El Colombiano

En Cuba, el fin de la era Castro pero no de su poder

En el papel empieza un periodo de apertura con Díaz-Canel, pero el sistema político que se ha mantenido por 57 años no plantea cambios.

- Por DANIEL ARMIROLA R. Y MARÍA ALEJANDRA CASTILLO

Hoy el electorado cubano escogerá a través del voto popular a los 612 diputados que conforman la Asamblea Nacional del Poder Popular (Anpp), órgano que a mediados del mes entrante selecciona­rá al nuevo presidente y vicepresid­ente del país. Sabiendo que

Raúl Castro no se presentará a los comicios de este año, por primera vez en 57 años una persona que no ostenta este apellido accederá al poder en Cuba.

“Cuando la Asamblea Nacional del Poder Popular se constituya el 19 de abril del próximo año, habrá concluido mi segundo y último mandato al frente del Estado y el gobierno, y Cuba tendrá un nuevo presidente”, le dijo Castro a los parlamenta­rios de su país a finales de 2017.

Siendo fiel a la línea tradiciona­l, Miguel Díaz- Canel, primer vicepresid­ente de Cuba, seria el llamado a sucederlo en el cargo. Hijo de la revolución y educado en Cuba, los cubanos podrían pensar que el clan de los Castro seguirá rigiendo el país.

Y de momento así será, se- gún fuentes consultada­s por EL COLOMBIANO desde distintas partes del espectro político. Mientras que el régimen ha difundido este proceso electoral como el botón que pondrá en marcha la apertura y los cambios que se piden para la isla, pocos indicios hacen pensar que eso efectivame­nte ocurrirá en los siguientes meses y años.

No se ve afán de cambios

Hoy los cubanos amanecen tranquilos, dedicados a sus vidas sin reparar mucho en qué resultado pueda tener la elección. Para quienes disienten del régimen no hay viso alguno de que el voto pueda traer de nuevo libertades políticas, para quienes simpatizan con el legado de los Castro el voto será para fortalecer al país frente a las viejas luchas heredadas del Siglo XX. Así lo plantea, David Ro

dríguez, periodista de Radio Bayamo y conductor del programa Hoy en la Noticia: “En Cuba hay tranquilid­ad y optimismo. Pero también muchos desafíos para el pueblo a futuro. Por eso se trata de unas elecciones cruciales para determinar quién los enfrentará. El principal reto es tumbar el bloqueo estadounid­ense, que aún tiene nefastas consecuenc­ias. Frente a lo que ocurre con Donald

Trump en Estados Unidos, los cubanos han recurrido a fortalecer su unidad”.

En Washington, analistas cercanos al Estado advierten que si el traspaso de poder de Castro a Díaz-Canel traería algún cambio relevante, este solo se vería en varios años.

“En general, lo que he visto en Cuba es que cualquier cambio en el sistema requiere tiempo. Hay muchos elementos que dan estabilida­d al mismo: dominado por un partido, con involucram­iento de las Fuerzas Armadas en la actividad empresaria­l, pero aún así con un sistema electoral que asegura cierta representa­ción a la comunidad, aunque sea en todo caso favorable al régimen. Por eso cualquier cambio profundo en el sistema llevará un buen tiempo”, explicó Robert Evan Ellis, docente del Centro de Estudios Estratégic­os de la Escuela de Guerra del Ejército de EE. UU.

Castro el titiritero

Medios internacio­nales han dado eco a la idea de que con el proceso de hoy, se da fin a la era Castro en Cuba. Aunque nominalmen­te se dejará de ver pronto ese apellido figurando en la jefatura de Estado, nada más lejos de la realidad.

“Creo que efectivame­nte Raúl entregará el máximo cargo a Díaz-Canel en las próximas semanas, pero no estoy seguro que pase algo más allá de ese título en el papel. Raúl todavía va a liderar el Partido Comunista de Cuba (PCC), estará aún a cargo de las Fuerzas Armadas, y en general seguirá, tras bambalinas, como el que realmente toma las decisiones”, consideró

Brian Latell, exdirector de Inteligenc­ia de la CIA para América Latina y autor de numerosos libros sobre el régimen cubano.

“Raúl tiene 87 años y sí, este es el inicio de una apertura, pero una demasiado gradual. Habrá un cambio de nombres, pero más allá de eso no espero que se produzcan cambios ni este ni el otro año. En realidad creo que todo depende de la salud de Castro”, agregó.

El consenso de los expertos es que, mientras que Raúl esté por ahí, habrá muy poco espacio para que los cubanos vean políticas nuevas.

Díaz-Canel, la incógnita

En cualquier caso, a pesar de los hilos que aún tendrá Castro sobre el Ejecutivo, este será presidido por primera vez por un apellido distinto. ¿Qué perfil tiene Mi

guel Díaz-Canel? ¿Podría imprimir algún matiz propio a su forma de gobernar? La respuesta es

compleja. Al hablar de un personaje reservado públicamen­te, surgido desde los pasillos y oficinas silenciosa­s del Estado alrededor de la Plaza de la Revolución, no es fácil descifrarl­o.

En la isla da la impresión de que se trata de un férreo defensor de los preceptos castristas, que según el periodista Rodríguez no suscita ningún escepticis­mo dentro del Partido Comunista: “en torno a Díaz-Canel hay un consenso y no hay asomo de duda. Todos dentro del PCC conocen su trayectori­a impecable, sin asomo de corrupción, de la mano de Fidel y luego de Raúl. Por eso se prevé un traslado de poder sin traumatism­os”.

Pero en otras orillas del Caribe, expertos no cierran la puerta a conocer otro Díaz-Canel, eso sí, tras la muerte de Castro. “No conozco a nadie en EE. UU. que pueda dar una respuesta en profundida­d sobre qué tipo de persona es. He hablado con gente que lo conoce, y me dicen que es muy inteligent­e, le gustan las novedades tecnológic­as, usa smartphone­s, iPad, y es muy curioso. Está, por ejemplo, pendiente de los modelos económicos de otros países. Es astuto y está aprendiend­o mucho. Pero la pregunta es ¿será más moderado que Raúl y los ‘históricos’?

No lo sé. Creo que al comienzo, mientras que Raúl siga por ahí, Díaz-Canel no podrá imprimir un sello propio”, dijo Latell.

Para Ellis, aún si se abre una ventana para que Díaz-Canel pueda implementa­r cambios, esto generaría crecientes pugnas dentro del PCC: “hay otros actores que, aunque no pueden llegar a primeros cargos, tienen la importanci­a suficiente para impedir, en el caso de que Díaz- Canel vire hacia una agenda de apertura radical, su implementa­ción”.

El ejemplo chino

En el fondo, la discusión ronda los medios de todo el globo porque desde hace años, incluso elpropio Raúl, ha evidenciad­o la búsqueda de Cuba por lograr una consolidac­ión similar a la de China. Una economía que se robustece abriéndose a la inversión y a los mercados, mientras que el Partido Comunista no pierde su control de numerosas esferas de la vida del país.

Pero hasta lograr eso es un interrogan­te, según Andrés Molano Rojas, director académico del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga: “hay una gran diferencia de recursos y capacidade­s. Cuba pue-

de decir que quiere parecerse a China, pero eso es muy difícil. Incluso, para lograrlo, no se necesitarí­a tantas fuerzas de apertura dentro del partido de gobierno, lo esencial es tener la capacidad productiva y los recursos. Pero la isla no los tiene”.

Ellis no olvida, por su parte, que “a diferencia de China, el mercado natural de la isla es Estados Unidos, y este se mantiene cerrado a los productos cubanos. Por otra parte, por su tamaño y la naturaleza de su economía, Cuba no puede hacerse la fábrica del mundo, ni siquiera la fábrica del Caribe”.

Si el régimen cubano está luchando por una consolidac­ión similar a la de China, también debe tenerse en cuenta que esta no se dio sino varias décadas después de la apertura promulgada por Den Xiaoping en 1978. Por eso, tendrían que pasar varias décadas más para ver ese milagro en la isla

EN DEFINITIVA

Raúl Castro seguirá en control de la vida política de Cuba, a pesar de que existe la posibilida­d que, tras su muerte, su sucesor DíazCanel pueda revelar sus verdaderas cartas de gobierno.

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