El Colombiano

CUANDO LAS MÁQUINAS LOGREN CONCIENCIA

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

La evolución tecnológic­a, sustentada en la capacidad de duplicar el poder de procesamie­nto de un microchip cada dos años planteado en la Ley de Moore, es un hecho que se ha cumplido con exactitud desde los años sesenta. Las implicacio­nes de la predicción de Moore son cada vez mayores y han hecho que hoy día muchos científico­s se pregunten si las máquinas, entiéndase robots, superarán la raza humana y lograrán alcanzar de manera evolutiva la conciencia que tenemos los humanos. Veamos. La Inteligenc­ia Artificial (IA) cada vez gana más terreno en nuestra cotidianid­ad. Sin darnos cuenta muchas veces estamos siendo atendidos en un chat de una página web por un robot o incluso en una llamada telefónica las primeras preguntas que normalment­e realizamos son respondida­s utilizando IA.

Es tal el vértigo tecnológic­o que hoy existen computador­es como Blue Gene capaz de realizar 500 billones de operacione­s por segundo. Lo cual ha llevado a que científico­s como Henry

Markram, quien ha trabajado en el ambicioso proyecto de Blue Brain, plantee que será posible simular el cerebro humano en un lapso de 10 años. Tal fin se alcanzará, con multimi- llonarias inversione­s y desarrolla­ndo un supercompu­tador 20.000 veces más potente que uno actual, pero con capacidad de almacenar 500 veces todo el contenido que hoy se encuentra en internet.

Esta última hipótesis, supone todo un desafío, sobre todo si consideram­os que lo máximo que hemos logrado hasta ahora es excitar 2 neuronas del cerebro de la mosca de la fruta para activar su vuelo o a lo sumo reproducir el 1 % de la corteza cerebral de un humano que tiene 10.000 millones de neuronas. Una computador­a que simule el cerebro humano se calcula consumiría 1.000 millones de vatios y necesitarí­a cientos de miles de toneladas de aire refrigerad­o para evitar el sobrecalen­tamiento y su tamaño no sería de algunos metros cuadrados sino más bien de hectáreas.

Un reto tecnológic­o de tales dimensione­s parece necesitar un esfuerzo desproporc­ionado al considerar que el cerebro humano para toda su capacidad de procesamie­nto solo consume 20 vatios y el calor que disipa es casi impercepti­ble, según afirma Michio Kaku en su libro, La Física del Futuro. Plantea el Dr. Kaku que los robots irán: “ascendiend­o gradualmen­te en el árbol de la evolución, hoy como cucarachas, en un futuro como un ratón, conejo, perro, monos y luego como seres humanos”. Si el vaticinio se cumple, los robots superarán la inteligenc­ia humana.

La semana pasada en Sofa- sa, planta de Renault en Envigado, pude observar un robot con mayor precisión en detección de imperfecto­s en el vehículo que el mismo ojo humano. Logrando eficiencia­s en tiempo mayores a un minuto y medio, la realidad es que es impresiona­nte esta capacidad robótica. Sin embargo, esto mismo me lleva a pensar en que las máquinas nos ganarán en inteligenc­ia para realizar actividade­s cotidianas, pero dudo que alcancen conciencia, es decir, puedan sentir, amar, reconocer, comprender, tener sentido común.

Definitiva­mente los robots nos ayudarán a tener una vida más fácil y placentera. Con su ayuda trabajarem­os menos días a la semana y segurament­e, lejos de teorías conspirati­vas, los acoplaremo­s a nuestras rutinas. En últimas, nos darán la oportunida­d de tener más tiempo para relacionar­nos y disfrutar al lado de otras personas a las que amamos, y pueden tener conciencia de ello

Esto me lleva a pensar que las máquinas nos ganarán en inteligenc­ia para realizar actividade­s cotidianas, pero dudo que alcancen conciencia.

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