LA LUCHA CONTRA CHINA EN COMERCIO, MÁS QUE ARANCELES
Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ayudó a construir un orden económico mundial con base en la suposición de que el comercio libre y justo beneficia a todos los socios. Durante los años posguerra, la economía estadounidense no fue igualada por ningún otro país. El auge de la posguerra se vio alimentado no solo por la creciente demanda interna, sino también por el comercio, que abrió un flujo de riqueza de los consumidores del mundo a los trabajadores estadounidenses. El comercio hizo que Estados Unidos y nuestros socios fueran más prósperos y seguros.
El caso básico para el comercio permanece. Cuando intercambiamos bienes con otras naciones en igualdad de condiciones, ambos países se benefician. Mantener las condiciones que hacen esto posible es el propósito del orden económico internacional que nutrimos con cuidado. Tenemos que tomar en serio las violaciones de este orden económico. Debemos hacer cumplir las reglas. China, en la búsqueda de sus objetivos de dominio económico y regional, ha estado entre los más atroces rompedores de reglas.
Cuando China se adhirió a la Organización Mundial del Comercio en 2001, Estados Unidos apoyó esa decisión por dos razones: esperamos promover un mejor acceso a los mercados de consumo de China para las empresas estadounidenses de inmediato y, eventualmente, la liberalización política dentro de China. Ninguno se ha materializado. Mientras que el pueblo chino ha pedido una sociedad un tanto más abierta, el gobierno chino se está volviendo aún más autocrático. Y desde que lle- gó al punto máximo en 2oo3, las importaciones de bienes manufacturados hacia China como parte del producto interno bruto han decaído continuamente.
En lugar de abrir sus puertas a exportaciones de Estados Unidos, China ha frustrado la competencia en cada vuelta. Ha avanzado las empresas planificadas por el estado chino robando la propiedad intelectual estadounidense y ha presionado a las compañías extranjeras que desean ingresar a su mercado para que acepten “empresas conjuntas” que faciliten el robo y el espionaje. China también compró activos estadounidenses para aumentar el valor del dólar y encarecer las exportaciones estadounidenses.
“Libre” comercio con China ha resultado en algunos beneficios a corto plazo para consumidores, en la forma de precios más bajos, y para empresas estadounidenses, en la forma de márgenes de ganancia más altas. Pero el libre comercio ha sido devastador para los trabajadores y la manufactura americanos. El así llamado shock chino, el impacto de la entrada de China al sistema internacional de intercambio, eliminó más de 2,4 millones de empleos america- nos desde 1999 a 2011. Ignorar las violaciones comerciales de China refuerza la postura entre americanos que el comercio internacional es malo para ellos y su forma de vida.
El presidente Trump tiene razón cuando dice que se han aprovechado de EE.UU. El gobierno federal tenía las herramientas para manejar mejor el comienzo del comercio con China, pero nuestros líderes eligieron no usarlas. Por ejemplo, a cambio de una mayor posición en la organización comercial, China acordó permitir a otros países imponer aranceles en respuesta a aumentos repentinos de las importaciones chinas, pero Estados Unidos no los impuso. El gobierno aún tiene muchas herramientas para defender el interés nacional en cuestiones de comercio. Los aranceles propuestos por el presidente para el acero y el aluminio, son solo un ejemplo.
Por sí solos, estos aranceles no harán lo suficiente para controlar las violaciones comerciales de China. Dado que los aranceles son amplios y se aplican a muchos países, es posible que no tengan mayor impacto sobre los peores infractores, incluso China. Aranceles como estos castigan las decisiones de producción que las empresas tomaron hace décadas, así que harán más para aumentar el costo de negocios en etapas posteriores, en los Estados Unidos, que para reestructurar la economía global para beneficiar a los trabajadores americanos.
La política comercial correcta para Estados Unidos no es una elección entre libre comercio descontrolado o proteccionismo. “Más Comercio” o “Menos Comercio” no es la meta. La meta es mejores empleos y salarios más altos para trabajadores americanos. El comercio es un medio para esos fines.
Yo creo en la promesa de comercio libre y justo, pero para defender ese principio contra un adversario que ha roto las reglas con impunidad, tenemos que estar dispuestos a luchar con todo lo que tenemos, no solo aranceles
El libre comercio ha sido devastador para los trabajadores y la manufactura americanos.