Para Matar a Jesús bastaron 95 minutos
Laura Mora es la directora de Matar a Jesús, que recibió el premio del público en el Festival de Cine de Cartagena.
Tras su recorrido por algunos de los más importantes festivales de la cinematografía internacional y luego de ganar 13 galardones, el jueves se estrena en 30 salas de cine del país la película de Laura Mora, Matar a Jesús.
En medio del dolor por el asesinato de su padre, Paula, la protagonista, cruza accidentalmente su camino con el asesino y así se ve obligada a definir los límites de su humanidad. El encuentro entre víctima y victimario revelará qué tanto se necesita para matar, sobre todo cuando el otro se convierte en un reflejo de su ser: una víctima también.
Desde la ficción, Laura intenta cerrar su duelo. A su papá también lo mataron, por lo que le interesa intentar acercarse a una respuesta sobre las violencias que se entre cruzan en la vida de la gente.
¿Cómo ha sido el recorrido de la película hasta ahora?
“Ha sido algo increíble, realmente no nos imaginamos que llegáramos a tantos lugares. Siempre se intenta buscar un par de festivales para pre- sentar la película, se pueda vender y que más gente la vea, que es para lo cual uno finalmente las hace. Empezamos en el Festival de Toronto (Canadá), ahí fue el estreno mundial, y luego en San Sebastián (España), que fueron el presagio de un buen camino, porque ahí empezaron las conexiones de la gente, las buenas críticas y los premios”.
¿Y la experiencia de compartir esta historia con personas de distintas culturas?
“Ha sido la reafirmación de la humanidad y la universalidad de la historia, pese a estar tan anclada a un contexto particular, finalmente son cosas que les ocurren a seres humanos y eso conecta, generando preguntas, debates y emociones. Siempre que voy a los festivales se me olvida que estoy en una competencia porque me la paso conociendo gente maravillosa, veo muy buenas películas y soy muy feliz al estar ahí. Lego los reconocimientos están llenos de generosidad y permite que la película siga andando, mostrando que las películas son una forma de conversar con el mundo”. “Me han conmovido las reacciones que produce en el público y esto ha hecho que me reconciliara con el ser humano. Nunca quise hacer una película con moraleja, pero la gente hace sus interpretaciones a través de las preguntas que abre la historia sobre cómo tenemos todos una oscuridad adentro y cómo contenerla, cómo encontrarnos en la mirada del otro”.
¿Cómo le fue en la presentanción del Festival Internacional de Cartagena?
“Estaba muy asustada, tanto como cuando en San Sebastián, entre nervios y emoción, rodeada de mucha gente que quiero mucho, desde personas que hicieron parte de la película, hasta mi mamá que la estaba viendo por primera vez. Solo que hasta que no la estrene en Medellín no me dejarán los nervios, donde la verán los actores, con una proyección con todos los que hicieron parte de ella en el Museo de Arte Moderno de Medellín”.
¿Qué dijo su mamá?
“Aún está procesando lo que le generó, pero muy conmovida de ver finalizado un proceso del cual ella hizo parte en silencio, acompañándome de manera muy bella en todo esto en los últimos diez años. Lo que sí me dijo es que cada escena la llevaba a un lugar cada vez más oscuro y le recordaba que el duelo en una sociedad como la nuestra es muy solo”.
El trabajo con los actores...
“Muy bonito, ellos nunca tuvieron un guión, yo les conté la historia como si fuera un cuento y tampoco sabían el final, por lo que vivieron el rodaje en medio del dilema ético y moral de sus personajes. La película la rodamos de manera cronológica, entonces los actores entraban en las discusiones y reflexiones fuertes de sus personajes, lo que hizo que se apropiaran mucho. Natasha, la protagonista, no ha tenido una pérdida de esta magnitud en su vida, pero es artista plástica, con una sensibilidad especial, lo cual le permitió abordar de manera profunda el personaje”