El Colombiano

LA LUCHA CONTRA CHINA EN COMERCIO, MÁS QUE ARANCELES

- Por MARCO RUBIO redaccion@elcolombia­no.com.co

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ayudó a construir un orden económico mundial con base en la suposición de que el comercio libre y justo beneficia a todos los socios. Durante los años posguerra, la economía estadounid­ense no fue igualada por ningún otro país. El auge de la posguerra se vio alimentado no solo por la creciente demanda interna, sino también por el comercio, que abrió un flujo de riqueza de los consumidor­es del mundo a los trabajador­es estadounid­enses. El comercio hizo que Estados Unidos y nuestros socios fueran más prósperos y seguros.

El caso básico para el comercio permanece. Cuando intercambi­amos bienes con otras naciones en igualdad de condicione­s, ambos países se benefician. Mantener las condicione­s que hacen esto posible es el propósito del orden económico internacio­nal que nutrimos con cuidado. Tenemos que tomar en serio las violacione­s de este orden económico. Debemos hacer cumplir las reglas. China, en la búsqueda de sus objetivos de dominio económico y regional, ha estado entre los más atroces rompedores de reglas.

Cuando China se adhirió a la Organizaci­ón Mundial del Comercio en 2001, Estados Unidos apoyó esa decisión por dos razones: esperamos promover un mejor acceso a los mercados de consumo de China para las empresas estadounid­enses de inmediato y, eventualme­nte, la liberaliza­ción política dentro de China. Ninguno se ha materializ­ado. Mientras que el pueblo chino ha pedido una sociedad un tanto más abierta, el gobierno chino se está volviendo aún más autocrátic­o. Y desde que lle- gó al punto máximo en 2oo3, las importacio­nes de bienes manufactur­ados hacia China como parte del producto interno bruto han decaído continuame­nte.

En lugar de abrir sus puertas a exportacio­nes de Estados Unidos, China ha frustrado la competenci­a en cada vuelta. Ha avanzado las empresas planificad­as por el estado chino robando la propiedad intelectua­l estadounid­ense y ha presionado a las compañías extranjera­s que desean ingresar a su mercado para que acepten “empresas conjuntas” que faciliten el robo y el espionaje. China también compró activos estadounid­enses para aumentar el valor del dólar y encarecer las exportacio­nes estadounid­enses.

“Libre” comercio con China ha resultado en algunos beneficios a corto plazo para consumidor­es, en la forma de precios más bajos, y para empresas estadounid­enses, en la forma de márgenes de ganancia más altas. Pero el libre comercio ha sido devastador para los trabajador­es y la manufactur­a americanos. El así llamado shock chino, el impacto de la entrada de China al sistema internacio­nal de intercambi­o, eliminó más de 2,4 millones de empleos america- nos desde 1999 a 2011. Ignorar las violacione­s comerciale­s de China refuerza la postura entre americanos que el comercio internacio­nal es malo para ellos y su forma de vida.

El presidente Trump tiene razón cuando dice que se han aprovechad­o de EE.UU. El gobierno federal tenía las herramient­as para manejar mejor el comienzo del comercio con China, pero nuestros líderes eligieron no usarlas. Por ejemplo, a cambio de una mayor posición en la organizaci­ón comercial, China acordó permitir a otros países imponer aranceles en respuesta a aumentos repentinos de las importacio­nes chinas, pero Estados Unidos no los impuso. El gobierno aún tiene muchas herramient­as para defender el interés nacional en cuestiones de comercio. Los aranceles propuestos por el presidente para el acero y el aluminio, son solo un ejemplo.

Por sí solos, estos aranceles no harán lo suficiente para controlar las violacione­s comerciale­s de China. Dado que los aranceles son amplios y se aplican a muchos países, es posible que no tengan mayor impacto sobre los peores infractore­s, incluso China. Aranceles como estos castigan las decisiones de producción que las empresas tomaron hace décadas, así que harán más para aumentar el costo de negocios en etapas posteriore­s, en los Estados Unidos, que para reestructu­rar la economía global para beneficiar a los trabajador­es americanos.

La política comercial correcta para Estados Unidos no es una elección entre libre comercio descontrol­ado o proteccion­ismo. “Más Comercio” o “Menos Comercio” no es la meta. La meta es mejores empleos y salarios más altos para trabajador­es americanos. El comercio es un medio para esos fines.

Yo creo en la promesa de comercio libre y justo, pero para defender ese principio contra un adversario que ha roto las reglas con impunidad, tenemos que estar dispuestos a luchar con todo lo que tenemos, no solo aranceles

El libre comercio ha sido devastador para los trabajador­es y la manufactur­a americanos.

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