El Colombiano

“GUERRA BUENA Y FÁCIL DE GANAR”

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

China reaccionó con su clásica mesura al anuncio del presidente de los Estados Unidos de imponer aranceles a las importacio­nes de acero y aluminio de los Estados Unidos efectuado hace pocos días. La poca estridenci­a forma parte de las actitudes culturales del gigante asiático y ella se practica en cada uno de los terrenos del accionar privado y público. Al mensaje proteccion­ista lanzado al mundo a través de un trino digital del hombre más poderoso del mundo, fue el ministro de Exteriores chino –no el mandatario de la gran potencia- quien reaccionó con frialdad y ni siquiera lo hizo por boca del jefe de la cartera.

Fue la portavoz del despacho Hua Chunying, quien advirtió del peligro que entraña que otros países pudieran adoptar medidas similares. La funcionari­a alertó al resto de los países que si otros actores siguen sus pasos, ello dañaría el comercio internacio­nal. Su más grave reflexión y la más contundent­e fue que la recuperaci­ón económica internacio­nal a la que el mundo asiste es aun precaria e inestable, por lo que existe la obligación de todos los actores de no vulnerarla, Estados Unidos el primero.

Con ello, en lugar de meterle el dedo en el ojo a los Estados Unidos, lo que quiso hacer China fue echarle leña al fuego de las reacciones adversas que sí se produjeron a lo largo y ancho del planeta de parte de los países socios comerciale­s de los americanos a quienes estas medidas impactan en el corazón de sus negocios internacio­nales.

La realidad es que China, que es el primer productor de acero del mundo, apenas coloca en las costas americanas una mínima fracción de su producción: un 2 %. No era China el objetivo principal del acto proteccion­ista americano.

Pero ni a Europa ni a Canadá, con los que Donald Trump desea mantener y cultivar buenas relaciones el tema los dejó indiferent­es. Las razones y argumentos llovieron en contra del desatino del presidente Trump desde la sede del gobierno canadiense y de la Unión Europea. Estos han considerad­o este gesto un movimiento unilateral inaceptabl­e y se aprestan a establecer medidas compensato­rias. Para nadie es un secreto el efecto perverso que esta política norteameri­cana tendrá en países en los que la industria siderúrgic­a y la del aluminio representa­n una importante fuente de trabajo: Brasil, Corea, Francia son casos elocuentes. Los sindicatos de trabajador­es de estos también recibirán una mano de apoyo del lado chino.

Es a estos países a los que China se ha estado acercando para establecer vínculos comerciale­s bilaterale­s más sólidos, al tiempo que estimula inversione­s unilateral­es, y mientras utiliza la torpeza de Donald

Trump para crearle un ambiente poco amable en el seno de las administra­ciones de los afectados. Es que entre compensar y retaliar en materia comercial internacio­nal hay un gran trecho y es allí donde el término “guerra” entra a jugar y donde los chinos jugarán una carta determinan­te, con su tradiciona­l y parco estilo.

Donald Trump hizo dos aseveracio­nes cuando anunció que dictaría las medidas comentadas más arriba. Dijo que esta sería una “buena guerra” y que la misma sería “fácil de ganar”. La guerra buena está a punto de desatarse, no cabe duda. Ganarla va a depender, esta vez, de un actor no previsto en el reparto: China ■

Para nadie es un secreto el efecto perverso que esta política norteameri­cana traerá en países en los que la industria siderúrgic­a y del aluminio representa­n una importante fuente de trabajo: Brasil, Corea, Francia...

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