MEDELLÍN NECESITA INNOVACIÓN FISCAL
Después de la crisis de la violencia al final del siglo XX, la ciudad enfrenta una nueva crisis de iguales o peores dimensiones: la contaminación severa del aire. Esta nueva problemática puede detener el progreso de la ciudad, expulsar la población hacia el oriente, interrumpir la floreciente industria turística y alejar la inversión de la ciudad. Hasta el momento las medidas han sido paliativas y coyunturales, pero poco se ha hablado de qué hacer en el largo plazo. Dentro de las muchas perspectivas importantes para buscar soluciones, se encuentra el tema fiscal. La ciudad tiene un estatuto tributario anticuado, sus actualizaciones entre 2003 y 2017 se limitaron a 3 estampillas y una contribución especial, que no agregan ningún valor relacionado a los nuevos problemas ambientales de la ciudad. Pero quizás, lo que más amerita repensar los in- gresos futuros de la ciudad es que las inversiones que se requieren para superar esta crisis son cuantiosas y hoy no están cubiertas. Entre muchos casos, quizás el ejemplo más simbólico es del metro liviano de la 80, el cual está pensado para construirse en tres etapas, que al ritmo que van, tomarán hasta el 2040. Además, existen otros proyectos para construir una ciudad caminable como la redensificación del centro y del río, que para hacerse realidad también requerirán billones de pesos en inversión.
En este sentido, se debe convocar a una misión de expertos en finanzas públicas que ayuden a pensar la financiación de estos proyectos en un escenario más acelerado, y a incorporar en nuestros estatutos nuevos instrumentos verdes como los cargos por congestión y los mecanismos de comercio de derechos de emi- sión, que generan un límite a la contaminación y un mercado de derechos que incentivan la innovación productiva. Igualmente, se requiere que el municipio cuente con argumentos para discutir con los expertos de la nación de “tú a tú”, especialmente sobre la actualización del valor base para el cobro de la sobretasa a la gasolina que le daría a la ciudad unos 50.000 millones al año; así como para reabrir el tema de la deuda del metro, que a la luz de la crisis debería ser asumida en un 70 % por la nación para que Medellín pueda dedicar los 120.000 millones a invertir en lo ambiental. También, se debería empujar la discusión nacional de la plusvalía por obra pública, desarrollar un adecuado sistema local de APP para el aprovechamiento comercial de las estaciones del nuevo metro liviano y pensar en emitir bonos respaldados por los dividendos de Hidroituango.
En resumen, hoy hace falta innovación fiscal para acelerar los proyectos en 20 años con nuevos instrumentos. Medellín fue líder en innovación fiscal en los años cincuenta y sesenta, y puede volver a serlo, especialmente si se dedica seriamente a pensar en sus finanzas públicas
Hoy hace falta innovación fiscal para acelerar los proyectos en 20 años con nuevos instrumentos.