OCHENTA A RITMO DE TANGO
Fabio Rincón, modelo 38 largo, es del tiempo en que los muchachos “no usaban gomina”.
Cuando entró en circulación, el cine, una de sus primeras inguandias, era en blanco y negro.
El balón, otra de sus grandes pasiones que alimentó leyendo el desaparecido El Gráfico, su universidad deportiva, era redondo. Las porterías eran cuadradas. Tenía tres años cuando Gardel dijo ”adiós, muchachos” en el Olaya Herrera. No es de los giles que cañan con un pedazo del avión accidentado, pero en tangos es un hacha.
Su entorno familiar le celebró en El Retiro, Antioquia, sus primeros ochenta con aire de tango. La ocasión le permitió reencontrarse con su dispersa parentela. Los hijos de su mentor periodístico, don Hernando, y doña Luciela Tamayo, in- tegran una variopinta ONU paisa de talentos y talantes.
Sus colegas y amigos, presentes y virtuales, le dimos gracias por habernos compartido sus conocimientos. Su primo Fruko, sin sus tesos, vino, vio, habló, felicitó, no tocó.
“No es para tanto, mucho ditirambo”, se quejó el homenajeado Farita, pacífico vaso de agua en mano, sacudiéndose el polvo de tantos adjetivos que lo abrumaban.
Se ganó las charreteras como aplastateclas en La República, RCN, Vea Deportes, Diario del Caribe, El Correo, El Espacio, los noticieros de Alberto Acos
ta... Lo hizo bien en la llanura, como reportero, y en las alturas, como mandacallar.
En su página de Facebook trina verdades como nocauts porque no vino a durar. Eli- gió vivir beligerantemente.
Su amigo y colega en Noticolor, (Lambicolor en la semántica de Lucas Caballero, Klim) el pastor Darío Silva-Silva, le mandó una trinidad de felicitaciones, bendiciones y oraciones. Molían turbayismo después de opíparos almuerzos en El Gran Vatel.
Porque opinar ha sido otra de sus flaquezas. Hoy lo hace en las filas del uribismo. ¡Ay del que se meta con su amigo y candidato Iván Duque!
Durante la “juntancia”, como la llamó el combativo aplastateclas, los catanos, rodeados de lúcidas audacias juveniles, aprovechamos para leernos las arrugas y desatrasarnos de nostalgias.
Si la condición de octogenario espanta, Fabio la vive con la misma lucidez y vigor que tenía en 1957, cuando a los
¡19 años! entrevistaba personajes como Laureano Gómez y Guillermo León Valencia.
Es de los que agacha y se le cae un libro. El último es “Medellín dorado”, con prólogo de Belisario Betancur.
“Ahora ya camina lento”, como en la canción de Piero, pero del ombligo para arriba anda con las luces encendidas. Madruga a darse en la jeta con el computador en su refugio de Villeta, Cundinamarca.
Allí escribe “El periódico ayer y hoy” en el que comparte faenas con su maja huilense Leonor Mosquera Lara.
Es una de las integrantes del harén encargado de colarle el aire. También lo miman sus hijas Carmen, Norma y Marcela. Y Katty, desde ”más allá del sol”. Que sean hartos años más, Francisco Fabio