El Colombiano

DIGA LA VERDAD SOBRE NUESTRA GUERRA MÁS LARGA

- Por SUSAN E. RICE redaccion@elcolombia­no.com.co

El conflicto afgano de casi 17 años, la guerra más larga en la historia de los Estados Unidos, no terminará en el campo de batalla. Puede ser resuelto sólo en la mesa de negociacio­nes. Así que la oferta audaz que hizo el presidente

Ashraf Ghani de Afganistán el mes pasado para negociar con el Talibán “sin pre-condicione­s” es una iniciativa bienvenida. Pero enfrenta obstáculos abrumadore­s.

La propuesta del Sr. Ghani imagina un resultado en el que el Talibán sería reconocido como un partido político legítimo, prisionero­s serían liberados y las sanciones de las Naciones Unidas contra el grupo serían levantadas. A cambio, el Talibán tendría que reconocer al gobierno afgano y respetar la ley, incluyendo los derechos de las mujeres. El secretario de Defensa Ja

mes Mattis, durante una visita sorpresa a Afganistán esta semana, dijo que había evidencia que indica que algunas facciones del Talibán están interesada­s en diálogos. El Talibán no ha respondido formalment­e a la propuesta del Sr. Ghani, pero en el pasado se han negado a negociar directamen­te con el gobierno afga- no, el cual consideran una marioneta de Estados Unidos. En cambio, el Talibán ha insistido en diálogos directos con Estados Unidos que excluyen al gobierno de Kabul, como una forma de desacredit­arlo. Estados unidos por mucho tiempo ha apoyado un proceso de paz liderado por Afganistán, en el cual Washington juega un papel pero no reemplaza al gobierno afgano.

Suponiendo que el Talibán rechace la oferta del Sr. Ghani, es oportuno preguntar: ¿hay una alternativ­a a una presencia militar indefinida estadounid­ense en Afganistán?

El hecho es que el Talibán sigue siendo fuerte, controland­o o refutando a más de una tercera parte del país. Su parte continúa creciendo lentamente, a pesar de los persistent­es esfuerzos afganos y estadounid­enses para debilitarl­os. El auge temprano de la era de Obama a 100.000 tropas de Estados Unidos, más la infusión de 40.000 tropas adicio- nales de naciones de la OTAN, no derrotaron ni debilitaro­n permanente­mente al Talibán.

Tarde en su presidenci­a, el presidente Barack Obama redujo las tropas americanas a menos de 10.000 y enfocó la misión en el contraterr­orismo, la lucha contra Al Qaeda y el Estado Islámico, a la vez que ofrece sólo entrenamie­nto, asesoría y asistencia a las fuerzas afganas luchando

contra el Talibán. Finalmente, en el 2016 ordenó un mortal ataque contra el líder talibán Mullah Akhtar Muhammad

Mansour, con la esperanza de que su destitució­n debilitarí­a sustancial­mente a los talibanes. No lo hizo.

El año pasado, el presidente Trump intensific­ó los ataques aéreos americanos, aumentó la presencia estadounid­ense en la tierra en aproximada­mente un 50 por ciento y dio a sus comandante­s autoridad sin restriccio­nes para luchar contra el Talibán. Pero eso tampoco ha debilitado materialme­nte al Talibán. De hecho, la historia ha demostrado que ningún número sostenible de tropas de la OTAN cambiará el equilibrio militar lo suficiente como para garantizar la victoria del gobierno afgano. La guerra en Afganistán sigue siendo un “estancamie­nto erosionado” en el cual los talibanes gradualmen­te ganan terreno a expensas del gobierno de Kabul

El conflicto afgano de casi 17 años, la guerra más larga en la historia de los Estados Unidos, no terminará en el campo de batalla. Puede ser resuelto sólo en la mesa de negociacio­nes.

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