SANCOCHO A LA BOLOGNESA
Todos se dan por ganadores, pero algunos no son más que cadáveres políticos andantes, especialmente por la siniestra. Cacarean que lograron colocar un huevito aquí y allá aunque no engañan a nadie. Los perdedores pueden tomarse el resultado de los comicios del domingo como una suerte de macrosondeo a pesar de que tienen muy complicado remontar el vuelo. Es cierto que la participación ha sido inferior al 50 %, pero es bastante improbable que supere el 55 % en las presidenciales si nos atenemos a los antecedentes.
Pero vayamos por partes. Por muchas vueltas que se quieran dar, la derecha es la gran vencedora de las primeras elecciones en medio siglo sin la amenaza del terrorismo “farcxista”. Uribe ha arrasado como el senador más votado de la historia y su prestigio, por mucho veneno que destilen algunos jueces y sus capos, deja al Centro Democrático como primer partido del país. Sin embargo, los excelentes resultados del “uribismo” podrían no ser suficientes sin cierta transversalidad. Parece bastante claro que la derecha ha logrado movilizar a la inmensa mayoría de su muy numerosa parroquia, pero queda aún un 10 % de votantes que deben definir su opción ante las presidenciales.
Hay quien se anda frotando ya las manos con los asaltos que se verán en el Senado entre Uribe y su archienemigo y senador vitalicio Iván Márquez, número dos de la extinta banda criminal. Y es aquí donde Uribe y la derecha deben andar con cuidado. Primero, porque las Farc han fracasado tan estrepitosamente en las urnas que es mucho más rentable ignorarlos. Su lista al Senado obtuvo 51.000 votos, el 0,34 % del total, y les convierte en la decimocuarta fuerza, mientras que en la Cámara de Representantes consiguieron 32.000 sufragios, el 0,22 %, un patético vigésimo puesto. Cualquier enfrentamiento con ellos sólo podría beneficiarlos así que en este caso aplica como nunca el dicho de que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Estoy convencido de que el “farcxismo” buscará desde sus cinco asientos regalados en el Senado y los otros cinco “vitalicios” en la Cámara Baja, todos por cortesía de Santos, buscarle las cosquillas al uribismo para tratar de rascar algún rédito con la estrategia de caldear el ambiente todo lo que puedan. Pero es que, además, evitar el choque directo con un interlocutor tan insignificante puede dar alas al uribismo y a la derecha en gene- ral con la vista puesta en las presidenciales. Después de haber logrado movilizar a casi toda su base electoral, los partidos de la derecha deben buscar otros caladeros donde echar las redes y para eso hay que templar el pulso. Sin perder la firmeza, eso sí. Así que, por mucho que la viuda de Marulanda se desgañite desde su escaño, le será mucho más beneficioso al uribismo responder a otros frentes más cotidianos y no centrar la batalla en los inconclusos y chapuceros acuerdos de paz fraguados entre el poder y los exbandoleros.
La derecha tiene dos asuntos que debe explotar a conciencia: la criminalidad rampante, ante la que no se está ofreciendo una respuesta contundente, y la economía, donde se están dejando de emprender reformas que podrían asegurar el crecimiento en los próximos ejercicios.
Igualmente le iría bien a la izquierda centrar el debate y dejarse de aventuras radicales que no llevan más que a su autodestrucción. Los colombianos quieren determinación, pero también acuerdos en uno de los escenarios políticos más atomizados que se recuerdan. En Italia llevan así siglos, desde el Imperio romano hasta la novena resurrección de Berlusconi, y tampoco les va tan mal. No queda otra: ¡a pactar, señores!
Iván Márquez Vs. Uribe, encuentro que crea expectativas en el nuevo Senado.