SEÑOR, RECUERDE: MAGISTER DIXIT
En los días de la sociedad sobreinformada, tan llena de caminos que se bifurcan como de incontables formas de acceder al conocimiento, la civilización de occidente ha vuelto a quedar in statu quo ante be
llum. El globalismo ha conseguido que la educación superior —que representa una oportunidad grandiosa de conocer— hoy sea preferida más como un mercado de títulos académicos. El imaginario común asume que sus profesionales de posgrado son la ciencia encarnada, y acepta todo un tejido de mitos que se han venido forjando al respecto.
Sí, volvimos a eso de «Magister dixit» [el maestro ha dicho] que tanto detestaba Descartes, y que por siglos se usó para acaudillar el conocimiento en las manos de unos pocos iniciados. Hoy, que sentados en el último eslabón de la cadena nos parece absurdo ver en la Edad Media a los monasterios cerrando el conocimiento bajo llave, y apelando al criterio de sabios milenarios como método de intimidación intelectual, deberíamos preguntarnos si acaso no ocurre otro tanto en las actuales comunidades académicas.
¿Qué otra cosa podría esperarse? Se trata de una vieja práctica que viene desde la escuela pitagórica y que salió a flote con instituciones predecesoras de la educación superior moderna, como la Universidad de Boloña, por ejemplo. Podríamos decir que, desde entonces, han funcionado jerarquizando el conocimiento, graduándolo. Luego, en los siglos posteriores el modelo floreció hasta nuestros días.
Parece que esto de capitanear el conocimiento es más una espada de Damocles que una verdadera ventaja. Una de las acusaciones presentes en el juicio a Sócrates fue que, en su búsqueda de la verdad, se topó con ciertos señores cuya crasa ignorancia era evidente, y no obstante, andaban desdeñando a los demás con cierto aire de sapiencia.
Se supone que los estudios de posgrado, desde el más bajo hasta el más alto, cumplen el papel de orientar a las personas hacia un conocimiento académico más profundo, pero ello no significa el acabose de los verdaderos problemas del mundo. Señores(as), ya es tiempo de abandonar eso de «Magister dixit», o nos estaremos engañando: verdad es que la ciencia se construye desde abajo, desde la ética más sincera, y me temo que para la auténtica ciencia de la vida los doctorados están de más * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.
Verdad es que la ciencia se construye desde abajo, desde la ética más sincera.