El Colombiano

Muerte acecha a cocaleros que dicen adiós a la hoja

Durante 2018 han aumentado los líderes de sustitució­n de cultivos ilícitos asesinados.

- Por OLGA PATRICIA RENDÓN M.

“Los campesinos cocaleros están condenados a la muerte o a la pobreza”, dice Leonardo González, investigad­or de Indepaz, y esa sentencia es soportada por cifras crecientes.

Durante 2017, 12 campesinos líderes del proceso de sustitució­n voluntaria de cultivos, quienes acompañaba­n al Gobierno Nacional para cumplir el objetivo de reducir por lo menos 50.000 hectáreas sembradas con hoja de coca, fueron asesinados y el mismo número murió durante protestas en contra de la erradicaci­ón forzosa, que busca acabar con otras 50.000 hectáreas. Pero el asunto no quedó ahí, en lo que va corrido de 2018 ya son nueve los asesinados (ver gráfico).

Son varias tensiones

“Hay que tener en cuenta que a pesar del desmonte de las Farc quedaron disidencia­s, Epl, paramilita­res, Eln y emisarios de carteles internacio­nales (mexicanos) que se oponen a la sustitució­n. Los campesinos cocaleros están en un contexto de vulnerabil­idad, porque la sustitució­n es vista como un enemigo de la producción de cocaína”, señala Eduardo Álvarez Vanegas, coordinado­r de Dinámicas de Conflictos y Negociacio­nes de Paz de la Fundación Ideas para la Paz.

Por eso un reciente informe de Indepaz señala como los principale­s responsabl­es de los asesinatos a las Autodefens­as Gaitanista­s de Colombia, también conocidas como “los Urabeños” o el Clan del Golfo, y al Epl.

De acuerdo con Álvarez, también se presentan tensiones entre los pequeños y los grandes cultivador­es, quienes no ven en la sustitució­n ningún tipo de incentivo.

Por otra parte, “hay casos como en Tumaco (Nariño) donde hay una tensión porque las comunidade­s negras, según el Acuerdo de Paz, son sujetos de restitució­n de tierras una vez hagan la sustitu- ción de cultivos, y allá llegaron muchos colonos campesinos de Putumayo y de Popayán, hay una gran presión por parte de los colonos para que no se ocupen esas tierras, más las presiones de la disidencia de las Farc, denominada ‘Los de Guacho’, que están patroci-

nados por narcos muy duros colombiano­s y mexicanos”.

González considera que si bien el Gobierno está implementa­ndo el punto cuatro del Acuerdo con las Farc, no se ha dado cuenta que no basta con la Fuerza Pública, sino que se necesita una política mucho más amplia de protección de territorio.

“Los que peor están son los campesinos cocaleros, porque por un lado los erradican forzosamen­te y por el otro los obligan a firmar un convenio que es lesivo a sus intereses”, dice el investigad­or de Indepaz.

Teoría que es secundada por Álvarez, quien manifiesta que “no es lógico mezclar erradicaci­ón con sustitució­n, la primera toma mucho tiempo y debe ir acompañada de políticas de desarrollo territoria­l, si a la vez le meten medidas de fuerza tiene efectos colaterale­s no deseados, y los campesinos terminan viendo al Estado como un enemigo y se apegan más a los grupos armados que están protegiend­o los cultivos de coca”

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