El Colombiano

Bardem: “La maldad

El actor presenta su recreación de Pablo Escobar, un papel que lo obsesionó durante un decenio.

- Por: AMELIA CASTILLA-EL PAÍS

Suerte. Preparació­n. Decisión. Y tesón. Javier Bardem ha construido su carrera sobre cuatro elementos que, sumados a un rostro salvaje y un gesto que puede resultar tan duro como viril, lo han encumbrado como uno de los mejores actores de su generación. Nieto, hijo y sobrino de cómicos, en su currículo figura toda la gama de premios, desde el Óscar hasta el Bafta y los Goya. Ningún actor español ha llegado tan lejos. En Hollywood lo consideran uno de los suyos, un monstruo de la talla de Sean Penn. Casado felizmente con Pe

parece vivir un momento dulce en una carrera que compagina con el activismo. Acaba de visitar la Antártida para denunciar el deshielo y también de protagoniz­ar la campaña de una marca de lujo.

Acude puntual a la cita. Viste ropa deportiva y visera para pasar inadvertid­o. El protagonis­ta de Antes que ano

(Las Palmas de Gran Canaria, 1969) saluda con la resolución de los tímidos que se crecen en la distancia corta. Está promociona­ndo Loving Pablo, la película que protagoniz­a y produce junto a su esposa, en la que recrea a Pablo Escobar, pero la cita, a las cinco de la tarde en el madrileño hotel Wellington, no parece la mejor hora para un padre de dos niños, de siete y cuatro años. Necesita un café.

es el fruto de 10 años de trabajo con su amigo el director

¿Qué encontraro­n en el libro de la periodista para adaptarlo al cine?

“Más allá de la relación sentimenta­l, había detalles que recreaban los años 80. Virginia, con la que hemos hablado en un par de ocasiones, se enamora de Pablo y entra en un agujero del cual, hoy día, todavía está intentando salir. Pero en el libro hay anécdotas fantástica­s de dos tipos que se creyeron los reyes de la colina”.

Después de 10 semanas de rodaje en Colombia, ¿cambió su impresión sobre el personaje?

“Llevaba años documentán­dome, pero cuando llegas al sitio y ves las barriadas de Medellín en las que creció entiendes mejor su origen, su ambición desmesurad­a y ese compromiso social que luego utilizó convenient­emente para transforma­rse en alguien más poderoso. Inventó el narcotráfi­co con su muerte y terror, y se convirtió en el enemigo público número uno, un tipo que se reía del Estado de derecho. Su muerte fue un asunto nacional y quizá por eso seguimos hablando de él”.

Cuando el presidente de Colombia aterrizó en la madrileña Puerta del Sol y vio el cartel de Narcos no pareció apreciar ese aspecto literario del tema.

“Y yo lo entiendo. Unos siguen llevando flores a su tumba y otros, la mayoría, lo desprecian y recuerdan con horror. Se saben presos de una historia que generó mucho ruido y mucha muerte. Para que un tipo así floreciese hacía falta también una sociedad corrupta y una jerarquía nada sensible a lo que estaban creando. Luego muchos miraron para otro lado cuando el Estado le declaró la guerra”.

¿Cómo preparó un papel con tantos claroscuro­s?

“Esa era una de las razones por las que lo quería hacer. Me han ofrecido no todos, pero sí muchos escobares, y siempre había algo que me echaba para atrás. No veía en esos personajes color, veía rasgo grueso. Me interesa su fisicidad. Después de muchas lecturas y visionar las entrevista­s que le hicieron, lo visualicé como un hipopótamo, su animal favorito, del cual poseía su energía y la sangre fría para cometer atrocidade­s. Era un tipo pausado que ponía a todo el mundo a la carrera. Y eso para un actor es un lujo”.

Para un intérprete de método como usted, qué resulta más complicado: el ejercicio emocional de entrar o salir de los personajes...

“Empecé a los 19 años y he cumplido 49. Ya he pasado por muchos sitios, hay personajes que me han costado mucho

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Javier Bardem recibió el premio

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