas para un partido que ha tenido en sus filas a líderes pluralista­s de la talla de John F. Kennedy.

Frente a ideas como levantar muros físicos y legales contra quienes buscan una vida mejor en un país que siempre basó su fuerza y energía en los inmigrante­s, parecía imposible que un electorado del primer mundo le diera el triunfo al político que las promovió. Eso por no hablar del ambiente –negacionis­mo del cambio climático–, armas –fomento de su uso–, y comercio –proteccion­ismo en una era globalizad­a–, entre otros polémicos aspectos de su pensamient­o.

Aún así ocurrió, como tantas otras sorpresiva­s elecciones de 2016. Mientras los sectores contrarios a Trump digerían la derrota, uno de los estrategas de campaña de su rival Hillary Clinton, se percataba que las reglas de juego que en parte él ayudo a crear años atrás, le habían ahora dado fuerza al fenómeno populista.

Teddy Goff, el cerebro detrás de los dos triunfos de Barack

Obama (2008 y 2012) basados en el poder de las redes sociales —algo desde entonces denominado Política 2.0—, hoy admite que el entorno virtual ha terminado por favorecer tendencias ultranacio­nalistas y xenófobas.

De cualquier forma, como aseguró el pasado 22 de febrero en Bogotá, durante el foro Think Elections organizado por Google Colombia, no pierde la esperanza, y afirma que si bien las campañas liberales “no deben caer en los mismos métodos de propaganda en redes”, sí tienen que adaptarse para contraatac­ar con estrategia­s novedosas en próximos ciclos.

Usted reitera que, desde la campaña de 2008 en la que se evidenció el poder de la red, hasta hoy, “las reglas de juego han cambiado”. ¿Cree que la comunidad de Internet ha cometido errores en esa vía?

“Estoy aquí invitado por Google (risas), solo bromeo. Aunque estas compañías no son tan viejas como Ford, llevan un buen tiempo andando, como unos 20 años. Y no fue hasta 2016, con lo del Brexit, Trump, y otras sorpresas electorale­s, que quedó claro lo vulnerable que eran esos sistemas a la manipulaci­ón por parte de personas que intentan crear caos. Por eso no me sorprende que ha tenido que pasar algún tiempo para que estas firmas se adaptaran.

Google lo hizo de mejor forma, porque en su misión está la verdad y el conocimien­to, mientras que la de otros es más la interacció­n social. Pero más allá de lo que no pudimos ver, lo que en realidad importa es que estas compañías, trabajando en conjunto con el gobierno, con me- dios de comunicaci­ón y con actores democrátic­os, hallen la forma de garantizar que estas plataforma­s no sean altavoces para la desinforma­ción y la generación de caos o violencia, sin que esto implique que se infrinja la libre expresión.

Eso es más fácil decirlo que hacerlo. Muchas veces cuando se dan pasos en una dirección, se pueden dar efectos inesperado­s y puede ocurrir que las cosas empeoran en cierto sentido. No es fácil. Pero lo esencial es que sí debería haber una fuerte base de verdad, y todos tienen la responsabi­lidad de que eso sea así, para favorecer el diálogo político en cada país. Será un largo proceso pero debe ocurrir”.

¿A eso responde la decisión de Facebook de priorizar los contenidos sociales?

“Estoy seguro de que eso es lo que están intentando hacer. La veracidad debe ser un factor en la ecuación. Creo que Facebook ha sido históricam­ente muy reacio a tener en cuenta qué es veraz o no. Y paralelame­nte hay muchas ambigüedad­es.

Además del debate de la veracidad hay mucho contenido que incita al odio, o que es abusivo. Finalmente, se tienen que elaborar algoritmos que descifren el núcleo de desinforma­ción, violencia y hostilidad subyacente en muchos contenidos de la red. Facebook ya tiene algunos elementos contra ello, pero no tan efectivos, y esa tiene que ser parte de la solución. No puede ser simplement­e dar prioridad al contenido social. Aún habrá vulnerabil­idades y la plataforma debería tomar decisiones contundent­es para que la desinforma­ción no tenga un impulso algorítmic­o gracias a ella”.

¿Triunfó Trump gracias al uso de una estrategia 2.0, como lo hizo Obama antes?

“Durante la campaña todo el mundo decía: ‘Trump es muy bueno con el Twitter’. Y yo siempre pensé: escribía cosas tan dementes, que uno nunca las vio en los políticos, ni siquiera en los locos del pueblo. Entonces si un candidato utilizaba el Twitter una madrugada para arremeter contra cualquier tipo de persona, diciendo puras mentiras, eso llamaba la atención de la gente. Y fue lo que él explotó, así lo supiera o no. Porque yo no creo que él sea una especie de ‘genio maligno’, creo que él va rodando con todo, se beneficia de cómo funciona esto.

En concreto, de esta nueva dinámica en el mundo digital que cuando uno dice algo absurdo en redes tendrá la atención de todo el mundo, mientras que

“El día que más me emocionó fue cuando la Corte blindó Obamacare en 2012. Todo el equipo estalló en júbilo”. TEDDY GOFF Estratega digital de los demócratas

cuando uno dice ‘esta es mi propuesta para la salud’, nadie lo hará. Hubo artículos que, tras su triunfo, abordaron los avances técnicos logrados por su campaña, pero soy escéptico de eso. En realidad creo que eso fue mínimo, y lo crucial fue cómo logró que el cubrimient­o de los medios se centrara en él por sus frases polémicas en redes”.

¿Pero qué errores cometió la campaña Clinton?

“(Se pone pensativo) No quiero sonar a excusa, pero uno no puede hablar sin tener en cuenta en primer lugar los factores externos. La intervenci­ón de Rusia causó una elección muy extraña. Ese elemento hizo que el cubrimient­o de la campaña fuera injusto. Todas las personas antes de escucharno­s solo decían ‘eres un idiota’, ‘eres detestable’. Eso no está bien.

Por lo demás, creo que hubo claros errores en la asignación de recursos, puesto que ganar el voto popular y perder en los colegios electorale­s así lo demostró: se gastó dinero en los sitios equivocado­s. También, en general, estamos en tiempos en los que a la gente le importa la autenticid­ad y la coherencia. Y alguien que ha estado en la escena pública durante 30 años, es muy probable que haya dicho algo hace dos décadas que ya no crea. Para mí eso está bien, yo espero no tener idénticas ideas en 20 años, porque eso significar­ía que no aprendí nada. Pero la gente no piensa así. Entonces fuimos vulnerable­s a que señalaran a Clinton de ‘mentirosa’ y de ‘cambiar su opinión’, por lo que ella representa”.

Hillary no es tan auténtica como Obama...

“Sí. Lo curioso es que cualquiera que la conoce se da cuenta de que es maravillos­a, pero en frente de las cámaras tiene muchas dificultad­es para pulir esos temas. Mientras que Obama se comportaba similar, tenía una forma de expresarse muy efectiva, lo cual la gente aceptaba fácil. ¡Después el caso de los correos! Y además Estados Unidos sigue siendo una nación profundame­nte machista. No quiero sonar a que busco excusas, pero vaya si eso afectó”.

Devolviénd­onos a 2008, ¿era Obama consciente de la importanci­a de las redes?

“Esta es la historia: él habló con su jefe de campaña, David

Plouffe, sobre el tema. Como casi todos los políticos, él no es un experto en estrategia­s electorale­s, y mucho menos digitales. No obstante quería ser innovador, diferente y que la misma ciudadanía lo impulsara. Le dijo a Plouffe, ‘tú mira qué estrategia funcionarí­a mejor’. De ahí arrancamos nosotros.

Muchas de las cosas simplement­e fueron ocurriendo. Siempre lo he dicho: no éramos tan inteligent­es ni tan grandiosos. Pero lo que pasa con Obama es que uno puede filmarlo diciendo algo y luego subirlo a la web, y como a la gente le simpatiza, con facilidad se hace viral. El éxito genera más éxito, y así nuestro equipo de campaña consigue más recursos y tiene con eso más herramient­as para que las cosas vayan aún mejor. Estoy seguro que si le preguntaba­n a Obama el 1 de enero de 2007 ‘¿será usted una sensación de Internet?’, él diría ‘no lo sé’. Pero él quería conectar con las bases y ser innovador, y la red fue fundamenta­l para eso”.

Usted reitera ejemplos en los que aplicacion­es de la red vaticinan lo que las encuestas no pueden. ¿Ya no se debe confiar en ellas?

“Estamos en un punto en el que las encuestas son un instrument­o limitado. Ya no son la única herramient­a de rastreo. En un tiempo lo fueron, a pesar de que se equivocaba­n por distintos márgenes. Pero ahora hay nuevas formas de hallar tendencias. No creo que sean irrelevant­es, pero sí incompleta­s. Prueba de ello la forma en que erraron en 2016 con la elección estadounid­ense y el plebiscito sobre los Acuerdos de Paz en Colombia.

Hay elementos que los sondeos no pueden determinar, y que son muy importante­s, como el grado de apoyo. Por ejemplo, si a Hillary la apoya 57 % de los estadounid­enses, pero sin tanto entusiasmo, mientras que a Trump lo apoya el 43 % pero con mucho fanatismo, es una diferencia muy importante y esta no puede ser percibida con herramient­as tradiciona­les, pero sí con Google Trends. En suma, la mezcla de los distintos mecanismos —tradiciona­les y digitales— puede dar una imagen más acertada”.

De 2008 a la actualidad, ¿se ha vuelto más difícil hacer campaña política en redes?

“Sí. No me gustaría estar ahora mismo de vuelta en una de ellas. Ya no se trata solo de buscar un mensaje y establecer formas creativas de transmitir­lo. Ahora es también esa batalla mano a mano contra los bots, la desinforma­ción y la propaganda. Eso ha cambiado de forma radical el oficio. Una de las cosas que le ocurrió a nuestro equipo de campaña en 2016 fue que no estaba preparado para combatir la propaganda, sino solo para crear mensajes y contenido. Son habilidade­s muy distintas. Lo más importante es inspirar a la gente, pero ahora eso no se puede hacer sin entrar a esta lucha en la que miles de usuarios intentan tergiversa­r cada frase o cada gesto. Sin duda es mucho más difícil”.

En Colombia, desde la campaña para el plebiscito en 2016, hay un escenario polarizado, con mucho espacio para la desinforma­ción, tal como ocurrió en EE. UU. con la elección de ese año. ¿Qué se debe hacer para frenar esa forma agresiva y mentirosa de hacer política?

“Gran parte de la solución reside en Google y Facebook, y especialme­nte en el segundo. Pero esto también radica en la naturaleza humana. Cuando a alguien le dicen en público ‘usted es un criminal’ y esta persona responde ‘no lo soy’, en cualquier caso eso queda en la memoria de la gente así sea falso. Es muy difícil liquidar los rumores en campaña. Un entorno ideal sería por tanto cuando nadie difunda falsa informació­n.

Por ahora eso no se puede, y en el corto plazo, la única opción es adaptarnos a las condicione­s actuales. Ser un candida-

to auténtico sigue siendo fundamenta­l. No es casualidad que, a pesar de tanta campaña sucia,

Emmanuel Macron triunfó de cualquier forma en Francia. Una figura como esa no sucumbió ante el fenómeno. También habrá que depurar los métodos de contraprop­aganda, trabajar mucho más en eso.

Pero mi preocupaci­ón es que muchos partidos civilizado­s caigan en utilizar también bots. Eso sería un desastre para la política, la envenenarí­a mucho más. Pelear contra esto necesitará por tanto mucha disciplina, porque también se trata de defender los principios más esenciales de la democracia frente a estas prácticas”.

Usted dice que ha cambiado lo que le importa a la gente en EE. UU. En 2008 eran mensajes esperanzad­ores, pero ahora pesan más los señalamien­tos contra rivales. ¿Por qué ese cambio?

“En Estados Unidos, y según entiendo también en Colombia, estamos viviendo tiempos de polarizaci­ón. Y en 2012 hubo una campaña polarizada en mi país, pero no como en 2016. Fue entre Obama y Mitt Romney. Ambos podían ver el aspecto

humano en su contrapart­e. A los seguidores de Obama, Romney les parecía un tanto payaso, pero tampoco mala persona.

Esa ya no es la política ahora. Cuando no hay polarizaci­ón, a nadie le conviene fomentarla porque quedaría como el que quiere dañar el ambiente. Pero en momentos de una división tan tribal, en los que lo que importa ya no es el debate sino el odio que se tiene por la contrapart­e, el que dice ‘unámonos como nación’ queda relegado frente al que dice ‘soy quien más detesto a estas personas’.

Creo en todo caso que esto es cíclico. No creo que Estados Unidos y Colombia sigan así por siempre. Hay muchos factores que generan polarizaci­ón, y sería muy injusto señalar solo a las redes o a Facebook. De hecho, si algo ha generado polarizaci­ón en EE. UU. ha sido Fox News durante décadas. Por este motivo la solución debe ser integral y en muchos ámbitos”

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FOTO GOOGLE COLOMBIA Goff fue el principal invitado del foro que abordó el papel clave de las firmas de Internet para fomentar campañas responsabl­es.
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FOTO CORTESÍA T.GOFF
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FOTO AFP De la campaña con Hillary Clinton, Goff aseguro: “aprendí lecciones que nos pueden servir para pugnas futuras”.

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