El Colombiano

Julio César Sierra: Una banda sonora de vida

- DIEGO LONDOÑO Crítico de música

Antes de empezar, necesitamo­s una banda sonora, quizá podría ser una de las canciones de su vida, una de las que lo definen: Las cua

renta en la voz de Rolando Laserie, porque esta historia además de la sensibilid­ad de uno de los grandes artistas de Colombia, tiene el arrabal del tango, la potencia del rock y la magia del cine y sus bandas sonoras. Él de niño quería ser panadero, así muchos de sus amigos de esos nostálgico­s años ochenta que le tocó vivir, quisieran otras cosas. La música siempre estuvo, desde muy pequeño, pues sacaba sonidos a oído en un pianito que tenían en su casa, desde porros y cumbias de Lucho

Bermúdez y Pacho Galán, tangos, rock, boleros, hasta temas de sinfonías y música clásica. Un niño prodigio en la música, eso le decían, que prefería los acordes y las melodías a jugar balón con sus amigos. Ahora, luego de 35 años, reafirma ese amor por el sonido, por la mística que le genera el piano, por los reflejos sonoros de su generación musical y por ese corazón que pareciera latiendo todo el tiempo ideas musicales, pues ni dormido deja de hacer música, cuando está inmerso en una composició­n o en un arreglo, toda la noche está pensando en contrapunt­o, armonía o melodías que van sonando, incluso muchas veces debe tomar relajantes para poder dormir y callar el cerebro. A Julio Cesar, de lejos, siempre lo vi como una inspiració­n, y ahora de cerca se convierte en una pieza clave para referencia­r en la creación musical colombiana. El sonido y la música llegó a su vida gracias a la banda sonora de Tom y Jerry, desde que estaba pequeño para él era un completo misterio saber cómo sincroniza­ban la música, cómo coincidía con todo lo que pasaba y de ahí viene la pasión por el sonido contra imagen. Otro acontecimi­ento que marcó la vida de este creador de recuerdos sonoros fue ver a una orquesta interpreta­r la sinfonía inconclusa de Schubert. Hoy en día, Julio es quizá uno de los músicos más importante­s de la vanguardia musical colombiana, si de composició­n, arreglos orquestale­s y dirección musical para cine se trata. En su historia profesiona­l, tiene películas como Poker (Colombia), Días de Vinilo (Argentina),

Las Brujas de E’lente (España), entre otras, sin

hablar de su aporte a la dirección del Festival Internacio­nal de Tango ciudad Medellín y discos como Juan Gabriel Amor Eterno. También ha dejado su huella imborrable en tributos como el Titán Sinfónico, homenaje a Elkin Ramírez, Metallica Sinfónico con la Filarmónic­a

de Medellín, Bob Marley Sinfónico, entre otros. Y es que este nómada musical, que respira armonía y notas en todas las tonalidade­s, que disfruta las pastas, viajar con la música, aprender de todos los géneros, que admira a músicos como John Williams, Sting, Howard Shore, Krzysztof Pender ecki y Michael

Jackson, que de manera romántica le agradece a la música por todo lo que le ha dado y por esa misma razón, este director, amante y cómplice del piano, con manos largas y ágiles, sueña con ver que los músicos puedan vivir muy bien de su arte sin que el comercio influya en que sea un solo género el que predomine, ni que exija que tengan que vender sus ideales o gustos para poder vivir bien. Y para terminar, hay que hacerlo con música, como solo él lo merece. Por eso Julio César, el del piano, las partituras, el cine y el amor, terminaría sus días en este mundo con la canción Lacrimosa del Requiem de Mozart.

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