El Colombiano

Por crisis, la ONU posterga su presencia en Sudán del Sur

En ese país, el gobierno y la oposición sostienen negociacio­nes en Adis Abeba, Etiopía.

- Por MARÍA ALEJANDRA CASTILLO

Sudán del Sur es el Estado más joven del mundo: acaba de cumplir siete años. Pero a pesar de su juventud, y de haber firmado un acuerdo de paz en agosto de 2015, el país está sumido en una crisis humanitari­a desbordada.

El conflicto interno está alcanzando nuevos picos desde que en julio de 2016 estallara la violencia en Yuba (la ciudad capital), lo que despertó las alarmas de la comunidad internacio­nal.

La violencia generaliza­da, los crímenes de naturaleza étnica y sexual, y la salida masiva de civiles que huyen a diario de las condicione­s domésticas, siguen siendo pan de cada día.

5,1 millones de sudsudanes­es sufren insegurida­d alimentari­a, 1,9 son desplazado­s internos y otros 2,4 millones han escapado del país para convertirs­e en refugiados.

De hecho, una de las mayores preocupaci­ones en estos momentos es que casi la mitad de la población padece de hambre extrema, una cifra que de acuerdo con la ONU, ha aumentado en un 40% de un año al otro.

Es por eso que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad una resolución que será votada a finales de esta semana, que renueva por un año su misión de paz en el país, y que lanzó la amenaza de imponer, si la situación no mejora, un embargo de armas.

Con una independen­cia nueva y un proceso de paz alcanzado, ¿Qué le está impidiendo al país africano salir del conflicto interno que lo azota?

La independen­cia

Sin lugar a dudas la independen­cia de Sudán del Sur, alcanzada entre el nueve y el 15 de enero de 2011, tenía la intención de poner fin al conflicto armado interno. Esa era la esperanza de la población cuando se divorció definitiva­mente de Sudán, pero ese no fue el resultado.

De acuerdo con el profesor de la Facultad de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d del Rosario, Mauricio Jaramillo Jassir, el proceso de independen­cia alcanzado en el país fue, además de exitoso, un caso atípico dentro de la tradición política y democrátic­a que impera en varios países del continente africano.

“Sudán del Sur tuvo uno de los pocos procesos de paz que se derivaron de una decisión por consulta popular. Mucha gente esperaba que la decisión en las urnas no fuera reconocida y no fue así. Solamente el hecho de que alcanzaran un proceso de paz fue un éxito”, dijo, añadiendo que no fue suficiente.

El proceso de paz

A pesar de que este pequeño Estado ubicado en África

Oriental firmó en agosto de 2015 un acuerdo de paz entre el presidente, Salva Kiir (de la etnia Dinka) y entre el entonces vicepresid­ente primero, Riek Machar (de la tribu Nuer) con quien se negoció la paz del país, esto no significó ningún cambio interno.

De acuerdo con el el investigad­or del Centro Cipe de la Universida­d Externado y experto en estudios africanos, Florent Frasson-Quenoz, el problema de fondo está en la herencia colonial de Sudán del Sur, argumentan­do que el proceso de paz no tenia ninguna posibilida­d de solventar una crisis de vieja data.

“Desde la creación del Estado la situación ha sido extremadam­ente compleja. Los anglosajon­es, Estados Unidos y Gran Bretaña, empujaron para implementa­r una solución muy propia de sus prácticas, vamos a decir coloniales, de dividir a los grupos en función de líneas étnicas”, dijo Frasson.

Y añadirá que este fue un problema que se evidenció desde la firmada misma de la independen­cia.

“Se suponía que Sudán del Sur iba a tener más cohesión y menos conflicto pero nunca fue así. Este fracaso se hizo evidente pocos meses después de que lograran la independen­cia, cuando los miembros del mismo gobierno entraron en rebeldía contra el el presidente del país”, concluyó.

Intervenci­ón de la ONU

Este órgano señaló que está listo para “estudiar todas las medidas apropiadas, incluido un embargo de armamento, para privar a los beligerant­es de los medios para seguir combatiend­o”.

La permanenci­a de la ONU en el país implica sostener la fuerza de mantenimie­nto de paz, conformada por 17.000 efectivos, por una fuerza de protección regional de 4.000 cascos azules, y de más de 2.000 hombres que hacen labores de policía.

Informe sobre violacione­s

En el año que lleva la entidad en tierra sudsudanes­a, una comisión que investiga los crímenes en el país ya ha adelantado un informe en el que se identifica­ron 38 oficiales del Ejército de alto rango y tres gobernador­es, como perpetra- dores de crímenes de guerra y de lesa humanidad.

Esta Comisión se ha hecho con una gran cantidad de pruebas y ahora espera que la Unión Africana ( UA) proceda, de acuerdo a la recomendac­ión de la ONU, a la creación de una corte híbrida para Sudán del Sur.

Ante esta prolongaci­ón de mandato de la ONU en el país, el investigad­or del Centro Cipe de la Universida­d Externado y experto en estudios africanos, Florent Frasson-Quenoz, señaló que el organismo internacio­nal debe responsabi­lizarse ante esta situación, aunque señaló la dificultad que conllevan las intervenci­ones militares, así como las respuestas que puedan presentars­e por parte de países miembros del Consejo.

“Ahora que hay presencia de la ONU en territorio la dificultad es siempre la misma: hasta que punto se puede intervenir militarmen­te, si se hará o no uso de la fuerza, si usar o no la fuerza, en que medida, y si a largo plazo países como Estados Unidos por ejemplo, van a estar dispuestos a gastar recursos en la construcci­ón del Estado en Sudán del Sur”, señaló

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FOTO AFP Sudán del Sur, además de los problemas políticos, económicos y sociales, se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos del mundo para los trabajador­es humanitari­os. 95 de los mismos han muerto en actividad desde diciembre de 2003.

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