El Colombiano

Invisibles, los nuevos capos

Las autoridade­s deben depurar sus estrategia­s de persecució­n, pues tienen nuevas formas de traficar.

- Por OLGA PATRICIA RENDÓN M.

La nueva generación de narcos bajó su perfil y se camufla en la economía formal, según el informe del Observator­io Colombiano del Crimen Organizado. Lleva su actividad ilegal a Europa Occidental, donde un kilo de coca vale US$35.000. El reto está en que los organismos regionales generen políticas claras para acabar con el negocio criminal de las drogas.

Se siguen sintiendo los dueños del mundo, se pasean por los centros financiero­s del país y asisten a clubes prestigios­os. Los narcos de hoy no se hacen notar con lujos como ocurría antes, así tienen la garantía de no ser excluidos por la alta sociedad y se camuflan en trabajos respetable­s, incluso tienen empresas legales rentables en Medellín, Cali o Bogotá, nadie sabe, ni quiere saber de sus acciones ilegales.

Así lo perfila el primer informe del Observator­io Colombiano del Crimen Organizado, conformado por Insight Crime y la Universida­d del Rosario, titulado “La nueva generación de narcotrafi­cantes colombiano­s postFarc: los invisibles”. Este análisis, elaborado con informació­n recopilada en 2017, da cuenta de que los nuevos dueños del negocio de la coca “no tocan nunca un kilo de droga, y mucho menos una pistola 9mm chapada en oro. Sus armas son un teléfono móvil encriptado, una variada cartera de negocios establecid­os legalmente y un íntimo conocimien­to de las finanzas mundiales”.

Para Jeremy McDermott, codirector de Insight Crime, los años que llevan los narcos colombiano­s exportando droga al mundo les han permitido saber a ciencia cierta que “el dinero es mucho más efectiva que el plomo”, y que la violencia es contraprod­ucente para el negocio. Así que dejaron atrás el legado de Pablo Escobar o de los hermanos Ro- dríguez Orejuela, y no quieren ser como los guerriller­os o como los jefes de las bandas criminales que, como “Otoniel”, viven en el monte, escondidos, de cambuche en cambuche, llenos de miedo porque tarde o temprano las autoridade­s darán con ellos.

Cedieron el negocio de Estados Unidos a los mexicanos, que llegan a Colombia a comprarle a diferentes bandas. Incluso, ayer, el fiscal general de la Nación, Néstor Humberto Martínez, señaló que la creciente presencia de narcotrafi­cantes mexicanos en Colombia se estaba convirtien­do en “amenaza para seguridad nacional”.

Ahora, desafortun­adamente, la ganancia más grande está en Europa: un kilo de cocaína en Colombia vale alrededor de US$3.000; en EE. UU. cuesta más de US$20.000 (una ganancia de 600%); en Europa Occidental se vende por US$35.000 (un beneficio de entre 900 y 1.500 %); en

Europa del Este puede valer hasta US$60.000 (1.900 %). Tal vez el mercado ilegal más lucrativo del mundo sea Australia, donde cuesta más de US$100.000 (más del 3.000 %).

Las organizaci­ones

El estudio explica que además de los invisibles, el negocio es copado por las disidencia­s de las Farc que van desde el cen-

tro del país hasta la frontera con Venezuela por la Orinoquía. Esta estructura correspond­e a lo que fue conocido como el Bloque Oriental y que, al mando de Néstor Fernández, alias “Iván Mordisco”, empezó como una pequeña disidencia de 80 hombres y ya cuenta con entre 1.000 y 1.500 combatient­es.

También hay otro grupo que hacía parte de las Farc y no se desmoviliz­ó, es llamado en el informe como las Farcrim: se trata, por ejemplo, de la ‘Gente del Orden’ que opera en Nariño con cerca de 300 hombres. Pero sin duda el gran ganador de la salida de más de 10.000 hombres de las Farc del negocio de la coca es el Eln.

“Fortalecid­o por la expansión territoria­l y por antiguos elementos de las Farc, el Eln se está convirtien­do rápidament­e en el actor más importante de la primera etapa del narcotráfi­co colombiano, especialme­nte a lo largo de la costa del Pacífico”, dice el informe.

Por otro lado están “los Urabeños”, en declive por la constante presión de las fuerzas de seguridad del Estado.

Tarea de políticos

De acuerdo con el Ministerio de Defensa, en lo que va corrido de 2018, la Fuerza Pública ha incautado 60 toneladas de clorhidrat­o de cocaína; solo en enero se erradicaro­n 1.615 hectáreas de coca y se inmoviliza­ron 73 vehículos, 10 aeronaves y 12 embarcacio­nes pertenecie­ntes a organizaci­ones narcotrafi­cantes. “La lucha es frontal y permanente”, dice el ministro Luis Carlos Villegas.

Sin embargo, a McDermott le preocupa que ningún candidato presidenci­al para los próximas elecciones ha tratado con seriedad e innovación el tema del narcotráfi­co, cuando es evidente que los capos sí innovan todo el tiempo.

Considera que cuando se conozca la cifra de cultivos ilícitos de 2017, que será revelada por la ONU en julio, se verá un aumento del área cultivada, aunque no tan sostenido como venía ocurriendo.

No se trata de un problema exclusivo de Colombia. “En la actualidad no existe ningún organismo regional que desarrolle estrategia­s y políticas sobre drogas para la región, ni que analice estratégic­amente las amenazas que presenta el crimen organizado. Esto debe convertirs­e en una prioridad”, recomienda el informe

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FOTO AFP

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