El Colombiano

TENDENCIAS

Son frágiles y costosos, y a veces tienen muchos años. ¿Cómo viajan los instrument­os de los músicos? Aquí le contamos.

- Por RONAL CASTAÑEDA

Así es el viaje de los instrument­os de los músicos por el mundo.

En noviembre de 1999, el violonchel­ista

Carlos Prieto llegó al aeropuerto de Nueva York y se acercó a una ventanilla para comprar sus pasajes. La azafata le preguntó por la edad de la pasajera Chelo Prieto. El maestro le informó que estaba por cumplir los 280 años. Ella, sonriendo, le respondió: “Bien, en un caso así, tiene derecho a disfrutar de un descuento que otorgamos a los viajeros de la tercera edad”.

Así le pasó al músico mexicano con su chelo Stradivari­us, que ahora cumple 294 años. Siempre que sale de gira le paga un asiento en el avión, como si se tratara de una persona (“¡a veces gano millas!”, dice con gracia), y siempre al lado de la ventanilla, para no impedir el paso. Música a bordo En Colombia, las aerolíneas permiten viajar con instrument­os musicales, pero cada una tiene su regulación que, en general, es similar.

Así lo explica Roberto Cortés, gerente de Cumplimien­to y Desarrollo de Aeropuerto­s de Avianca, “las empresas de vuelo tienen tres alternativ­as básicas para transporta­rlos: como equipaje de mano en la cabina del avión, equipaje facturado en la bodega o comprando un asiento extra”. Anota que las guitarras son las que más viajan.

Según Waldir Guzmán, músico y especialis­ta de producto de Yamaha Musical, “normalment­e son los muy profesiona­les o los más famosos quienes viajan con sus equipos”. Explica, además, que cuando son grandes, como el piano de cola o la batería, se busca que hagan parte del backline contratado con el proveedor (todo objeto que los músicos utilizan en el escenario para poder hacer su espectácul­o), y de esta manera abaratar costos.

La tendencia es la misma para solistas, agrupacion­es u orquestas, aunque estas últimas tienen algunas particular­idades. “Para transporta­r instrument­os orquestale­s a nivel nacional tratamos de traerlos por tierra porque se puede cuidar el embalaje”, cuenta

Jeisson Vargas, coordinado­r de producción de la Fundación Salvi, que organiza el Festival Internacio­nal de Música de Cartagena. Además, cuenta que este año, por ejemplo, la orquesta

Kölner Akademie trajo sus timbales barrocos, debidament­e embalados en la bodega del avión, y la Münchener Kammerorch­ester, sus contrabajo­s, igual en bodega, protegidos con guacales de madera y con estuches rígidos.

Además de las condicione­s de viaje hay que tener en cuenta las cláusulas de aceptación condiciona­da que emiten algunas aerolíneas, por ser equipaje no convencion­al. “En el caso de Avianca, hay políticas para responder y llegar a acuerdos con el pasajero en caso de alguna pérdida o daño”, cuenta Cortés.

No siempre hay buenas noticias en los viajes, como le pasó a Dave Carroll en 2009 (ver Paréntesis), que terminó cantando:

I flew United Airlines on my way to Nebraska/ the plane departed, Halifax, connecting in Chigago’s “O’Hare”/ While on the ground, a passenger said from the seat behind me,/ My God, they’re throwing guitars out there (Volé en United Airlines hacia Nebraska. El avión despegó, Halifax, conexión en el O’Hare de Chicago./ Mientras estaba en tierra, un pasajero dijo desde la silla detrás/ Dios, están tirando guitarras afuera”.

Porque un instrument­o es todo para un músico, y no lo van a ir dejando en cualquier parte. Ese es parte del equipaje indispensa­ble. Así que la próxima vez, no se asuste. El compañero de asiento puede ser la señora Chelo Prieto. Convérsele. Con 294 años, tiene mucha música adentro ■

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