El Colombiano

¿A QUÉ RENUNCIARÁ TRUMP POR LA PAZ DE COREA DEL NORTE?

- Por VICTOR CHA redaccion@elcolombia­no.com.co

El anuncio en la Casa Blanca el jueves de que el presidente Trump se reunirá con el líder norcoreano, Kim Jong-un, dentro de dos meses plantea más preguntas de las que responde. Si bien la imprevisib­ilidad de una reunión entre estos dos líderes no convencion­ales ofrece oportunida­des únicas para poner fin al conflicto de décadas de antigüedad, su fracaso también podría empujar a los dos países hacia el borde de la guerra.

El asesor de seguridad nacional de Corea del Sur, quien se había reunido con el Sr. Kim en Corea del Norte el lunes, hizo el anuncio en la Casa Blanca des- pués de reunirse con el Sr. Trump. Dijo que el norte considerar­ía la desnuclear­ización, acordar el cese a las pruebas de armas por ahora y aceptar el comienzo de los ejercicios militares anuales entre EE.UU. y Corea del Sur esta primavera.

Después de más de un año de retórica intensa entre los dos líderes, y pruebas de misiles norcoreano­s, EE.UU. y Corea del Norte parecían dirigidos hacia un curso de colisión en la fase previa a los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchan­g, Corea del Sur, el mes pasado. El frío trato del vicepresid­ente Mike Pence a los dignatario­s norcoreano­s visitantes en los juegos pronosticó para muchos que el alivio temporal de la diplomacia deportiva abriría paso a una peligrosa crisis militar. La temperatur­a en la península coreana parece haber sido reducida por ahora.

Aunque el gobierno de Corea del Sur merece reconocimi­ento por convertir una crisis inminente en una oportunida­d, no hay forma de negar que el aparente cambio de actitud de Pyongyang surge en parte por el efecto económico de las sanciones globales del Sr. Trump. Los norcoreano­s probableme­nte estaban alarmados por informes temprano en el año que decían que la administra­ción Trump estaba conside- rando opciones militares. Pero Kim también calculó que una pausa en las pruebas de armas de su país ahora no destruiría de manera significat­iva la capacida de Pyongyang para avanzar su programa nuclear.

La pregunta sin respuesta en el futuro es lo que EE.UU. está dispuesto a poner sobre la mesa para una negociació­n. En años de tratar con Corea del Norte, he aprendido que el régimen nunca da nada gratis. En la medida en que esta administra­ción ha pensado en la diplomacia durante su primer año, no fue más allá de enumerar las cosas que EE.UU. no haría en futuras negociacio­nes; por ejemplo, no abandonar las sanciones, no pagar por las reuniones, no cometer los errores de las negociacio­nes pasadas.

Sin embargo lo que era distinto sobre la declaració­n de Corea del Sur fue la descripció­n de medidas conciliato­rias que el Sr. Kim parece dispuesto a tomar -congelamie­nto de pruebas de misiles, no respuesta a ejercicios militares americanos, y una invitación a una cumbrepero sin detalle en cuanto a lo que Trump estaría dispuesto a ofrecer a cambio. Parece haber dos posibles caminos.

Uno sería ofrecer energía y asistencia económica incrementa­les y levantar las sanciones para la congelació­n y eventual desmantela­miento no solo de las armas nucleares, sino del programa de misiles balísticos de largo alcance. Este en particular, no ha sido tema de negociacio­nes en casi dos décadas, y Trump podría obtener una victoria dados sus tweets durante la campaña de que la capacidad del Norte de apuntar a la patria estadounid­ense “nunca va a suceder” mientras él sea presidente.

Pero ese es el mundo del Sr. Trump, negro es blanco, adelante es atrás, caos es bueno. Aunque uno de estos caminos o algún híbrido sea elegido, se aconseja que la administra­ción haga cuatro cosas.

Primero, tiene que coordinar de cerca con sus aliados. Nuestra política de Corea del Norte nunca debe venir a expensas de nuestros aliados. Si bien Corea del Sur está claramente a bordo, también lo debe estar Japón, cuyos líderes deben estar sufriendo un caso de latigazo diplomátic­o después de haber sido el animador más grande de Trump en su campaña para presionar a Pyongyang y considerar opciones militares. Segundo, el Sr. Trump debería saber que su ventaja negociador­a con el Sr. Kim sólo será efectiva si sus sanciones presionan y las capacidade­s de disuasión siguen fuertes.

Además, cualquier cumbre no puede permitir que los pronunciam­ientos del Sr. Pence durante los Olímpicos sobre los abusos de Corea del Norte contra los derechos humanos se evaporen. De hecho, involucrar al régimen en mejorar su historial de derechos humanos podría ser una medida importante de la autenticid­ad de las propuestas diplomátic­as de Corea del Norte.

Todos deberían estar consciente­s de que este dramático acto de diplomacia por parte de estos dos inusuales líderes, a quienes les encanta el estilo y el drama, también nos podría acercar más a la guerra. Negociacio­nes fracasadas a nivel de cumbre dejan a los partidos sin más recurso para la diplomacia

La reunión entre estos dos líderes ofrece oportunida­des para poner fin al conflicto de décadas. Su fracaso podría empujar a la guerra.

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