“El Metro y el Área Metropolitana deben estructurar un plan de contingencia que permita resolver, de manera eficaz e inmediata, las eventualidades en el sistema masivo de transporte”.
El Metro y el Área Metropolitana deben estructurar un plan de contingencia que permita resolver, de manera eficaz e inmediata, las eventualidades en el sistema masivo de transporte.
Si algo debe funcionar “como un relojito” en Medellín y el Aburrá es el sistema metro. Cualquier falla, con mayor peso en la Línea A, afecta las actividades cotidianas de cientos de miles de personas, la movilidad, el medio ambiente y la cadena productiva de la ciudad.
¿Qué está pasando entonces con el metro, que en los últimos días ha presentado varias fallas? Es una pregunta que se hacen usuarios y no usuarios. Todos, de una u otra manera, terminan afectados.
Tan importante y oportuna como el sistema debe ser la información que se derive del mismo frente a cualquier eventualidad, máximo si se tiene en cuenta que no existe otro medio, con la misma capacidad, 789.000 pasajeros día, que pueda sustituirlo, con igual efectividad.
Hay situaciones que pueden calificarse como “menores”, relacionadas con la indisciplina de usuarios que activan los botones de seguridad sin necesidad, y complejas, como las sucedidas el 16 de febrero, cuando la línea A estuvo por fuera durante 16 horas, y el pasado martes 13, cuando el servicio se frenó tres horas.
Desde la Gerencia del Metro se relacionan los hechos con fa- llas técnicas en las catenarias o problemas de voltaje del sistema de interconexión nacional. La entrada de nuevos trenes a la red exige máxima eficiencia eléctrica. También se habla de fluctuaciones en la subestación de energía de San Diego, pero tampoco pueden dejarse de lado otras hipótesis.
Distintas voces ciudadanas, algunas expertas, hacen referencia a posibles sabotajes internos o externos. Hoy se discute en la empresa un nuevo pliego de peticiones y no falta quien, como ha sucedido en otras empresas públicas y privadas, pescando en río revuelto, trate de enrarecer las conversaciones con saboteos contra el sistema.
En su historia el metro, pese a que cuenta con un plan de seguridad altamente confiable, ha sido objeto de varios atentados.
Se descarta, y en eso hay acuerdo, que las fallas tengan alguna relación con el mantenimiento de la estructura. Este no tiene tacha y se realiza con estándares internacionales, que deben cumplirse milimétricamente para contar con certificados mundiales.
Compartimos la decisión de la Gerencia de contratar una investigación con científicos de la UPB, con acompañamiento internacional, para conocer las causas de las fallas y hallar la solución definitiva.
El Metro es un icono para Medellín y Colombia. En la encuesta anual de Medellín Cómo Vamos, al sondear la opinión ciudadana sobre las instituciones públicas, por dé- cimo segundo año consecutivo el Metro obtuvo la mejor calificación promedio, a saber: conocimiento, favorabilidad y gestión, con 90,7 %.
Preocupa, como se ventiló en el último debate del Concejo al sistema, que no se cuente con un plan estructurado para sortear, de manera inmediata, oportuna y con eficacia, las eventualidades. En esto también debe intervenir el Área Metropolitana, como máxima autoridad de movilidad.
Existe un acuerdo metropolitano sobre libertad de rutas y otras estrategias, que de todas formas es insuficiente, se argumentó.
El Metro debe establecer prioridades en su plan de expansión para disminuir el impacto frente a posibles fallas. Si bien construir una línea alternativa a la A, no resulta viable, en este momento, consideramos que hay alternativas como el tren de cercanías, que promueve la Gobernación; la continuidad de la Línea C o el tranvía de la 80, entre otras.
Pese a las dificultades, se destaca el comportamiento de los usuarios, que aunque hicieron reclamos válidos y lógicos, han dado ejemplo de comprensión y total respeto al sistema y sus funcionarios