GANGRENAS EN EL CAMPO
Colombia es un país que no ha logrado identificarse en su diversidad.
No es noticia nueva la indiferencia pululante del gobierno y la misma sociedad al campo colombiano. Históricamente el país ha descuidado al sector que acompaña al ostensiblemente nocivo sector de la minería y el petróleo en mayor relevancia en el PIB, golpeándolo con sus innovadores TLC, cuyo producto más notable para la sociedad colombiana fue el Paro Agrario del 2013, convocado por el mismo sector campesino en busca de que el Estado tornara su mirada enchapada en oro negro a una potente economía que ha sufrido un gobierno que se dedica a remolonear.
La centralización aún presente ha dado paso a que los únicos reguladores sean los grupos armados al margen de la ley que aprovechan el abandono estatal en tales territorios para instaurar el “orden”. Solo hay que percatarnos en los territorios hoy abandonados por la guerrilla de las Farc; son constantemente atacados por la minería ilegal (y legal, pero de la misma forma no regulada) y el mismo campesino que desconoce los efectos de algunas de sus actividades y nadie en ese monte tiene suficiente voz para ponerles orden a las cosas.
El Proceso de Paz de La Habana, en su Reforma Agraria Integral, se anuncia como el salvador tan esperado a esta desamparada población, pero el tiempo pasa y pasa y no vemos más que un gobierno encarnecido con la dependencia a una economía extractivista y un proceso de paz que cojea ante la realidad.
Además del terrible daño ambiental que se ha venido desarrollando en zonas de poca presencia mediática y estatal, es también consecuencia que la economía colombiana no prospere como se esperaría de un país con tan amplia fertilidad y disponibilidad comercial; el hecho de que el campo no se desarrolle ni tecnifique equivale a que no tengamos la mínima capacidad de mejorar nuestros productos, exportamos materias primas de gran valor para que sean economías de otros países las que apropien y lleven al mercado variedad de derivados de esta, aportando notablemente a su propia economía. Colombia es un país que no ha logrado identificarse en su diversidad, qué mejor discurso que una historia que se compone de conflictos que terminan con apósitos, gangrenas y un campo abandonado ■ * Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.