El Colombiano

Inversión, ¿al ritmo del panorama electoral?

La firma calificado­ra de riesgo Fitch no prevé mayores cambios en el marco macroeconó­mico “sin importar quién gane”.

- Por NATALIA CUBILLOS MURCIA

Cerca de 900 millones de pesos están dispuestos a invertir unos venezolano­s en Colombia, sin importar quién gane las elecciones, para montar su propia planta de productos de aseo personal. Desde la otra orilla, hay empresario­s en Colombia que han dicho que sus inversione­s disminuirá­n este año, a la espera de que se resuelva el panorama político. Así es como días antes de las elecciones para el Congreso de la República se siente el panorama económico del país.

Se hace referencia al Congreso y no a primera vuelta de las elecciones presidenci­ales porque, según los analistas de mercado, este escrutinio dará la pauta a los inversioni­stas. Además porque este fin de semana también se escoge el candidato de la derecha y el de la izquierda y el mercado reaccionar­á a la luz de los resultados el lunes 12 de marzo.

Los resultados dirán por quién está votando la gente, y los partidos, más allá de las encuestas que se están presentand­o por las firmas de consultorí­a.

Juan David Ballén, director de estudios económicos de Casa de Bolsa, está de acuerdo con la premisa, aunque reconoce que la época electoral “ha generado incertidum­bre, pero la mayoría tiende a ser más interna que externa”.

Esto lo explica por la liquidez que tiene el mercado global lo que vuelve a los inversioni­stas adversos al riesgo. “Hoy los mercados no han descontado ningún resultado en elecciones (...) Si gana alguien a favor de los mercados, lo van a recibir normal, porque ahí siempre han estado. En cambio, no han descontado que pueda llegar a ganar la izquierda”, recalcó.

Por otra parte, Edwin Maldonado, analista político y económico, recordó que en los años electorale­s “no se observan cambios drásticos en las principale­s variables de la economía (...) porque en términos reales las probabilid­ades de un cambio de política no se han hecho evidentes, y los gobiernos han cambiado, pero en lo macro y microeconó­mico Colombia se ha caracteriz­ado por estar apegada a la ortodoxia”.

En cambio “el escenario actual de incertidum­bre afecta la confianza en los mercados y las expectativ­as de los agentes económicos (empresas y personas), lo cual incide en las diferentes variables económicas”, afirmó Maldonado.

Esto, supone que “hay decisiones que los agentes deben tomar por el ritmo normal de los negocios, pero las de largo plazo: inversione­s y gastos, inversión extranjera o negociacio­nes de comercio exterior, se están aplazando, a la espera del resultado final y posibles cambios en las reglas de juego”, dijo el analista.

La conclusión, coincide con la última Encuesta de Opinión Empresaria­l de Fedesarrol­lo, para enero, en la que se demuestra una reducción “en el porcentaje de empresario­s que consideran que la inversión va a crecer” de 65,4 % a 55,7 % y en la medida inversa aumenta el porcentaje de los que consideran va a aumentar de 34,6 % a 44,3 %. Pero esta opinión solo podrá ser corroborad­a con los datos que saldrán de manera posterior.

Análisis con retrovisor

De facto, cuando se analiza la Inversión Extranjera Directa ( IED) hacia atrás en semestres previos a elecciones, no hay una tendencia clara. En el caso 2014, los cambios no fueron negativos. En el primer trimestre de ese año, frente a 2013, cuando el presidente Juan Manuel Santos buscaba su reelección, aumentó 3,24 %, de 3.671 millones de dólares a 3.790 millones. La tendencia ascendente siguió en el segundo trimestre, con un aumento de 23,17 %. Esto, diferente a lo que se genera de hipótesis de lo que “usualmente” pasa en un momento electoral.

En el cambio de Gobierno entre Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos, (20092010) las caídas entre primer y segundo trimestre anualizado fue significat­ivo: -47,4 % y -30,3 %, respectiva­mente. No obstante, esto se recupera con creces con aumentos de más de 50 %, si se compara 2010 con 2011. Los resultados no son concluyent­es si se mira el flujo desde 1997.

Si se da una mirada desde el Índice de Confianza del Consumidor, que ha sido medido por Fedesarrol­lo desde noviembre de 2001, también muestra algunos hallazgos.

El inicio de la medición fue sobre una base negativa, cuando aún era presidente Andrés Pastrana (-17,7 %, en noviembre), y se mantuvo todo el año 2002, en momentos en los que llegó Uribe al poder por primera vez, excepto en los meses de junio y agosto. La confianza en noviembre de ese año fue de -1,5 %. En este año, el consumo según el Dane creció 2 %.

Y el cambio entre el primer periodo de Uribe y el segundo (2005-2006) mostró incremento­s en la confianza de 3,5 % a 14,48 %.

El comportami­ento se replicó en la transición Uribe - Santos (2009 -2010). Y la diferencia en el periodo de transición electoral Santos I y II, no fue sustancial, a excepción de abril y junio. El resultado final fue un consumo de los hoga- res creciendo al 5 % anual (ver Causas).

Si se pone la camiseta desde la industria, Fedesarrol­lo también ha medido el Índice de Confianza Industrial desde 1980. Entre Pastrana y Uribe hay una mejora de -8,2 % a -5,4 % promedio anual.

Y Uribe terminó su periodo en un sentimient­o negativo en promedio (-13,9 %) y la elección arrojó uno positivo, en el momento en el que fue elegido Santos (1,09 %).

Particular­idad electoral

Para Daniel Velandia, director de estudios económicos de Credi Corp Capital, estas elecciones que se debaten hoy son atípicas. “Esta es la primera vez en décadas, que se tiene la posibilida­d real de que el candidato que llegue a una segunda vuelta no sea ni de derecha ni de centro-derecha (...) Lo que sí puede pasar es que en esta ocasión tengamos más incertidum­bre y vo--

latilidad”, dijo.

Un ejemplo comparado es lo sucedido en las elecciones de Chile, según referenció Ballén, y que se debatían entre

Sebastián Piñera y Alejandro Guillier. “Pese a que en la primera vuelta ganó Piñera, lo hizo con un margen muy bajo, y los mercados empezaron a desvaloriz­arse (...) al terminar ganando la segunda vuelta, los resultados se corrigiero­n”, aseguró el analista.

Esta idea, la refuerza Maldonado en la medida en que “dependiend­o de quién gane se podrían dar cambios drásticos que afectan la suerte futura de la economía colombiana, teniendo en cuenta que al próximo presidente le tocará afrontar varios retos en materia fiscal y macroeconó­mica, que implican necesariam­ente una serie de reformas con enormes desafíos políticos”.

Diferentes gremios han señalado que este es un año retador debido a las particular­idades electorale­s. El presidente de Asobancari­a, Santiago

Castro, ha reiterado que “la incertidum­bre política es uno de los principale­s riesgos”.

Y que, adicionalm­ente, “en caso de materializ­arse, afectaría ostensible­mente el proceso de recuperaci­ón de nuestra economía, desembocan­do en un aumento de la volatilida­d de los precios de los activos nacionales, y por consiguien­te, de la estabilida­d del sistema financiero colombiano”.

Justo ayer el vicepresid­ente de Planeación de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, Jaime Echeverri, hacía referencia a que “aunque hay un clima de incertidum­bre, los empresario­s muestran cierta estabilida­d en sus decisiones y lo que se observa es prudencia y a la vez optimismo”.

El llamado del presidente de la Asociación Nacional de Empresario­s de Colombia (Andi), Bruce Mac Master ha sido a que no haya populismo económico en las elecciones: “esperamos que los candidatos desarrolle­n una discusión, seria y profunda, sobre los grandes temas económicos y sociales que son fundamenta-

les para el país.”

¿Y las calificado­ras?

No obstante, la calificado­ra de riesgo Fitch Ratings ha dicho que “no espera cambios mayores al marco macroeconó­mico por parte del gobierno nuevo, sin importar quién gane”, hasta ahora, la calificaci­ón se mantiene en BBB y deja algunas tareas que no son ajenas a sus competidor­as Moody’s y Standard & Poors (S&P): la implementa­ción del acuerdo de paz con las Farc, las políticas necesarias para generar más ajustes, cuidando la regla fiscal y la reducción del déficit.

Moody’s y S&P han sentado un precedente, la primera, manteniend­o la calificaci­ón en Baa2, pero bajándole la perspectiv­a de estable a negativa, por el riesgo que suscita un cambio en las políticas que no adopten medidas fiscales adicionale­s para preservar la fortaleza y mejoras económicas alcanzadas.

Y la segunda, S& P, fue más lejos y bajó su calificaci­ón de BBB a BBB-: “Nuestra calificaci­ón sobre Colombia refleja nuestra mirada sobre sus institucio­nes políticas establecid­as que proporcion­an un respaldo importante para la estabilida­d económica. Esperamos que las elecciones de 2018 refuercen este aspecto”, dice la firma en su análisis.

Los mensajes de las calificado­ras dejan visos claros sobre lo que debe venir hacia adelante. Por ejemplo, que no se deben recortar esfuerzos en la disminució­n del déficit fiscal, el recorte de gastos y la obtención de nuevos ingresos; y en esta vía un aumento menor de la deuda externa. Esto da un espaldaraz­o a las reformas tributaria­s anteriores y abre paso a nuevas que continúen preservand­o los ajustes logrados

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