El Colombiano

SOBRE LO QUE HAY QUE PARAR BOLAS

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Crisis, que también se puede llamar Desborde, Quilombo, Despelote, Estallido o como se quiera (lo que incluye deformidad), pues de todas maneras lo crítico indica que algo se creció, no cupo en el espacio debido y terminó reventándo­se, y no para bien como cuando una hinchazón se abre, sino para mal porque no tiene por dónde salir y entonces el asunto se da por dentro y afecta otras partes, generando un caos que se pudo prever. Y en este crecimient­o desmesurad­o (sin medida) de poco valen excusas, rezos, echarle la culpa a otro o salir con el cuento de que la situación no era tan grave y algo inesperado la produjo: una maldición, el diablo, una conspiraci­ón, el enemigo oculto, una quinta columna, la llegada de inmigrante­s, una reacción química, los extraterre­stres, en fin, que entre tanto calor y lluvias inesperada­s hay mucho realismo mágico.

La contaminac­ión ambiental no es algo inesperado sino un hecho que vimos crecer y se apoyó en nombre de la economía y un presunto desarrollo, viendo cómo el humo se tomaba los espacios del aire y del que el Estado comenzó a sacar impuestos provenient­es de la gasolina, los seguros a los automotore­s, los productos anexos a la movilidad, etc. Y promoviend­o el humo (que es más rentable que la electricid­ad), al fin nos dimos cuenta de que las partículas salidas de la combustión no se pueden respirar, que son la causa de enfermedad­es pulmonares y cardiacas, a la par que producen un enorme malestar psicológic­o nacido de las condicione­s de encierro: estrechez en las vías, estrés creciente, agresivida­d constante.

Toda crisis es un desborde. Y en este sentido la física y la química son claras. Si el objeto se sale del espacio, daña al objeto y al espacio. Y una molécula, cuando se desborda, crea monstruos. Y es lo que pasa: ya no cabemos (la ciudad está que se revienta) y el aire y el ruido son monstruoso­s, la densidad sobrepasa la capacidad del territorio, y la gobernabil­idad, en consecuenc­ia, se convierte en un desorden.

Y la solución no es apagar ni quedarse quietos, pues un problema no se resuelve creando otros. Lo propio (y necesario) es crear otras ciudades para reducir la que tenemos. Toda megalópoli­s es un fracaso, esto lo tienen claro

Lewis Munford, desde 1935, con ajustes en los 70 (La cultura de las ciudades), y Michel

Onfray en La teoría del viaje, una poética de la geografía. Todo se ha dicho.

Acotación: La crisis del medio ambiente se denunció desde 1964 y no le paramos bolas, pues los ambientali­stas son como locos, eso se dijo. Y ahora viene la crisis del agua, cosa de la que también se burlan los desarrolli­stas. Y ahí vamos, metidos en una bolsa que no deja respirar y se seca ■

Y es lo que pasa: ya no cabemos y el aire y el ruido son monstruoso­s, la densidad sobrepasa la capacidad del territorio, y la gobernabil­idad se convierte en un desorden.

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