DEL AMOR POR EL HACHA, AL AMOR POR LO PROPIO
Es momento para que la sociedad antioqueña pase de querer su hacha “porque a sus golpes libres acentos resuenan” o sencillamente, porque los mayores se la dejaron por herencia, como dicen las estrofas de su himno, a una sociedad que construye el futuro de sus hijos basado en la garantía de los servicios que provee la naturaleza, como lo es el agua potable, la salud y los alimentos, para su propia supervivencia.
De acuerdo al último reporte del Sistema de Monitoreo de Bosques y Carbono del Ideam, Antioquía ocupa el quinto lugar con más actividad deforestadora en todo el país, reflejado en un preocupante incremento del paisaje desértico de sus montañas que alguna vez fueron verdes oscuras, pasando ahora a un color naranja-rojizo, visto fácilmente desde el avión.
Según este informe, la deforestación se concentra en el suroccidente del departamento, en los municipios de Dabeiba, Frontino y Urrao. Las veredas afectadas en Frontino serían Quaparado, San Mateo y Chontaduro, y en Urrao, La Encarnacion. Esta situación se concentra, especialmente, en las cerca- nias de los rios Murri y río Arquía al occidente del departamento. Las principales causas de la deforestacion son la extracción de madera, los acaparadores de tierras que provocan los incendios forestales para apropiarse de ellas y la expansion de la frontera ganadera, en donde los cultivos tradicionales de pequena escala, inclusive del café, dan paso a grandes praderas estilo suiza para el establecimiento de ganaderia extensiva, sin un solo árbol, para dos vacas, a expensas del recorte y suspensión de la oferta hídrica que garantiza, precisamente, la productividad agrícola, el agua potable y la generación de energía en sus cuencas abastecedoras, inclusive la sostenibilidad de la propia economía del departamento.
Es decir, al igual que las alertas emitidas por la calidad del aire en el Valle de Aburrá, el departamento vive la misma situación, pero esta vez por la tala indiscriminada de sus bosques y la suspensión de sus servicios. Esto se llama la tragedia de los comunes.
De acuerdo al Observatorio de Bosques de Antioquia, en su publicación de la página web Colombia Informa, en 1990 esta zona contaba con 2,7 millones de hectáreas boscosas, en 2015 la cifra se redujo a 2,2 millones. Actualmente solo quedan 500.000 hectáreas; es decir, el 39 % de la cobertura original. De acuerdo al informe, solamente el 5 % del bosque en Antioquia sigue intacto, “De las 63 áreas protegidas, 40 tienen algún grado de deforestación”.
Para solucionar el problema de las emisiones en el Valle de Aburrá, se debe entender que su causa proviene de un comportamiento individual no educado que genera tragedias de salud colectivas, y que su solución, por lo tanto, está en la modificación de esos comportamientos individuales que reduzcan el desastre colectivo, a través de la formación de nuevos ciudadanos informados, partícipes de estrategias y procesos diseñados exclusivamente para alcanzar metas colectivas, acompañados de un sistema permanente de monitoreo y control efectivo con medidas coercitivas de carácter educativo, que transformen esa visión egoísta en una territorial común. Esta misma solución aplicaría para el mejoramiento del relacionamiento con el resto de recursos naturales.
El temido color rojizo tanto de las montañas de Antioquia por causa de la deforestación, así como, el de la alerta temprana que anuncia un aire dañino para la salud, no puede convertirse en una característica de esta región. Al contrario, creo que estamos a tiempo para transformar estas constumbres del pasado, pensando en la tierra que le dejaremos a nuestros hijos. Otros pueblos lo han hecho con mucho éxito, y Antioquia y el Valle de Aburrá no pueden ser la excepción.
Recordemos que una nueva sociedad inteligente se construye sólo desde su capacidad colectiva, no individual, para diferenciar entre lo que es falso y verdadero, en el proceso de reconocer errores y encontrar solamente soluciones y no más problemas. Empecemos por eliminar el culto por el hacha e incrementar el amor por lo que tenemos
Es momento de que la sociedad antioqueña pase de querer su hacha “a una sociedad que construye el futuro de sus hijos basado en la garantía de los servicios que provee la naturaleza.