ESPACIOS DE BIENESTAR
El Plan Urbano y Ambiental del Centro, que ejecuta la Alcaldía, reconoce la importancia del espacio público.
El centro de Medellín en su condición de centralidad cultural, política y económica, convoca diariamente 1,2 millones de personas, de los cuales, cerca de un 50 % va a estudiar o trabajar. Y los demás ¿por qué llegan al Centro? Principalmente por razones de movilidad (trasbordo) y comercio. Importante reflexionar sobre estas dos últimas y contribuir con propuestas para dar solución a la saturación, en todo sentido, en ambos campos.
La encuesta origen - destino, próxima a publicarse por el Área Metropolitana, merece una Mesa de Expertos que la analicen y aporten sobre el tema. Lograr las mejores contribuciones se facilita si se liberan los microdatos de la misma.
La dinámica comercial del Centro es el otro gran factor de saturación del hábitat. Se estima que el 50% de las empresas formales asentadas en este lugar pertenece a dicho sector. Sin embargo, también se mueve en la franja de la informalidad y de hecho esta juega un papel protagónico en los problemas. Se estima que hay 10 mil venteros informales de calle –en temporada baja– y solo un 23 % regulado, ubicados –por no decir amontonados- principalmente en las aceras y vías de La Candelaria, Villanueva y Guayaquil.
El Plan Urbano y Ambiental del Centro, que ejecuta la Alcaldía, reconoce la importancia del espacio público, contemplando su recualificación. Para ello, junto con acciones ambientales y de seguridad, propone la intervención sobre el comercio informal, reubicando a los venteros en consideración al tipo de producto que venden y propendiendo por su formalización. La propuesta son dos tipos de reubicación: una que aproveche los módulos de comercio ya existentes y centros comerciales populares en el Centro mismo y otra dirigiéndolos a los barrios de donde provienen los venteros.
La reubicación en otras zonas distintas al Centro, por ejemplo, la importante iniciativa de convertir la Plaza de Mercado de Campo Valdés en una nueva centralidad comercial con inclusión productiva y social, merece todo el respaldo. Es una gran oportunidad de mostrar cómo podría ser la revitalización de otras zonas de manera organizada. De lograrse estos propósitos, se potenciarían las funcionalidades esenciales del espacio público ausentes en el Centro: el tránsito peatonal cultural, las prácticas recreativas, artísticas y musicales.
Pero el éxito de la recualificación del espacio público en el Centro no solo va a depender de las obras físicas y de la reubicación de venderos, sino de dolientes de su sostenibilidad con intereses genuinos y capacidades. Para ello es insuficiente el modelo de responsables del espacio público que hoy tiene el Municipio, por lo que coincidimo s con el alcalde en la necesidad de un acuerdo de largo plazo con la policía para la defensa permanente del espacio público. Aliando también, por supuesto, y con arreglos institucionales por zonas, a centros educativos, culturales, deportivos y de vecinos. No se trata de un asunto simplemente policivo, sino de resignificación para el bienestar de la gente. Si la ciudadanía así lo entiende y lo vive, seremos todos grandes defensores del mismo. Hay muchos ejemplos destacables en nuestra ciudad en ese sentido.
Los procesos de formulación del Plan Maestro y del Plan Cultural del Centro, que actualmente adelanta el Municipio, deben ser los grandes paraguas que acojan acuerdos muy prácticos para la defensa del espacio público porque nos crean ambientes de convivencia y bienestar para todos