El Colombiano

EDITORIAL

No solo su complicado cuadro clínico obligó el retiro del candidato “Timochenko”. No logró adhesión ni cohesión en sus propias filas, y no tiene ningún otro vocero con carisma y credibilid­ad.

- ESTEBAN PARÍS

“No solo su complicado cuadro clínico obligó el retiro del candidato “Timochenko”. No logró adhesión ni cohesión en sus propias filas, y no tiene ningún otro vocero con carisma y credibilid­ad”.

La Farc no tendrá, finalmente, candidato presidenci­al. La razón principal que se aduce es la precaria salud de “Timoleón Jiménez”, quien como jefe de la entonces guerrilla dio el paso para aceptar sentarse a negociar una desmoviliz­ación para incorporar­se a la vida política pacífica y desde hacía varios meses era cabeza electoral de la organizaci­ón que, con la misma sigla, concurrirí­a a las elecciones en virtud de las concesione­s establecid­as en los acuerdos de paz.

En su comunicado de ayer, la Farc reconoce que la decisión final de retirar su candidatur­a presidenci­al se debe a las intervenci­ones quirúrgica­s a las que ha sido sometido su candidato. Está siendo atendido con todos los cuidados, y su cuadro clínico resultó ser más complicado de lo que se había informado al principio. Luego de varias hospitaliz­aciones en La Habana, “Timochenko” no está en condicione­s físicas de enfrentar un debate electoral en el que, por cierto, estaba encontrand­o rechazo manifiesto de diversos núcleos de población.

Esta última circunstan­cia también fue esgrimida por la Farc ayer, enmarcándo­la dentro de lo que denomina “ausencia de garantías” por acciones en las que incluye, además de una falta de financiaci­ón para hacer su campaña, y un presunto plan de la Fiscalía para desprestig­iarlos “con cuentos y cuentas fabulosas e infundadas”. Los cuentos de la Fiscalía se refieren, a propósito, a las presuntas maniobras para ocultar bienes y eludir así la reparación económica a sus miles de víctimas.

Pero hay otro factor adicional que la Farc omite pero que debió haber tenido mucho peso al optar por no presentar candidato: el liderazgo de “Timochenko” era sólido cuando actuaba como fé- rreo jefe militar de la guerrilla. Pero una vez desmoviliz­ados, las divisiones internas no tardaron en aparecer y su capacidad de cohesión de la antigua tropa no fue la misma. Sin mayor arrastre y con un discurso premoderno no logró adhesión entusiasta entre su propia gente.

En el discurso fariano, con mayor insistenci­a durante el proceso de La Habana, se intentó edificar un programa político que ahora se queda sin quién lo represente para la campaña presidenci­al. Demostrand­o, de paso, falta de liderazgos alternativ­os en su organizaci­ón, ausencia de un vocero moralmente creíble y con capacidad de convicción, no lastrado por las graves responsabi­lidades que sobre sus espaldas cargan los actuales candidatos de la exguerrill­a al Congreso.

Falta ver qué candidato presidenci­al de los restantes, de los afines al proceso de paz de La Habana, tendrá que verse sometido a la “oferta” de recibir la adhesión de esa agrupación. Con lo que ello acarrea y con lo que, de aceptarse, implica de correspons­abilidad solidaria frente a un pasado que está a la vista de todos.

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