Se fue el modisto francés
Givenchy murió este sábado, a los 91 años, aunque se anunció este lunes. Un maestro del estilo simple y refinado.
Hubert de Givenchy, el diseñador francés, el maestro de la moda de los de antes, no dijo adiós. Murió cuando estaba durmiendo, el sábado 10 de marzo. Tenía 91 años.
Era el hombre que rompía las reglas en el diseño para mujeres, el del elegante porte que tenía un concepto informal de la moda de alta gama: ícono de los años cincuenta del prêt- à- porter, esa moda más informal, de mucha calidad, igual, que significa listo para llevar.
Era estilizado, elegante costurero. “Integró esa parte de modistos puristas que supieron dar un nuevo ímpetu a la alta costura parisina después de las restricciones en el periodo de postsegunda Guerra Mundial”, señaló la Federación de la Alta Costura de la Moda.
Su estilo
Su maestro fue el español Cristóbal Balenciaga. Sus creaciones más célebres son los inseparables, las faldas ligeras combinadas con blusas de algodón voluminosas. Con ellas empezó el concepto de relajado chic.
“Logró situar a su ‘maison’ de alta costura en un lugar especial. Sea en vestidos largos o en sus atuendos del día a día, englobó dos apreciadas y escasas cualidades: ser innovador e intemporal al tiempo”, expresó Bernard Arnaulto, presidente del grupo de lujo Louis Vuitton-Moët Hennessy.
De musas y demás
Givenchy tuvo una historia de amor platónica en la moda: Audrey Hepburn. Aunque al principio le dijo que no. Cuando la actriz le pidió que hiciera sus vestidos para la película Sabrina, él no sabía nada de ella. Era el inicio
de los 50 y estaba esperando a otra, a la también actriz Katharine Hepburn.
Llegó delicada, graciosa, joven, resplandeciente –contó Givenchy en la inauguración de la exposición To Audrey with love, en 2016–, vestida como una muchacha de hoy en día con un pantalón de algodón, bailarinas, una camiseta ombliguera y un sombrero de gondolero de Venecia.
Le dijo que no. “No, señorita, no puedo vestirla”. Entonces ella lo invitó a cenar y cuando terminaron, él la invitó a volver a su casa de costura al día siguiente. Estaba encantado. Se volvió su inspiración.
Audrey lució en 1954 un vestido de baile palabra de ho- nor color marfil con flores bordadas y ribeteado de negro en Sabrina. Lo firmó Givenchy por primera vez, y siguió, porque ella pidió que el francés la vistiera en sus películas.
“El estilo de Audrey llegó con una silueta tan diferente, tan actual”, dijo Givenchy sobre ella. Eran buenos amigos, se entendían. “Su ropa es la única en la que me siento yo misma. Más que un estilista, es un creador de personalidad”, decía ella sobre él.
El traje con chaqueta en crepé de lana lo llevó en Charada ( 1963); el de noche en juego de transparencias con mezcla de terciopelo, tul y lentejuelas en Lazos de sangre ( 1979), y el famoso negro con perlas en Desayuno en Tiffany’s (1961).
Aunque no fue a la única a quien vistió. Givenchy también llevaron Jackie Kennedy, Elizabeth Taylor y Grace Kelly.
Se fue el modisto, el gentleman. El que decía que el secreto de la elegancia es parecer uno mismo Un pequeño diamante hallado en la mina Cullinan de Sudáfrica vino con una sorpresa: un mineral no conocido en la naturaleza perovskita silicato de calcio.
Revelado en Nature, este es muy extraño a los humanos, pero podría ser muy abundante adentro en el interior del planeta, pensándose que puede ser el cuarto mineral más abundante allí en ese ambiente, lo que sucede es que casi nunca sale. Se da a unos 700 kilómetros bajo la superficie.
“Nadie ha podido tenerlo estable en la superficie de la Tierra”, de acuerdo con el coautor Graham Pearson, experto de la Universidad de Alberta en Canadá.
“La única manera posible de preservarlo en la superficie es cuando está atrapado en un contenedor, como un diamante”.
Los científicos analizaron el diamante de unos 3 milímetros, obtenido a menos de 1 kilómetro de profundidad en aquella mina, determinando que debió formarse a unos 700 kilómetros de profundidad, expuesto a unas 240.000 atmósferas de presión (una atmósfera es la presión que ejerce la atmósfera terrestre a nivel del mar).
Aunque el contenido del diamante se veía a simple vista, sí requirió exámenes de rayos X y espectroscopia para confirmar qué era lo que tenía adentro.
La composición de la perovskita en este revela cómo se recicla la corteza de los océanos en el manto inferior de la Tierra. Muestra lo que sucede a las placas oceánicas cuando descienden a las profundidades del planeta