SOBRE LO QUE HAY QUE PARAR BOLAS
Estación Crisis, que también se puede llamar Desborde, Quilombo, Despelote, Estallido o como se quiera (lo que incluye deformidad), pues de todas maneras lo crítico indica que algo se creció, no cupo en el espacio debido y terminó reventándose, y no para bien como cuando una hinchazón se abre, sino para mal porque no tiene por dónde salir y entonces el asunto se da por dentro y afecta otras partes, generando un caos que se pudo prever. Y en este crecimiento desmesurado (sin medida) de poco valen excusas, rezos, echarle la culpa a otro o salir con el cuento de que la situación no era tan grave y algo inesperado la produjo: una maldición, el diablo, una conspiración, el enemigo oculto, una quinta columna, la llegada de inmigrantes, una reacción química, los extraterrestres, en fin, que entre tanto calor y lluvias inesperadas hay mucho realismo mágico.
La contaminación ambiental no es algo inesperado sino un hecho que vimos crecer y se apoyó en nombre de la economía y un presunto desarrollo, viendo cómo el humo se tomaba los espacios del aire y del que el Estado comenzó a sacar impuestos provenientes de la gasolina, los seguros a los automotores, los productos anexos a la movilidad, etc. Y promoviendo el humo (que es más rentable que la electricidad), al fin nos dimos cuenta de que las partículas salidas de la combustión no se pueden respirar, que son la causa de enfermedades pulmonares y cardiacas, a la par que producen un enorme malestar psicológico nacido de las condiciones de encierro: estrechez en las vías, estrés creciente, agresividad constante.
Toda crisis es un desborde. Y en este sentido la física y la química son claras. Si el objeto se sale del espacio, daña al objeto y al espacio. Y una molécula, cuando se desborda, crea monstruos. Y es lo que pasa: ya no cabemos (la ciudad está que se revienta) y el aire y el ruido son monstruosos, la densidad sobrepasa la capacidad del territorio, y la gobernabilidad, en consecuencia, se convierte en un desorden.
Y la solución no es apagar ni quedarse quietos, pues un problema no se resuelve creando otros. Lo propio (y necesario) es crear otras ciudades para reducir la que tenemos. Toda megalópolis es un fracaso, esto lo tienen claro
Lewis Munford, desde 1935, con ajustes en los 70 (La cultura de las ciudades), y Michel
Onfray en La teoría del viaje, una poética de la geografía. Todo se ha dicho.
Acotación: La crisis del medio ambiente se denunció desde 1964 y no le paramos bolas, pues los ambientalistas son como locos, eso se dijo. Y ahora viene la crisis del agua, cosa de la que también se burlan los desarrollistas. Y ahí vamos, metidos en una bolsa que no deja respirar y se seca ■
Y es lo que pasa: ya no cabemos y el aire y el ruido son monstruosos, la densidad sobrepasa la capacidad del territorio, y la gobernabilidad se convierte en un desorden.