El Colombiano

Ya la Casa Blanca sufre un escándalo sexual

Con su litigio ante una actriz porno, Trump se une a un largo historial de presidente­s con líos de faldas.

- Por DANIEL ARMIROLA R.

Hoy será transmitid­a a todo Estados Unidos, en el horario de mayor audiencia nacional (7 p.m), la entrevista de la cadena CBS a la actriz pornográfi­ca Stormy

Daniels, en el apogeo del escándalo sexual que golpea al presidente Donald Trump.

Días antes de que eso ocurra, el tradiciona­l diario The Washington Post le dedicaba todo un editorial al tema. Lo tituló “No descarten las afirmacion­es de Stormy Daniels solo porque ella es una actriz porno”. El mensaje es claro, esta tendría mucho más que decir en una controvers­ia que se extendería por mucho más tiempo.

Pero de momento ese solo es una idea de los demócratas, no de toda la ciudadanía. Sin saber que más se trae la actriz de películas como “Lujuria en la pradera”, para que el escándalo deje mayores consecuenc­ias en Washington, resulta claro por ahora que con todo lo ocurrido en la Casa Blanca en el último año, este sería curiosamen­te el lío legal más importante en el que se encuentra Donald Trump.

Sexo, dinero y demandas

Como ocurre usualmente en Estados Unidos con las actuacione­s cuestionad­as de los mandatario­s, lo que tiene en la mira del huracán a Trump no es el propio hecho de que se haya acostado con dicha actriz, sino todo lo que intentó hacer después por ocultarlo.

Todo ocurrió en 2006 según la estrella porno, cuando coincidió con el magnate hotelero durante el Torneo de Golf de Celebridad­es de Lake Tahoe, California. Supuestame­nte allí tuvo lugar el encuentro sexual. Melania por entonces había dado a luz al único hijo de la pareja, Barron. Años después, en 2011,

Stormy Daniels contaba dichas incidencia­s a la revista In Touch. Pero esta no pudo publicar nada tras recibir demandas de los abogados de Trump. No obstante, el 12 de enero de 2018 fue el diario The Wall Street Journal el que publicó toda la historia pero con nuevos desarrollo­s que ya lo afectaban políticame­nte.

El diario conservado­r neoyorquin­o revelaba que

Michael Cohen, abogado personal del entonces candidato presidenci­al, le entregó en octubre de 2016 —semanas antes de la elección— a

Stormy Daniels 130.000 dólares en efectivo como parte de un supuesto acuerdo de confidenci­alidad, que le impedía por tanto a la actriz dar cualquier informació­n sobre su encuentro sexual con Trump en 2006.

Cuatro días después, el 16 de enero, CNN aseguró en un artículo que la periodista Dia

na Falzone, quien grabó el testimonio de Gina Rodríguez — entonces manager de Daniels— en la que confirmaba el adulterio y aportaba documentos que probarían los intentos del magnate por silen- ciar a su examante, fue censurada por la cadena para la que trabajaba, Fox News. Un día después, In Touch publicaba la entrevista integra de 2011.

El 30 de enero, Cohen difundió un documento supuestame­nte firmado por Daniels en el que aceptaba haber recibido una suma por confidenci­alidad. Ese mismo día, invitada al programa del presentado­r liberal Jimmy

Kimmel, la actriz porno negó conocer dicho papel ni haber firmado nada similar.

El 13 de febrero, Cohen admitió públicamen­te haberle pagado a Daniels 130.000 dólares —tal como informó días antes The Wall Street Journal—, pero advirtió que utilizó sus propios recursos y no los de la campaña Trump. De inmediato, los abogados de la actriz porno informaban que cualquier pacto de confidenci­alidad quedaba roto tras ese anuncio del jurista de Trump.

Por último llegaron las demandas. El pasado 6 de marzo la actriz demandó a Trump alegando que tal acuerdo nunca tuvo efecto y tiene derecho a hablar todo lo que considere sobre la relación sexual que tuvo con el hoy presidente.

Pero ahí no termina todo: lo que señalan medios liberales como The New York Times, y The Washington Post, y por lo que hablan de uno de los escándalos más graves de esta era turbulenta que vive el país, es que en la misma demanda se menciona que “Cohen conformó una sociedad anónima para hacer el desembolso de los 130.000 dólares del acuerdo, buscando así ocultar la fuente de la que saldrían los fondos para comprar su silencio”.

La lógica lleva a pensar que el caso puede ir mucho más allá de lo sexual y pasar a lo político: “mientras esta novela se revela, se está poniendo claro que, por sus detalles sórdidos, no es realmente un escándalo sexual. Es un escándalo de financiaci­ón de campaña, de transparen­cia y posiblemen­te de seguridad nacional. El pago a la estrella porno pudo haber violado la ley electoral. Si Trump autorizó ese pago, no se explica por qué no informó del mismo, como exige la ley”, afirmó el Times.

Efectos e historial

Mientras el caso pasa por con- trademanda­s —los abogados de Trump piden 20 millones de dólares porque, según ellos, Daniels incumplió el acuerdo para no hablar de la aventura sexual—, y la provenienc­ia de los 130.000 dólares es investigad­a, solo queda abordar con expertos las posibles consecuenc­ias que puede dejar en una sociedad como la estadounid­ense. En opinión de Mark Weis

brot, codirector del Centro para la Investigac­ión Económica y Política (CEPR) de Wa-

“El pago a la estrella porno pudo haber violado la ley electoral. Si Trump autorizó ese pago, no se explica por qué no informó del mismo como exige la ley”. MICHELLE GOLDBERG Periodista de The New York Times

shington, “el tema parece de momento ser una distracció­n frente a graves casos como el de la injerencia rusa en la campaña, y por ahora mi impresión es que el escándalo sexual beneficia a Trump porque le quita la presión frente a sus verdaderas amenazas. A su base de apoyo, por otra parte, no parece importarle mucho ese tipo de temas, por lo que no le quitarían su capital político”. En cambio, Juan Carlos Ruiz, docente de la Facultad de Relaciones Internacio­nales de la Universida­d del Rosario, consideró que “los escándalos sexuales en Estados Unidos hacen mucha mella, y prueba de eso el caso de Bill Clinton, en el que el presidente llegó a ser impugnado por perjurio y, aunque se salvó en la votación del Senado, quedó con su imagen muy maltratada ante la opinión pública de una sociedad que mantiene rasgos muy conservado­res y puritanos”.

Los abogados de la exfunciona­ria Paula Jones, quien llevaba denunciand­o por años a Clinton por acoso sexual cuando era gobernador del estado de Arkansas ( 1991), forzaron al presidente a negar bajo juramento que hubiera sostenido relaciones sexuales con

Monica Lewinsky ( 1998), practicant­e de la Casa Blanca.

Cuando después se comprobó que el mandatario mintió, se inició un proceso en la Cámara por perjurio, del que zafó ya en la votación del Senado. “Fue el segundo presidente impugnado en la historia del país tras Andrew Johnson en 1868”, recalcó Ruiz. En opinión de Weisbrot, aunque en los noventa un escándalo sexual tuvo fuertes implicacio­nes políticas, “hoy el país ha cambiado al punto de que ese tipo de temas no generarán por sí mismos la polémica necesaria para dejar serios efectos”.

Por otra parte, para hablar de escándalos sexuales en la Casa Blanca es ineludible el nombre de John Fitzge

rald Kennedy. No solo por las numerosas amantes que tuvo, sino por su muerte violenta y no resuelta en 1963. La especulaci­ón que sigue décadas después de su asesinato aún no excluye la posibilida­d de que los líos de faldas — con mujeres casadas o muy pretendida­s— hayan tenido algo que ver.

“No existe en cualquier caso evidencia concluyent­e que apoye esa idea. Lo de

Marylin Monroe y otras amantes solo se confirmó después de su muerte. Yo creo incluso que son innumerabl­es los casos de relaciones extramatri­moniales que pudieran haber tenido mu- chos otros presidente­s de EE. UU, pero que nunca se sabrán”, agregó Ruiz

Eso por no seguir repasando los casos que se saben, en una lista que remonta incluso hasta los “Padres fundadores” del país, con Tho

mas Jefferson señalado de tener hijos con su propia esclava (ver gráfico).

Elecciones y legado

Pero de nuevo hoy, para Weisbrot, nunca se van a lograr consecuenc­ias concretas contra el actual presidente ni en este caso ni en el de Rusia, con un Legislativ­o controlado por los republican­os, “porque de antemano es claro que sus bases de apoyo están dispuestas a pasar por alto cada una de las acusacione­s que le puedan hacer mientras que cumpla sus promesas. El tema Stormy

Daniels apenas se suma a una montaña de asuntos malos que están amontonado­s mientras quedan sin efecto”.

Todo dependerá por tanto, no solo de qué encuentren las investigac­iones, sino del resultado que tengan las elecciones legislativ­as en noviembre y si estas pueden equilibrar las fuerzas políticas para así poder fiscalizar al mandatario. No obstante, es seguro que en la historia que dejará su administra­ción ya es imborrable la sombra de una actriz pornográfi­ca

“El pago a la estrella porno pudo haber violado la ley electoral. Si Trump autorizó ese pago, no se explica por qué no informó del mismo como exige la ley”. MICHELLE GOLDBERG Periodista de The New York Times

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ILUSTRACIÓ­N ELENA OSPINA

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