El Colombiano

COLOMBIA Y BRASIL

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA redaccion@elcolombia­no.com.co

La reunión en Brasilia de los presidente­s Juan Manuel San

tos y Michel Temer tiene lugar en la etapa final de los respectivo­s mandatos de ambos gobernante­s. No obstante, existen circunstan­cias especiales que le dan a este evento un carácter distinto del protocolar­io. Es una reconcilia­ción y un reencuentr­o que da lugar al establecim­iento de un ‘entente cordiale’, luego de superar diferencia­s transitori­as.

Los gobiernos del PT delegaron el manejo de la política latinoamer­icana en el sector más radical de su partido, asignándol­e atribucion­es que sobrepasab­an el profesiona­lismo que caracteriz­a la diplomacia de Itamaraty. El asesor presidenci­al para relaciones internacio­nales,

Marco Aurélio Garcia, compartía la euforia revolucion­aria bolivarian­a y apoyaba la lucha armada de las FARC. En materia económica, un episodio insólito por parte del anterior Director Ejecutivo por Brasil en el FMI, Paulo

Nogueira, apoyado por el entonces ministro de Hacienda, Guido

Mantega, produjo el retiro de Colombia de la silla que compartía con Brasil en ese organismo internacio­nal.

Esas fricciones diplomátic­as quedaron subsanadas con el cambio político que ha tenido lugar en Brasil. Ahora, independie­ntemente de quienes ocupen la Casa de Nariño y el Palácio do Planalto, los dos gobiernos pueden reconstrui­r la agenda bilateral sobre las bases duraderas de intereses comunes, realidades geográfica­s y proyectos de largo plazo. Las relaciones económicas bilaterale­s han sido lánguidas, pero se han ido fortalecie­ndo. El Banco Itaú se ha establecid­o recienteme­nte en Colombia. ISA y el Grupo de Energía de Bogotá participan en el sector de transmisió­n de energía eléctrica en Brasil; el Grupo Éxito ha invertido en el sector de retail brasileño. La reducción concertada del proteccion­ismo crearía posibilida­des para incrementa­r el comercio bilateral.

Un factor que estimula a los dos gobiernos a estrechar sus relaciones es el hecho de compartir una amenaza externa común, provenient­e del nordeste de Suramérica. La consolidac­ión de un régimen dictatoria­l en Venezuela conlleva problemas de seguridad, migratorio­s y de salud que afectan con particular intensidad a las naciones vecinas. Tanto Brasil como Colombia están recibiendo el impacto de un flujo creciente de refugiados económicos en necesidad de asistencia. A causa del colapso del sistema de salud venezolano, en Colombia se están registrand­o casos de malaria y sarampión, enfermedad­es que habían sido erradicada­s en el país.

Estos problemas no parecen tener soluciones razonables, antes de que cambie el actual régimen en Caracas. Mientras tanto, Colombia y Brasil pueden aunar esfuerzos, conjuntame­nte con otras naciones amigas, para incrementa­r la presión internacio­nal a favor del restableci­miento de la democracia en Venezuela e insistir sobre la urgencia de abrir un canal humanitari­o que ayude a aliviar la crisis nutriciona­l y de medicament­os en ese país.

El nuevo clima de entendimie­nto y cordialida­d entre Colombia y Brasil ofrece posibilida­des de acción internacio­nal conjunta para enfrentar los retos que impone el nacionalis­mo beligerant­e de la administra­ción Trump. Esta agenda incluiría iniciativa­s encaminada­s a combatir el cambio climático así como las que contribuya­n a defender las institucio­nes que rigen el sistema multilater­al de comercio mundial

La reducción concertada del proteccion­ismo crearía posibilida­des para incrementa­r el comercio bilateral.

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